• El Mariachi Universitario de México es una iniciativa nacida en agosto de 2023 a propuesta de un grupo de estudiantes de la Facultad de Música de la UNAM
• El 21 de enero se conmemora el Día Internacional del Mariachi
“¿Cuándo me traes a mi negra / que la quiero ver aquí? / Con su rebozo de seda / que le traje de Tepic”, entona un grupo de estudiantes en una sala de ensayos de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM. Se trata del Mariachi Universitario de México (MUM), conjunto que, acompañado de violines, guitarras, vihuelas, trompetas, guitarrón, arpa y flauta, interpreta El son de la negra.
Este proyecto, creado en agosto de 2023 por alumnado de la FaM a fin de visibilizar al mariachi (declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2011), además de permitir a los y las estudiantes conocer técnicas diferentes a las académicas, busca generar reflexiones sobre temas socioculturales a partir de su repertorio.
“Uno de los objetivos fue acercar este estilo a compañeros y compañeras y enseñarles a interpretar un son en el violín o a hacer ciertas arcadas y mánicos en la guitarra. Estamos integrados por diferentes carreras: Educación Musical, instrumentistas, compositores, etnomusicólogos y alumnos de las escuelas de Mariachi Ollin Yoliztli, en Garibaldi, y Superior de Música”, dice Raúl López Jiménez, alumno y creador del MUM.
Por su parte, Camilo Raxá Camacho Jurado, profesor de la FaM, señala que esta iniciativa es muy loable y crucial para que las nuevas generaciones reconozcan la diversidad del mariachi y valoren sus raíces.
Tradicional y moderno
Raúl comenzó a tocar el violín a los 15 años. Su cercanía al mariachi le viene de su familia materna, donde casi todos son amantes de ese tipo de música. “Para mí era más común escuchar eso que otra cosa”, narra. Con el tiempo participó en ensambles y conciertos, pero no le convencía integrarse a uno de estos conjuntos hasta que los huapangos llamaron su atención y decidió acercarse a los grupos de su localidad.
Ese evento, acontecido hace una década, sumado a una mala experiencia vivida al intentar llevar estos repertorios al extranjero, le hicieron plantear un proyecto en su facultad que le ampliara el panorama a sus compañeros y compañeras, y los acercara a la música mexicana.
La categoría “mariachi” es polisémica. Puede hacer referencia a una fiesta, baile o a un conjunto de cuerdas (en ocasiones acompañado de instrumentos de percusión). Sus orígenes datan de la época virreinal y tiene una influencia predominantemente hispana y africana, pero también una vertiente indígena, explica Camilo Camacho.

“Hay que diferenciar dos modelos. El tradicional, un conjunto de cuerdas con diferentes variantes, y el moderno y más conocido, que incluye trompeta. Este último surge en la posrevolución (con antecedentes en el porfiriato) con el objetivo de crear identidad nacional. Se recurrió a algo común y que gustaba, y se aderezó con algo más cosmopolita y de mayor prestigio. Sus integrantes vestían trajes de gala, usados por las élites regionales, mientras que los músicos comunes utilizaban manta”.
A partir de esto se transformaron y de sólo tocar sones, minuetos, potorricos, jarabes o sambas, integraron música de otras regiones del país y sones como La bamba o La Llorona, huastecos o huapangos, rancheras (que también comenzaron a ser un referente identitario) e incluso melodías extranjeras pasaron a ser parte de su repertorio.
“Hay un contraste: mientras que los mariachis modernos están en casi toda América, Europa y Asia, los tradicionales han sido invisibilizados y desconocidos en sus regiones debido a múltiples factores, como cambios en los contextos de ejecución o los gustos de la gente. Hoy están relegados a tocar en cantinas o pulquerías y muchas veces son excluidos de las festividades de la comunidad y de su papel ritual en el ámbito religioso, perdiendo minuetos o dancitas, propios de funerales, velorios y velaciones de santos y angelitos”, expone Camilo Camacho.
El territorio cultural del mariachi se ha movido con el tiempo. Los trabajos de Jesús Jáuregui y Álvaro Ochoa demuestran que, a principios del siglo XIX, el corazón de la región mariachera abarcaba desde la Alta California (ahora parte de Estados Unidos) hasta lo que hoy se conoce como la Costa Chica de Oaxaca. Las descripciones de viajeros y militares parecen hablar de fiestas como las ocurridas en Jalisco o Michoacán.
“En dicha zona el mariachi era común en la vida campesina y minera. Hay referencias en periódicos donde se dice que, tras sus largas jornadas, los fines de semana los mineros sacaban sus instrumentos y practicaban para participar en fandangos”, detalla el profesor Camacho.
Para el siglo XX dicha región se redujo. En la actualidad se concentra en el occidente del país, desde el puerto de San Blas, en Nayarit, hasta el puerto Lázaro Cárdenas, en Michoacán, e incluso en parte de la Tierra Caliente de Guerrero, irradiando a estados como Aguascalientes, Sinaloa, Guanajuato, Durango, parte de Zacatecas y el Estado de México.
Mariachi Universitario
A raíz de la pregunta ¿por qué no hacer lo que me gusta y compartirlo en mi escuela?, Raúl López Jiménez se aventuró a convocar al alumnado interesado en crear un mariachi. En agosto de 2023 se consolidaron y comenzaron a practicar en los jardines de la facultad.
“En el primer ensayo tuvimos miedo de que nos juzgaran o nos prohibieran tocar. Para muchos era su primer acercamiento, tuvimos que hablar sobre cómo sonar bien. Empezó a llegar gente ajena a la UNAM con instrumentos como guitarrones o vihuelas, que no vemos en la FaM. A base de compartir experiencias, conocimiento y de retroalimentarnos, hemos avanzado”, dice Raúl, quien estudia para instrumentista en violín.

