Explora unam global revista
Explora unam global revista
explorar
regresar

¿Sin plan para el fin de semana?

descarga para medios

Debido a la enorme cantidad de herramientas que almacenan, los celulares se han vuelto las navajas suizas del siglo XXI: además de teléfonos pueden ser mapas, brújulas o astrolabios y, por lo mismo, llevarnos a cualquier sitio, incluso al pasado. Justo eso hace la app Barrio Universitario, un programa para dispositivos móviles que busca transportarnos 100 años atrás a fin demostrarnos cómo eran las calles, edificios y estudiantes que escribieron tanto el prólogo como el primer capítulo de lo que hoy es la UNAM.

“Este ejercicio de memoria es una iniciativa del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) y la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) que, en conjunto,recopilaron información del Archivo Histórico de la UNAM,digitalizaron imágenes y crearon modelos arquitectónicos interactivos y en 3D para darle forma a esta aplicación que puede descargarse de forma gratuita en las tiendas de Apple y Android”, señala Claudia de la Garza.

Para la coordinadora del Museo UNAM Hoy, este proyecto es una invitación a imaginar cómo era el Centro Histórico de la CDMX a inicios del siglo XX, cuando Palacio Nacional no lucíacercado con vallas, las aceras no estaban tomadas por vendedores de baratijas chinas y cuando se escuchaban melodíasde organillos en vez de la actual cacofonía de cláxones y motores.

“Hablamos de una época cuando en la zona pululaban jóvenes vestidos de traje que, al terminar sus clases, se reunían en los cafés, billares y cantinas cercanas para discutir de política y otros temas, o que iban al cine Goya —sitio que inspiró la porra universitaria— a pasar el rato. Ello nos da idea de lo de diferenteque era todo cuando aquí estaba el Barrio Universitario (BU)”.

Para recrear cómo era la vida estudiantil de aquellos años, la aplicación incluye apartados sobre cada uno de los espacios donde se concentraba la comunidad estudiantil de antaño: el antiguo Templo de San Pedro y San Pablo (actualmente Museo de las Constituciones); el Antiguo Colegio de San Ildefonso; la cantina El Nivel (Museo UNAM Hoy); la Antigua Academia de San Carlos; los palacios de Minería, de la Escuela de Medicina yde la Autonomía (entonces la Rectoría); la Escuela Nacional de Jurisprudencia; la Imprenta Universitaria (hoy Museo de la Mujer); la Antigua Escuela de Economía; la vieja Prepa 2; el cine Goya, y el templo de San Agustín.

“Esta app busca ser una suerte de guía para cualquiera que decida recorrer las calles del Centro y acercarse a estos espacios, aunque también sirve para quien quiera hacer el recorrido desde su casa u oficina, pues el software también incluye audios y videos como una estrategia para acercarnos, desde donde estemos, a esos años que ya se fueron”.

Un paseo por la memoria

La Universidad Nacional nació un jueves, el del 22 de septiembre de 1910, una semana después de que México celebrara el primer centenario de la independencia y 59 días antes del estallido de la Revolución. Es en este marco tan peculiar que se va conformando el moderno Barrio Universitario, una comunidad única de profesores y estudiantes circunscrita a un perímetro de unas pocas decenas de cuadras en el corazón de México.

Desde un principio, identificar a la institución con sus predios arquitectónicos fue inevitable, como se aprecia en la ley promulgada el 26 de mayo de 1910, donde el gobierno mexicano estipulaba cómo sería la Universidad: “Quedará constituida por la reunión de las Escuelas Nacionales Preparatorias, de Jurisprudencia, Medicina, de Ingenieros, Bellas Artes y la de Altos Estudios”.

Para ahondar en la historia de cada inmueble, la app desarrollada por el IISUE y la DGTIC propone como sitio de arranque al Museo UNAM Hoy, sitio que albergó las oficinas de la Universidad cuando ésta aún era Real y Pontificia y que,tiempo después, se convertiría en la cantina El Nivel, la más antigua de México hasta su cierre en 2008, pues fue el primer local en el país con una licencia (de 1857) para vender bebidas alcohólicas.

El siguiente punto de la ruta es el Antiguo Colegio de San Ildefonso, edificio fundado en el siglo XVI por la Compañía de Jesús que, no sólo sería la cuna del muralismo, sino el colegio donde estudió Octavio Paz de 1930 a 1933 y el escenario donde se registraron las agresiones militares contra la sociedad civil que desataron el Movimiento Estudiantil de 1968.

