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Investigadora de FES Cuautitlán descubre relación entre variaciones hormonales del ciclo menstrual e infartos

Los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiacas son la hipertensión, diabetes, el tabaquismo, colesterol y sobrepeso, los cuales se pueden evitar llevando un estilo de vida saludable. Sin embargo, en las mujeres se ha encontrado una variante que favorece la incidencia de infartos.

Debido a esto, en 2014 el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, National Institutes of Health (NIH), envió una alerta a nivel mundial para solicitar que todos los protocolos experimentales incluyeran especies animales hembras. De ahí que investigadores de la FES Cuautitlán, en colaboración con el Instituto Politécnico Nacional (IPN), comenzaran a estudiar cuáles son las diferencias de infarto entre ambos géneros. De acuerdo con sus resultados, descubrieron que antes de la menopausia las mujeres presentan menor número de afecciones cardiacas.

En entrevista, la doctora Diana Ramírez Hernández, profesora de esta casa de estudios, quien el pasado noviembre recibió por parte de la Sociedad Mexicana de Cardiología el premio al mejor investigador joven del área básica Arturo Rosenblueth por el trabajo “Efecto de los niveles de las hormonas sexuales en el infarto miocárdico agudo y crónico”, explicó cómo afectan las variaciones hormonales del ciclo menstrual en un infarto.

Para ello, estudió las etapas del ciclo estral en la rata Wistar, especie que al igual que las mujeres tiene variaciones hormonales. En su análisis reveló que existe una mayor protección del padecimiento en el pico de los niveles de estrógenos, diferencias que hasta el momento eran desconocidas.

Aunado a esto, la doctora Ramírez resaltó que la capacidad que tiene el corazón para bombear sangre al cuerpo también tiene variaciones en una hembra con ovarios en comparación con una a la que se le hayan extirpado, independientemente de que presenten o no un infarto. “Esto ya habla de que la pérdida de hormonas genera un cambió en la función cardiaca”, indicó.

Otros biomarcadores (indicadores de estados biológicos) que se utilizaron para observar las diferencias de presencia de infarto en mujeres fueron el óxido nítrico (NO) y el estrés oxidativo (especies reactivas de oxigeno). El primero es un gas que produce el cuerpo de manera endógena para generar la vasodilatación en arterias y venas durante un infarto.

El segundo es un marcador de daño que activa las vías de señalización de muerte celular, que al romper tejidos y provocar un deterioro activa las vías de señalización. “Estos biomarcadores nos ayudan saber cómo está el infarto y el animal tras este episodio” mencionó la investigadora.

Debido a las reacciones que se estudiaron en la rata se llegó a la conclusión de que el NO funciona más bien como un modulador (dependiendo de la circunstancia en la que se encuentre la célula) que como un protector. “Lo importante es observar cómo las hormonas sexuales nos protegen en cierta etapa del ciclo estral, hay que saber cómo funciona la enfermedad para diferenciar la presencia de infarto agudo o crónico con hormonas y sin ellas” indicó la especialista.
Por todo lo anterior es trascendente saber cómo evoluciona un infarto en mujeres y hombres a partir de la presencia hormonal y sus cambios durante el ciclo reproductivo. “La finalidad es dejar abierta la puerta al estudio y aplicación adecuada de los fármacos que combaten este problema”, concluyó la universitaria.