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La economía creativa, clave para impulsar el desarrollo regional en México

Por economía creativa se engloba a aquellas actividades sectoriales u ocupacionales que añaden valor en la producción de bienes y servicios mediante contenido creativo, como sucede en los ramos editorial y audiovisual, en las artes, la generación de software, la investigación, la arquitectura, las labores artesanales o la ingeniería. En México el número de quienes se dedican a dicho renglón es, proporcionalmente, muy parecido al de Estados Unidos o Canadá; sin embargo, en los últimos casos estos quehaceres representan una parte significativa del PIB, mientras que aquí dicha cifra apenas roza un 3.5 por ciento, explica el profesor Marcos Valdivia López, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM).

Debido a su capacidad para impulsar desarrollo a nivel regional, este tema es cada vez más estudiado, pero casi exclusivamente en el Primer Mundo y los intentos por comprender a cabalidad qué sucede en países emergentes, como los latinoamericanos, son escasos, por lo que el universitario y un grupo de expertos se han dado a la tarea de ahondar en el asunto, como se aprecia en el libro La economía de las actividades creativas. Una perspectiva desde España y México, coeditado por la UNAM y la Universidad de Alcalá.

Este ejemplar —que puede adquirirse en formato físico por 185 pesos o ser descargado gratuitamente como ePub o PDF en la dirección www.crim.unam.mx/web/node/2166— es, antes que nada, una invitación a reflexionar sobre el potencial creativo de una población tan compleja y diferenciada como la nuestra, y sobre todo, un análisis acerca de por qué no hemos sabido aprovecharlo y hacerlo una vía efectiva para engrosar nuestro producto interno bruto, como sí hacen la India o Japón, señala el doctor Valdivia.

Desde la introducción, se deja en claro que, para esclarecer qué pasa en México, a lo largo de sus 623 páginas la obra establece paralelismos con España, pues las condiciones en ese país son tan diferentes a las del norte de Europa y tan parecidas en algunos aspectos a Latinoamérica, que algunos autores ya han comenzado a hablar de una zona de excepción denominada región mediterránea.

“En la península ibérica tenemos, por un lado, la zona de San Sebastián y Cataluña, donde se da innovación, y por el otro la andaluza, donde lo creativo responde a una tradición marcada por lo latino y lo árabe. Algo parecido observamos aquí al contrastar a Oaxaca, Yucatán y Chiapas, localidades con un fuerte legado indígena, con Guadalajara, Monterrey, el Bajío y en la franja fronteriza, de señalada vocación industrial”, añade el investigador.

Por esta razón, en la obra se alternan capítulos dedicados a México y España, pues como se argumenta en el prólogo: “Hay una región mediterránea de creatividad y lo mismo podría decirse de los países de Latinoamérica, los cuales incluso comparten una herencia cultural e histórica fuertemente vinculada al Mediterráneo”.

En vez de remitirnos a investigaciones realizadas en el norte hemisférico preferimos aprovechar la experiencia de países más parecidos a nosotros, de ahí que colaborar con la Universidad de Alcalá haya terminado por darle forma al proyecto, apunta el docente.

Riqueza creativa y la creatividad como riqueza

Para el doctor Marcos Valdivia es evidente que los trabajos académicos sobre economía creativa en países emergentes son escasos, “por no decir nulos”, por lo que para llenar este hueco el investigador convocó a un grupo multidisciplinario de especialistas provenientes del CRIM, el Posgrado de Economía y la FES Acatlán, por parte de la UNAM, así como de las universidades Benemérita Autónoma de Puebla y la de Alcalá, en España.

“Esto es relevante porque en México hay trabajos sobre economía en la cultura, pero no sobre economía creativa y, por lo mismo, no sabemos ver el potencial de cada zona ni entendemos cómo la diversidad fomenta el crecimiento económico y genera mayor empleo y bienestar, es decir, cómo mejora las condiciones de vida”.

A decir del académico, el momento histórico por el que atraviesa el país hace necesario poner este tema sobre la mesa, pues no basta con que el nuevo gobierno plantee proyectos como poner en marcha los trenes Maya y del Istmo a fin de generar fuentes de trabajo, ni que promueva una descentralización de los poderes y mueva secretarías como la de Energía a Tabasco o la de Cultura a Oaxaca a fin de reactivar la economía si antes no considera el potencial de cada región y si soslaya la relevancia de los saberes locales.

“¿Y cómo la creatividad es capaz de añadir valor? Pongamos un caso relacionado con la industria del software y tomemos la película de Coco, de Pixar. ¿Cuál es el elemento creativo ahí? Éste no se queda en el mero desarrollo de tecnología multimedia; su acierto fue integrar un elemento cultural, en este caso el Día de Muertos, y catalizar a través de la animación elementos de índole local que fueron elevados a un ámbito mucho más universal”.

Tomando esto como referente, Valdivia López asegura que no es descabellado pensar en que, de planificarse bien las cosas, el proyecto del Tren Maya podría ser una vía para, en el largo plazo, encauzar la herencia milenaria de sureste y darle presencia a nivel tecnológico o de innovación. “Imaginemos una firma de diseño de vehículos con base en Mérida de donde salgan automóviles o aviones inspirados en el arte maya. La sabiduría local cada vez es más importante en cuanto a proveer contenidos y esto es algo que debemos considerar al instrumentar determinadas políticas”.

Sobre lo crucial de estar consciente de las diferencias entre una región geográfica y otra, el economista mencionó a Guadalajara por tratarse de un caso emblemático para México, ya que esta ciudad se ha vuelto un clúster creativo ligado a la industria del software, con una fuerte base industrial y dinámicas similares a las desarrolladas en países de corte anglosajón, como Estados Unidos o Inglaterra.

“Se dice que la experiencia tapatía es ejemplo a seguir; sin embargo, es iluso pensar que dicho esquema funciona para todo el territorio nacional, en especial cuando tenemos una región sur con una fuerte presencia indígena y otro tipo de elementos culturales. Lo observado en Jalisco no puede ser trasladado a regiones como Chiapas o Oaxaca, donde el acento no está en lo tecnológico, sino en labores de corte artístico y artesanal, lo cual de ninguna manera es criticable”.

Aprovechar el potencial de México

Hay quien piensa que con elevar el nivel de escolaridad se igualarán las condiciones de vida a nivel nacional; sin embargo, esta política será insuficiente si, a la par, no se considera el potencial creativo de cada zona, ya que esto es clave para fomentar el crecimiento económico regional y, por ende, el del país, subraya Valdivia López.

“Si sólo nos quedáramos en la primera parte de dicho planteamiento y obviáramos la segunda correríamos el riesgo de capacitar a las poblaciones indígenas y marginales tan sólo para integrarlas al mercado laboral como trabajadores manuales y ya no queremos más maquiladores, sino personas que, a través de la formación académica, sepan aprovechar su sabiduría local y sean capaces de transmitir contenido creativo. Fallar en este punto implicaría desaprovechar una herencia cultural tremenda”.

El volumen La economía de las actividades creativas. Una perspectiva desde España y México fue coordinado por Marcos Valdivia y Juan Cuadrado-Roura. Consta de 18 capítulos escritos por 35 especialistas de México, España, Ecuador, Italia y Turquía.

“Éste es un esfuerzo multidisciplinario que decidimos llevar adelante por tratarse de un concepto nuevo que aún no figura —al menos de forma notoria— en la agenda de desarrollo regional. Aunque parecería que esto pertenece más a un debate en torno a la cultura en general, quienes participamos en el libro tenemos algo muy en claro: para entender el desarrollo económico en los términos que exige el mundo actual, este tema resulta fundamental”.