Y otra parada imperdible es el Palacio de Minería, un recinto famoso por su Orquesta Sinfónica, por albergar las meteoritasmás famosas de México, por haber sido la cuna de las facultades de Ciencias e Ingeniería e incluso por aparecer en múltiples películas, como en Spectre, de James Bond.

“Estos hechos, anécdotas y transformaciones — agrega De la Garza— son señal de que estos edificios han tenido muchas vidas y cada una de estas historias merecen ser contadas. La aplicación es una vía para hacerlo”,

Mujeres que reclaman su lugar

Hoy, la matrícula femenina de la UNAM supera a la masculina, pero a inicios del siglo XX las mujeres apenas figuraban en las aulas del Centro Histórico. “Por eso me apasiona la figura de Matilde Petra Montoya Lafragua, la primera médica mexicana”, expone Verónica González Illescas, encargada del área deContenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina, otro de los edificios incluidos en la app Barrio Universitario.

Al respecto, González Illescas señala que si bien el inmueble donde trabaja es muy conocido —“tanto que muchos capitalinos muy rápido sabrían decir que aquí estuvo la Inquisición y sus cárceles”—, casi ninguno atinaría a decir quién fue Matilde Montoya, pese a tratarse de una figura pionera que, como mujer,defendió su derecho a estudiar y desafió a los profesores y compañeros que la quisieron correr de las aulas bajo el sofisma de que el reglamento escolar hablaba de alumnos, pero jamás de alumnas.

“Tras concluir la carrera en la entonces Escuela Nacional de Medicina, Matilde no sólo obtuvo el mejor promedio de su generación, sino mención honorífica. Sin embargo, aúnrepelentes a aceptar a una mujer entre sus filas, los docentes amenazaron con realizarle el examen profesional en una bodega. Sólo ante el anuncio de que Porfirio Díaz asistiría a la ceremoniase vieron obligados a acondicionarle una sala a fin de concederle el grado”.

Para González Illescas citar este pasaje no es gratuito, pueshablar del Barrio Universitario no es sólo enumerar recintos, es remitirnos también a sus estudiantes y sus luchas, y una de las más importantes ha sido —y sigue siendo— por la igualdad de género, tema al que se aboca  el Museo de la Mujer (MM), un espacio único en Latinoamérica y otro de los inmuebles a visitar si atendemos las sugerencias de la aplicación para celular.

“De 1935 a 1959 esto fue la Antigua Imprenta Universitaria, de aquí salían las ediciones de la Universidad. En 2011 la casonafue convertido en un museo que visibiliza el quehacer femenino. Que exista un espacio así es muy importante pues aunque nos gusta hablar de equidad, estamos aún lejos de alcanzarla”, señalaMargarita Almada, coordinadora del Centro de Documentación Clementina Díaz y de Ovando del MM de la UNAM.

Para la profesora Almada, si bien hemos avanzado mucho desdeaquellos tiempos en que la doctora Matilde Montoya peleaba porun lugar en la Universidad, hoy las alumnas son mayoría en la UNAM. Sin embargo, advierte, observamos el fenómeno inverso a nivel de investigadores y directivos. “Ahí los hombres son más”, y por poner sólo un ejemplo, de los 48 directores que ha tenido la Facultad de Medicina en 140 años (desde que era Escuela Nacional de Medicina), el cargo jamás ha recaído en una mujer.

Hoy la comunidad médica nacional cuenta con destacadas representantes como María del Sol García Ortegón, la primera mexicana en realizar un trasplante de corazón (2017) o Eva Ramón Gallegos, quien logró erradicar al 100 por ciento el virus del papiloma humano (segunda causa de muerte entre las mexicanas); que esto sea posible se debe a que hace más de 100 años, en el Barrio Universitario, una mujer le hizo frente a los prejuicios de la época y se negó a que le arrebataran su derecho a estudiar.

Como reflexión final, los diseñadores de la app señalan que pasear por el BU no es sólo admirar sus edificios y repasar su historia con celular en mano, sino una invitación a reflexionar sobre cómo se ha transformado la comunidad estudiantil en todo este tiempo, de saber de dónde venimos y de establecer hacíadónde debemos avanzar.  “Es un recorrido —concluye Claudia de la Garza— que gracias a la tecnología ya no tenemos que hacer con libros en una biblioteca, ahora lo podemos realizar en primera persona”.