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¿Qué le espera a Brasil con la segunda vuelta electoral?

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  • Será necesario establecer una política de conciliación y dialogar con las fuerzas de derecha y extrema derecha que crecieron de manera importante en la nación sudamericana

El domingo 30 de octubre Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales de Brasil, en la segunda vuelta de la contienda electoral. Con 50.9 % de los votos a su favor venció a Jair Bolsonaro, quien obtuvo 49.1 % de los sufragios.

Las elecciones presidenciales, gubernamentales y del Congreso Nacional de Brasil de 2022 se llevaron a cabo en un contexto de polarización. El 2 de octubre se realizó la primera vuelta electoral. Los resultados pusieron a la cabeza a Lula da Silva (expresidente de Brasil 2003-2011) con 48.4 %, mientras que a Bolsonaro lo colocaron en segundo lugar con 43.2 %. Sin embargo, para determinar quién gobernaría el país se requería que alguno de los candidatos obtuviera más de 50 % de los votos, por lo que tuvo que organizarse una segunda vuelta electoral.

Así, la población brasileña acudió nuevamente a las urnas el domingo 30 de octubre y le dio la victoria a Lula con una diferencia de 2 %. “Estas elecciones fueron fundamentales, nunca vivimos un momento tan problemático desde que Brasil volvió a la vida democrática en 1985. No era una cuestión de elección entre programas de gobierno, sino una decisión de si Brasil se mantenía como país democrático o si caminaba hacia una dictadura. Lula es el único camino para un intento, que será complejo y tardado, de regreso a todo lo que se ha perdido durante los años del gobierno de Bolsonaro”, apunta Regina Crespo, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC).

En 2011, cuando Lula concluyó su gobierno redujo la desigualdad alimentaria. “Brasil salía de los estándares de los países que estaban marcados con mayor carencia de alimentos, en términos del acceso a su población. Brasil es la tercera potencia alimentaria y, no obstante, la gente se estaba muriendo de hambre. Cuando Lula llegó sus programas sociales la redujeron hasta en 4 %”, señala, por su parte, Polette Rivero Villaverde, secretaria académica en el Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Bolsonaro cerrará su mandato “con 33 millones de brasileños pasando necesidades y hambre. Retirar el país del mapa del hambre fue una de las grandes conquistas del Partido de los Trabajadores, durante los dos gobiernos de Lula da Silva, mientras el de Bolsonaro destruyó esa labor”, comenta Regina Crespo.

Según la investigadora del CIALC, el camino de Lula para recuperar los estándares sociales y económicos del pasado no será nada sencillo. El presidente recibirá un país muy diferente del que comenzó a gobernar en 2003, en términos políticos, sociales y económicos. Brasil hoy es una nación dividida y marcada por el discurso de odio e intolerancia, potenciado en los últimos cuatro años. Lula tendrá que establecer una política de conciliación y dialogar con las fuerzas de derecha y extrema derecha que crecieron de manera importante en Brasil.

Crespo añade que la división política y la acción de grupos radicales probablemente será una constante durante el mandato de Lula. Desde las primeras horas después de que el Tribunal Electoral anunciara al candidato ganador comenzaron las expresiones de inconformidad, rechazo y desconocimiento hacia el nuevo presidente. Por ejemplo, la serie de bloqueos carreteros que se esparcieron a lo largo y ancho del país a partir de la noche del 30 de octubre.

Estos bloqueos se anunciaron como una acción en contra de un supuesto fraude electoral y en demanda de una intervención militar, organizada por traileros, grupo que siempre ha apoyado a Bolsonaro. “Sin embargo, muchas asociaciones de esos profesionales y también de sectores empresariales de transporte se han deslindado y criticado tal acción”.

Después de casi dos días de silencio, Jair Bolsonaro dio una breve declaración pública en la que no asumió explícitamente su derrota ni reconoció a Lula da Silva como el presidente que tomará el cargo el 1 de enero de 2023. Sin embargo, a nivel internacional se ha reconocido la legalidad y legitimidad del proceso y los mandatarios de otros países ya han felicitado a Lula por su victoria.

Regina Crespo considera que el presidente electo empezará a gobernar en un panorama mundial muy complejo: “Hoy tenemos una guerra en Europa, una serie de conflictos internacionales y un preocupante avance mundial de la extrema derecha. Lula necesitará recuperar el protagonismo de Brasil, retomando las relaciones que el actual presidente deshizo y volviendo a proyectar la diplomacia ‘activa y altiva’ que caracterizó su primer gobierno”.