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La industria de la moda: la segunda más contaminante del mundo

 

El impacto ambiental de la industria textil se extiende por todo su “ecosistema comercial”: desde la producción, distribución y exhibición hasta la adquisición, los procesos de cuidado y lavado y, finalmente, su desecho.

Rogelio Omar Corona Núñez, académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, describe a la industria textil como un “sistema bastante complejo”, que durante el ciclo de producción recicla poco y explota combustibles fósiles. De entrada, anota el investigador, la extracción de materias primas conlleva un costo ambiental significativo; la siembra de algodón, por ejemplo, va de la mano con el uso de pesticidas y fertilizantes perjudiciales para el suelo.

“Esto puede promover la degradación de los suelos y provocar un arrastre de sedimentos que contamina los cuerpos de agua”, apunta Corona Núñez. Y añade que el agua también se contamina durante el proceso de producción, para luego ser desechada en ríos y mares.

Por otro lado, durante la producción se utiliza energía que se traduce en emisiones de CO2. Y, más allá de este proceso, el transporte de las prendas implica un consumo energético.

Pero el problema no termina ahí. Cuando las prendas son expuestas en los aparadores de los centros comerciales, continúan generando un gasto energético.

“Estamos hablando de al menos 12 horas constantes de luz para hacer la exhibición de ese producto. Es una serie de emisiones vinculadas a la industria. No estamos hablando de un consumo sólo en la producción, sino en todo el ciclo de vida del producto”, detalla el especialista.

La contaminación no se detiene con la compra de una pieza textil. La misma forma en que la lavamos puede generar un impacto ambiental: si decidimos utilizar lavadora o no, usar secadora o dejar las prendas al sol. Para Corona Núñez, toda decisión de los consumidores “tiene repercusiones”.

De acuerdo con un informe de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a tres millones de barriles de petróleo, y el rubro del vestido utiliza 93 millones de metros cúbicos de agua, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Y prosigue el documento:

“La industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que ello tiene en el cambio climático y el calentamiento global. El modelo dominante en el sector es el de la ‘moda rápida’, que ofrece a los consumidores cambios constantes de colecciones a bajos precios y alienta a comprar y desechar ropa frecuentemente. Como consecuencia, la producción de prendas de vestir se duplicó en el periodo de 2000 a 2014”.

El organismo advierte que, de continuar con el actual modelo de negocios, las emisiones contaminantes de la industria aumentarán en un 50% para el 2030.

Microplásticos

No sólo el medioambiente es afectado por la industria; la fauna marina también enfrenta las consecuencias de nuestra huella ecológica y los métodos utilizados para satisfacer nuestras necesidades.

Se han encontrado microplásticos, muchos de ellos provenientes de los textiles sintéticos, en el interior de los peces, y estos “también los estamos ingiriendo nosotros, con implicaciones que en muchos casos desconocemos”, puntualiza Corona Núñez.

Si bien la investigación sobre el impacto de los microplásticos todavía está en desarrollo, lo cierto es que la industria textil tiene consecuencias indirectas, enmascaradas, que afectan los ecosistemas, y “nosotros, como consumidores, tenemos una gran responsabilidad”, explica el especialista.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió que la contaminación por plásticos es ya una crisis mundial, y en 2021 hace un llamado “urgente a reducir la producción mundial de plástico y de residuos plásticos en el medioambiente”.

De acuerdo con el documento De la contaminación a la solución: una evaluación global de la basura marina y la contaminación por plásticos, difundido por PNUMA, “el plástico es de hecho la fracción más grande, más dañina y más persistente de los desechos marinos, y representa al menos el 85% del total de esos desperdicios […] La contaminación por el plástico es una amenaza creciente no ya sólo para los ecosistemas acuáticos, sino para todos los ecosistemas, desde aquellos en donde se origina este material hasta los marinos y los que están en el camino que recorre entretanto.”

 

Necesario un consumo más responsable

Apuntar hacia un cambio en el pensamiento de los consumidores “es la esencia de todo”, afirma Rogelio Omar Corona Núñez, argumentando que la industria textil se escuda en las grandes tendencias de la moda y la publicidad para mantener sus prácticas de producción, y que por ello se debe concientizar sobre sus consecuencias a los potenciales clientes.

Aunque actualmente existen, por ejemplo, certificaciones de bioalgodón libre de pesticidas y fertilizantes, es necesario repensar nuestra huella ecológica para verdaderamente responsabilizar a las industrias.

“La idea es generar consumidores más responsables, con una visión ética de las afectaciones que se derivan. Esto aplica básicamente en todas nuestras tomas de decisiones cuando adquirimos un producto”, concluye Corona Núñez.