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La danza fue el mejor recurso pedagógico de la evangelización

Como parte del Programa México 500, Danza UNAM transmitió en vivo la mesa redonda Danzas de Conquista, Tradición y Resistencia, en el que se dialogó sobre las incidencias y repercusiones que tuvo la denominada Conquista sobre el cuerpo y la danza en México. Para tal fin se enlazaron virtualmente la bailarina de danza folclórica y docente Guadalupe Camacho, la coreógrafa y comunicóloga Paula Villaurrutia, el antropólogo y etnohistoriador Joel Lara y el antropólogo Benjamín Muratalla.

 

Guadalupe Camacho se refirió a la diferencia que existe entre la danza tradicional y la folclórica. “La primera sucede en los pueblos, forma parte de las tradiciones vivas. Se inserta en los rituales sociales de las comunidades, en los que caben las artesanías, la historia, la indumentaria cargada de simbolismos y la música que suena una y otra vez”. Dijo que ocurre en espacios sagrados y es una expresión artística forjada de manera colectiva para mostrar cómo las comunidades conciben el mundo y de qué manera se relacionan sus integrantes.

 

“La tradicional -continuó- es un acto propiciatorio que implica solicitar un beneficio del santo patrón y, por lo mismo, este tipo de danza no es un simple hecho recreativo o estético, dado que está muy ligada a procesos y fiestas religiosas del calendario católico. Al danzante se le ve como un oficiante”.

 

Con respecto a la danza folclórica, aclaró que ésta implica la adaptación del espacio y de la vestimenta, requiere de edición musical, coreografías y secuencias que se resuelven durante un proceso académico y de producción, además de que los bailarines no necesariamente pertenecen a las comunidades donde se originaron las danzas que escenifican. “La danza folclórica es una expresión artística a veces repetitiva, por lo que es importante buscar otras propuestas escénicas más creativas”, sugirió.

 

Por su parte, Paula Villaurrutia reconoció que estas dos manifestaciones se hallan estrechamente unidas. “La danza folclórica no podría ser sin la tradicional. Se inspira en ella y retoma varios elementos de la misma, pero sus representaciones tienen otros fines. En la danza folclórica hablamos del desarrollo, por ejemplo, de una técnica del zapateado y otras de carácter corporal. Son diferentes las líneas de trabajo que cada director y coreógrafo emprende. El compromiso aquí sería no olvidar la fuente brotante: la danza tradicional”, enfatizó.

 

En su intervención, Joel Lara se centró en lo histórico de las danzas de conquista. Habló en particular del género Moros y cristianos, escenificaciones más dramatizadas, basadas en guiones muy próximos a la noción de teatralidad y menos a la de danza. “Parte sustancial de la argumentación escénica se tradujo en el desdoblamiento de símbolos sublimes y atemorizantes, como el del Señor  Santiago, el mejor luchador contra la infidelidad, y el de la Santa Cruz, patrona de la cristiandad. Con el paso del tiempo, los Moros y cristianos fueron más dramatizados y eso funcionó como el mejor recurso pedagógico de la evangelización”.

 

La escenificación de las batallas épicas entre moros y cristianos es para Lara “un espectáculo de masas, un objeto del deseo y una meta por cumplir”. Y agregó: “Las danzas son encarnaciones, no representaciones, se trata de narrativas corporales que en este caso contienen historias llenas de misticismo, fantasía, magia y temor”.

 

Refirió que Hernán Cortés personificó al capitán de los moros en las dos puestas de escena del siglo XVI del texto de los moros y cristianos. Una en La conquista de Rodas y la otra en La conquista de Jerusalén.

 

En cada escenificación del género tenían lugar juegos de desafíos, batallas entre los ejércitos y cantos dramatizados con referencias bíblicas, donde el cuerpo resultó ser el principal recurso pedagógico de la Conquista que se materializó en danzas y cantos.

 

Antes de que se mostraran y comentaran algunos fragmentos de videos donde se apreciaban danzas tradicionales, Benjamín Muratalla, subdirector de la Fonoteca del INAH, señaló que la tradición es algo que nace en la oscuridad del tiempo y que transita a través de los años. “Cada grupo humano la asimila, la hace suya y la recrea. Esto pasa de generación en generación en un aprendizaje de oralidad que la diversifica, y eso es lo que también se expresa en nuestras danzas tradicionales”, remarcó.

 

La conversación completa puede consultarse en la página de Facebook de Danza UNAM.