A Ilich López, alumno de Etnomusicología, esta iniciativa le ha permitido conocer más de su tema de tesis. “El que múltiples áreas de la facultad se sumen permite que esta cultura se renueve y se mantenga”.
Para otras personas, como Valeria Marín Aguilar, estudiante de arpa, representa un espacio para transmitir y compartir su herencia mariachera, pues muchos de sus familiares son músicos y, desde el vientre materno, ha estado rodeada de mariachis. “Empecé a tocar el arpa a los 13 años, pero desde los cuatro canto, mi mamá me motivaba a hacerlo”.
Por su parte, Virginia Leticia Escobar se siente orgullosa de estudiar y tocar la trompeta, como hace su madre; además, su padre toca el guitarrón. A los 13 comenzó a seguir los pasos de sus progenitores. Ha formado parte de agrupaciones femeniles y acompañado a artistas como Vivir Quintana. “Podría decirse que esto se enseña de boca en boca, no hay un libro donde te digan cómo hacerlo. Se siente”.
Esta iniciativa les ha demostrado cómo mezclar su pasión con su formación académica, como comenta Valeria al afirmar que el sonido del MUM los coloca en un ámbito diferente, pues combina lo clásico con el mariachi, y la capacidad de leer partituras con el tener técnica.
Para Xochiquétzal Cruz ha representado conocer un nuevo instrumento: “Me he acercado a otras formas de interpretación y ejecución. En la FaM soy pianista y guitarrista, y con esto acabo de incorporar la vihuela”.
El profesor Camacho menciona que, como mariachi integrado por la comunidad de la UNAM, el MUM tiene la capacidad de generar conciencia social. “Más allá de una visión romántica que busque reproducir a los mariachis tradicionales (que se daban en contextos de violencia, machismo, en una sociedad fundada en la lógica de las grandes haciendas que causaron una revolución), es importante utilizar la música (un hecho social cruzado por cuestiones políticas, religiosas o económicas) como una vía para invitar a la reflexión”.
En dicho contexto, el conjunto universitario trabaja para integrar un repertorio que refleje a la mujer en la escena del mariachi. De acuerdo con Raúl, su propósito es elaborar programas, como ocurre con las bandas o ensambles de la facultad, con enfoques en diversos temas.

“Es importante el papel femenino en todas estas prácticas musicales, aunque todavía hay un sesgo en tanto a la paridad. Debemos integrarnos en la interpretación, y también en la gestión cultural, docencia e investigación de éstas. Somos muchas las que trabajamos en esto y que construimos espacios, pero es fundamental la validación de la comunidad y la sociedad para lograr mayor equidad”, puntualiza Xochiquétzal.
Por su parte, Virginia remarca la relevancia de reconocer a los mariachis femeniles y, pese a que las mujeres siempre han tenido presencia en estas agrupaciones, ahora se les está dando mayor visibilidad y son escuchadas. Además destaca lo importante de que, a través de la música mexicana, se hagan protestas, como ha ocurrido con el feminismo.
Raúl argumenta que formar parte de este conjunto les brinda mayores posibilidades laborales, pues una vez que aprenden tienen otro campo para trabajar. “Es válido hacer las dos cosas: dedicarse a la música de concierto, que vemos en la facultad, y también al mariachi”.
Recuperar y preservar
La globalización capitalista ha generado un proceso de homogeneización mundial de los gustos para que un mismo producto sea consumido por millones de personas. En consecuencia, hay una pérdida de identidad, diversidad cultural, lenguas, formas de pensar y de organizarse.
“El mariachi moderno ha sido utilizado bajo una lógica mercantil, pero puede ser una ventana para recuperar tradiciones, pues todavía busca tocar algunos sones o piezas emblemáticas como El son de la negra o El jarabe”, plantea Camilo Camacho, quien destaca la importancia de que las juventudes se interesen en conocer la raíz y las prácticas antiguas.
Sobre por qué es importante que la UNAM tenga un mariachi el académico destaca, en primer lugar, por ser un símbolo nacional que representa la cultura musical mexicana, y porque a partir de ello se puede reconocer la variedad, estilos y contextos de ejecución y de repertorios. También menciona que esto abre puertas para dar conciertos didácticos donde, además de amenizar un cumpleaños, por ejemplo, se expliquen los procesos por los que han pasado las canciones y melodías.
“Hay mucho que aprender de la música mexicana. Desde cantar, pararte frente al público y dirigirte a él. Mientras que en la escuela con frecuencia procedemos con solemnidad, el mariachi es un poco más libre y te permite conocer más de la historia de las canciones”, apunta Raúl.
“Este proyecto retoma prácticas tradicionales hacia un mariachi moderno, como ha sido sucedido a lo largo de la historia. Por otra parte, el configurarnos desde espacios diferentes puede hacer que la sonoridad se transforme en algo distinto a lo hoy existente”, concluye Xochiquétzal.