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La irracionalidad se legitimó en Brasil

El discurso antiintelectualista de Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, de apelar al odio y no a la razón es el primer peldaño hacia la barbarie. “Cuando se agacha la cabeza y se deja conducir por el que grita más, la posibilidad del humanismo deja de existir y perdemos todos, incluso, los defensores del odio y la irracionalidad”, aseguró la doctora Regina Crespo Franzoni, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

La doctora en Historia Social por la Universidad de São Paulo, expresó con tristeza que la extrema derecha se legitimó en Brasil, algo que no es bueno para los brasileños ni para América Latina.

“Esto se puede esparcir por el continente y quién sabe a dónde va llegar, el contexto es de preocupación porque fue una campaña hecha en redes sociales con financiamiento de empresas extranjeras, fueron disparos de Whatsapp, fake news, calumniando al candidato de la izquierda”.

Crespo Franzoni externó que fue una sorpresa el ascenso de Bolsonaro porque se tenía la esperanza de que la gente votaría por la razón y no por la fuerza, por el iluminismo y no por la oscuridad.

Pero no fue lo que sucedió, con una campaña truculenta, el proceso de inestabilidad que se inaugurará en enero de 2019, deja al país en una situación de muchas dudas y algunas certezas.

“No será para nada un gobierno democrático, incluyente y para la mayoría de los brasileños su discurso sigue siendo homofóbico, misógino, de rencor y de odio a todos sus opositores, no habla para el conjunto de la nación, sino para una parte específica”, detalló la investigadora.

Para la especialista ha faltado el sentido histórico en Brasil. El pueblo brasileño vivió no hace mucho una dictadura y Bolsonaro utilizó un discurso idílico de esa época, durante la cual todo funcionó muy bien y apeló a ella.

“Miran al pasado como si hubiera sido bueno, pero estamos en un momento muy turbio, hubo gente de mi generación que nacimos o crecimos durante la dictadura y la pasamos luchando contra ella, vemos con frustración que tal vez nuestra vejez la pasemos con algo parecido”.

Aseguró que es necesario ser feliz, “resistir tratando de serlo es una forma de luchar contra los totalitarismos, los fascismos, los discursos de odio, porque no llegaremos a ningún lado”.

Finalmente, Crespo Franzoni mencionó que el futuro brasileño será difícil para los que no creen en la violencia y sí en proyectos de construcción. “Hay que resistir y luchar no con las armas del odio, sino con el humanismo”.