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La escuela brinda libertad y esperanza

Debido a los hechos que hoy en día nos ha tocado vivir, compartiré 10 puntos de reflexión sobre la cuarentena en relación con la Escuela tal y como la conocemos: con toda esa amplia variedad de creencias y maneras de reproducirse y que, en cada sociedad, es un pilar fundamental para que en nuestra vida democrática se organicen un montón de actividades culturales, sociales, laborales y por supuesto económicas. Comencemos:

1.-Es en la escuela, en un horario y un espacio determinado donde confluye un porcentaje amplio de la población; sobre todo joven. La escuela brinda sustento y oportunidades no sólo a maestros, también al personal de apoyo, a los especialistas e incluso a los padres de familia. Da trabajo a quien atiende la cooperativa durante el recreo o incluso brinda sustento a la señora de los dulces, de las nieves y alguno que otro personaje que ve en ella alguna manera de subsistir.

2.-La escuela brinda libertad y esperanza. Pareciera la todóloga de la sociedad, puesto que sus docentes no sólo realizan su función para quienes llegan a recibir educación, sino que también las madres y padres, abuelos, etc., llegan para resolver dudas, para que se les oriente e incluso para que se les conforte.

3.-Parte de la gracia de la Escuela no se limita a recibir alumnos y brindar el servicio educativo. La escuela no sólo permite experimentar, investigar, reflexionar y cuestionar el porqué, el cómo y el para qué de las cosas; sino que también permite ser un espacio donde surgen preguntas, donde se buscan respuestas, donde se aplican métodos, donde se prueban nuevas didácticas y formas de evaluar. También donde se puede compartir y conocer algunas otras maneras de vivir y de entender la vida.

4.-Hay más bondades en la escuela que se pudieran mencionar, sin embargo, también podemos encontrar ciertos rasgos de autoritarismo al ser un espacio altamente burocrático. No está por demás recordar que parte de su labor es administrativa, de mucho requisitado de papel, como si esto último diera cuenta de lo que al final hacen o no los docentes. La escuela, ante esta crisis, se ha visto reducida no sólo a su vulnerabilidad estructural, de insuficiencias y desidias toleradas. Se ha visto reducida a la vulnerabilidad de los sujetos que le conforman y que le dan figuración día con día.

5.-Es en la escuela donde seguimos encontrándonos a pesar de las circunstancias. Es la que nos permite comprender, distinguir y meditar sobre horizontes educativos sobre cómo mejorar la educación, de cómo hacer educación, y de lo que significa verdaderamente buscar la educación.

6.-Ahora es complicado sentirlo así; en primera porque todos, de alguna manera, nos sentimos responsables de lo que pasa. Es precisamente ese sentimiento lo que nos permite visibilizar y nombrar los sucesos a pesar de la angustia. Sin embargo, el sentir es distinto, la seguridad que nos causaba la naturaleza de nuestro quehacer diario se vio atravesado porque en realidad somos muy pequeños como individuos y el problema que nos alcanzó inmenso. La escuela -pública o privada- no nos formó para esto y tampoco estamos formando ciudadanos para el mundo, sino para cumplir con el sistema.

7.-En este momento en que poseemos la misma talla, todas las ideologías, posiciones políticas y económicas están marcadas por esta angustia. Como si el lugar en el que estamos ya no fuese propicio -no solo en el sentido de la naturaleza del quehacer docente-, sino también del territorio, del espacio en el que concurrimos. Y eso por ahora ya no está y no sabemos con seguridad cuándo volverá. Sólo se estima.

8.-Esa sensación de libertad que se sentía en la Escuela en colectivo y ahora con el paso de los días como una pérdida individual, es el que nos ha rebasado. El detalle es que, de no haber implementado la medida de confinamiento, los contagios por la concurrencia en las aulas incrementaría exponencialmente. Entonces, lo importante fue pensar las maneras de aplanar esta curva de contagio, lo cual dio lugar al distanciamiento social -escolar- para disminuir la tasa de infección, pero jamás pensamos cómo continuar las clases.

9.-Se ha dicho mucho sobre la continuidad de la educación en las instituciones educativas. El confinamiento desató una digitalización masiva de actividades laborales, económicas, culturales y sociales, y la escuela no fue la excepción. Hasta ahora, la finalidad llevada a cabo por los docentes de muchas partes del país es la continuación de los procesos de enseñanza, así como la dosificación de actividades y tareas. Esto no hizo más que evidenciar la brecha de desigualdad -sobre el acceso y uso de tecnologías- y carencias existentes de nuestra población estudiantil en este aspecto.

10.-Sin embargo, lo que no se ha dicho es que el ciclo escolar en México ya acabó. Que los pocos que puedan cerrarán lo mejor posible en línea (quienes hayan tenido la oportunidad y los medios); y todo esto, de alguna manera no es lo más importante. Vienen más decisiones de índole técnico-administrativas: la posible validación de estudios se buscará. Sin embargo, lo que la escuela no ha considerado son las pérdidas humanas de la pandemia y difícilmente habrá familias -de nuestras Escuelas- que no sufrirán una pérdida (directa, indirecta, lejana). Los que saben del tema han estimado probablemente eso y más.

Educar en estos tiempos de pandemia indudablemente exige un compromiso social y ético. Hoy somos testigos de la compasión y coraje de los trabajadores de la salud a pesar de no contar con la capacitación, con la tecnología e insumos necesarios para desempeñar su labor. Próximamente seremos testigos de la tenacidad, compromiso social y ético de los docentes para explicar al interior de cada una de sus aulas cómo la Escuela y la sociedad en la que vivíamos, se transformaron de un día para otro y no lo esperábamos.

*Doctorante en Educación en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla