- En la UNAM hay 66 instancias universitarias con 460 recintos identificados destinados a estos objetivos
- El Espacio de la Calma es un lugar en la Preparatoria 2 donde los alumnos, mediante actividades sensoriales, estrategias de conciencia plena, meditación e invitaciones al silencio, adquieren herramientas para conseguir equilibrio emocional
Cuidarse implica realizar todas aquellas acciones para preservar la vida: desde las pequeñas tareas del entorno hasta atender a los seres queridos, como personas mayores, infancias y cercanos. En los últimos años, ha habido esfuerzos por reconocer estas labores (como llevar a los niños a la escuela o apoyar a los abuelos) como un trabajo.
“Desde los feminismos y la perspectiva de género reivindicamos que esto debe asumirse de manera conjunta entre todos los miembros de la sociedad, familias, comunidades y Estado”, refirió Yekuana Martínez, colaboradora del Programa de Corresponsabilidad de los Cuidados de la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM (CIGU).
Esta iniciativa nació en 2021, en la CIGU, con el objetivo de elaborar diagnósticos que permitan entender mejor el escenario y diseñar políticas institucionales que reconozcan las necesidades de cuidados y de las personas cuidadoras de la comunidad universitaria.
Por ello, se desarrolló una campaña de identificación de espacios vinculados a los cuidados en la Universidad, entre los que se encuentran salas de lactancia, cambiadores de pañales, ludotecas, baños de acceso universal, regaderas, vestidores, espacios recreativos y de descanso.
A través del programa buscan reflexionar sobre dicho tema y su relación con el descanso, uno de los elementos más importantes del autocuidado, el cual puede definirse como “las acciones que emprendemos para nuestro bienestar físico, emocional, mental”, detalló.
De acuerdo con Yekuana Martínez, maestra en Estudios de Género por la UNAM, el descanso se suele asociar con improductividad, bajo la lógica de una sociedad productivista que no quiere reconocer que los humanos necesitan momentos de reposo, incluso en sus jornadas laborales.
“Todos necesitamos reservar tiempos para recuperar energía y seguir con nuestras actividades productivas. Esos espacios de descanso, tan fundamentales, sirven para liberarnos por un momento de nuestras responsabilidades académicas, laborales, de trabajo doméstico y de todo lo que implican las labores de cuidado y de reproducción de la vida”.
Si bien persisten desafíos, México ha avanzado con el diseño e instrumentación del Sistema Nacional de Cuidados. “No pueden ser sólo acciones aisladas, sino un entramado organizado que garantice el cuidado como derecho, independientemente de tu condición económica, origen étnico, identidad de género o identidad sexual”, aseguró.
Según el Directorio de espacios de cuidados en la UNAM, hay 66 instancias universitarias con 460 instalaciones para este fin, entre salas de lactancia, cambiadores, sitios con insumos para la menstruación digna y centros de desarrollo infantil, entre otros. “Esto demuestra que es posible trabajar de manera digna y tener lugares de descanso para detenerse, respirar, caminar y continuar”, señaló Yekuana Martínez.

Actualmente la CIGU, a través del programa referido, trabaja en una Guía del Derecho al Descanso, en la que se reflexiona sobre la importancia del descanso y el compromiso de la Universidad Nacional para favorecer y multiplicar los espacios de descanso y de desconexión digital destinados a su comunidad, todo ello desde una ética del cuidado.
Un aspecto que se destacará en el documento es la importancia de tener pausas activas programadas, “pues son espacios de autocuidado cotidiano que sirven para conversar, tomar un café o salir a respirar, y que además de permitirnos avanzar hacia la desconexión, nos recuerdan que no somos máquinas, sino humanos”, finalizó la universitaria.
Espacio de cuidado: Espacio de la Calma
Entre los sitios de cuidado para la comunidad puma se encuentra el llamado Espacio de la Calma, ubicado en la Escuela Nacional Preparatoria número 2, Erasmo Castellanos Quinto, creado en 2022 por el Colegio de Orientación Educativa de esa entidad.
