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La muerte en tiempo real

La muerte como espectáculo, en vivo y en directo, con música de fondo, sin intermediarios, con audiencia garantizada. La muerte compartida en las redes sociales. Facebook, Twitter, Youtube irrumpen en nuestras vidas, son dueñas de nuestros datos, conocen nuestros gustos y movimientos. Nosotros se los dimos, todo, nuestras alegrías y nuestras tristezas. Obtienen ganancias con cada una de nuestras interacciones. Contemplan desde la primera fila la bancarrota del modelo de negocios de los medios de comunicación.

Nadie se hace responsable de los mensajes de odio difundidos en el ciberespacio. Los medios, atados a la información en “tiempo real”, abandonaron su misión de vigilantes (gatekeeper). Quien verifica pierde la competencia, se les va la nota, prefieren “volar” sin instrumentos. Y menos queda tiempo para revisar sus códigos de ética. No les importa si las imágenes atentan contra la integridad de un ser humano, si es alguien que atentó contra la vida de otro, si son personas quemándose vivas por una explosión. Una leve advertencia es suficiente: “a continuación imágenes fuertes”.

Chris Anderson, profesor de la University de Leeds, citado por Columbia Journal Review pide a Twitter que no difunda los mensajes de odio del asesino de 50 personas en Nueva Zelanda. La ideología de un criminal al alcance de los internautas, el éxito de la misión garantizado. Narciso reflejado en la sangre de sus víctimas, Narciso contemplándose en las primeras planas de los diarios del mundo, Narciso con acceso a armas de alto calibre. El grito desde la academia queda atrapado en sus muros, no tiene eco, la red social cerrará cuentas pero se abrirán otras con el mismo contenido.

Por su parte, Madihha Ahussain contó al portal “Mother Jones” que se denunció la presencia en Facebook de grupos de odio en contra de la comunidad musulmana, la empresa del señor Zuckerbeg nunca respondió.

“Hello, brother” y el asesino dispara. La fama garantizada, el video de la matanza en Nueva Zelanda estuvo, en su versión completa, disponible en internet. La tecnología del siglo XXI le permitió al asesino transmitir en vivo sus crímenes. No es la primera vez que hay una difusión masiva de la muerte. Javier Lesaca escribió en el diario El País que “desde el año 2014 hasta 2019, el grupo terrorista Estado Islámico ha retransmitido a través de redes sociales abiertas un total de 243 vídeos donde muestra el asesinato de más de mil personas, más del 90% de ellos musulmanes y árabes de Irak, Siria, Egipto, Libia y Yemen”. Bernard-Henri Lévy escribió en el 2003 sobre la ejecución del periodista del Wall Street Journal, Daniel Pearl, grabada en video: “He visto a muchos asesinados. Ninguno eclipsará jamás, para mí, este rostro que no vi y que estoy imaginando”.