Se trata de una vieja bodega acondicionada con foamis y una gran variedad de materiales sensoriales y de educación socioemocional,a la que los alumnos pueden acudir al experimentar un desborde emocional, una crisis de ansiedad o emociones ante las que no sepan qué hacer.
“Hay jóvenes que a veces salen de clase a llorar o a caminar al sentirse desbordados emocionalmente. El Espacio de la Calma es un lugar para recuperar el equilibrio”, explicó Lilia Guerrero Sámano, profesora de asignatura del Colegio de Orientación Educativa de Prepa 2.
Mediante actividades sensoriales, meditación, estrategias de conciencia plena, aromas y habilidades emocionales, los y las solicitantes realizan actividades de autoconocimiento. “Tomamos la idea de Rafael Bisquerra de la educación emocional, de hacer introspección, otro de los objetivos del Espacio de la Calma”, detalló la también responsable del recinto.

De acuerdo con Guerrero Sámano (maestra en Psicología por la UNAM), acudir a estos espacios es una manera de cuidarse, ya que ahí pueden experimentar las emociones, regularlas y expresarlas.
En el mundo, 359 millones de personas tenían un trastorno de ansiedad en 2021, según la Organización Mundial de la Salud. Además, el 5.3 por ciento de los y las adolescentes de 15 a 19 años lo experimentaron con miedo, nervios, ira o frustración.
La sociedad tiende al ignorar el malestar y a asumir que “no nos pasa nada, que todo está bien y que somos felices”, pero la idea no es negar la emoción, sino admitirla, saber cómo transitarla y expresarla de manera creativa sin que afecte o dañe a los demás o a una o uno mismo, explicó.
A dos años de creación del Espacio de la Calma, hay alumnos que acuden de manera regular, algunos por curiosidad y otros por una búsqueda genuina de ayuda, como Maya Guevara, quien cursa el sexto año del bachillerato en Prepa 2 y lo conoce desde que inició.
“No me daba la cabeza para terminar mis actividades y eso me hacía sentir peor, era un ciclo inacabable. Diario lloraba por ansiedad y en las clases no ponía atención, llegaba a casa y sólo quería acostarme”, relató.
Por ello buscó ayuda con los psicólogos de la preparatoria, quienes le recomendaron asistir al Espacio de la Calma, donde le enseñaron meditación, estrategias de relajación, a colorear mandalas y a cómo inhalar y exhalar para calmarse, algo que le ha ayudado mucho. “Ahora, si en medio de clase o en exámenes estoy nerviosa, aplico los ejercicios de respiración y sigo normal. No me debo detener para tranquilizarme”.
Al principio, acudía tres veces por semana, en alguna hora libre. “Ahora ya me da tiempo de terminar mis tareas, descanso en casa, hago las actividades, duermo bien y llego temprano a la escuela”, aseguró la joven.
Maya desea estudiar Letras Inglesas y considera que hoy tiene mucha mayor estabilidad emocional, pero no le fue fácil llegar a este momento.
“Cuesta pedir ayuda, pero es lo mejor porque a veces no podemos con lo que vivimos. Muchas veces traemos cosas de otros lugares y no tenemos dónde expresarlas. El Espacio de la Calma puede ayudar”, afirmó.
Ahora, acude una vez cada dos meses para efectuar una actividad dirigida, es decir, para que alguien del Colegio de Orientación o algún pasante de Pedagogía o Psicología que preste servicio social le comparta alguna estrategia específica de relajación. Gracias al Espacio de la Calma, muchos alumnos de Prepa 2, como Maya, han podido identificar y validar sus emociones. “Todos deberíamos tener lugares así en nuestras casas, centros de trabajo y educativos, porque aprender estrategias de regulación emocional, respiración y contención es parte del autocuidado”, finalizó Lilia Guerrero Sámano.