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Los varones sí pueden educar sin machismo

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La educación que los papás les brindan a sus hijos es importante, ya que de esto dependerá, en gran medida, de quiénes y cómo serán los infantes en sus siguientes etapas de vida. Es recomendable enseñarles desde pequeños a reconocer el machismo, para que se familiaricen con este tipo de discursos, así como con sus efectos negativos; de esta forma podrán cuestionarlos y evitarlos, asegura Alí Siles, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).

Deben adquirir el compromiso con ellos mismos e iniciar desde sus propias acciones, afirma Alí Siles, investigador del CIEG

Hay quienes buscan alejarse de la manera como presenciaron la paternidad, pues refieren que sus papás eran distantes, poco cálidos e incluso autoritarios.

El experto enfatiza que los niños adoptan patrones de crianza, por lo que es necesario explicarles, desde la infancia, lo negativo que resulta pensar de forma machista, además de las desigualdades y de la violencia que esto genera, y cómo pueden evitar tener este tipo de conductas.

“Es esencial que los infantes tengan una base desde la cual puedan partir, debido a que fuera de sus hogares también encuentran mensajes misóginos, machistas y violentos, y éstos se presentan de muchas formas. Por ello, es fundamental que los padres muestren a sus hijos que éstas no son las únicas prácticas y que hay otras, las cuales pueden resultar benéficas”, explica.

La labor de la educación es múltiple y colectiva, agrega, pues aunado a que los padres son los cuidadores primarios y los principales responsables de la formación de sus hijos, también intervienen el sistema educativo, los medios de comunicación, la familia extensiva, la sociedad, etcétera. Es decir, la educación que se recibe en casa no es la única que nos forma, añade.

Con capacidad para entender

La terminología puede resultar muy técnica en ocasiones, pero como padres es necesario que entiendan que sus hijos son personas que poseen las capacidades de comprender esto y otras cosas que pensarían que son complicadas para ellos, refiere el experto.

Sin embargo, es más efectivo cuando los padres les enseñan mediante la práctica, señala. “Si las infancias observan que su papá, por ejemplo, trata con respeto y sin violencia a todas las personas, sin importar su género, ellos imitarán estos comportamientos y al mismo tiempo normalizarán este tipo de conductas”.

Guía

Alí Siles indica que “educar sin machismo es algo complicado, pero posible, ya que no hay recetas para ser padre. Todas las personas tenemos diferentes necesidades y lo mismo sucede con las infancias, a veces requieren que se les preste más atención en ciertos temas”.

Para comenzar a erradicar el machismo, los padres deben de tener el compromiso con ellos mismos y empezar desde sus propias prácticas, lo que no es algo sencillo debido a que crecemos en lugares con este tipo de conductas de fondo, enfatiza el sociólogo.

“Hemos sido formados en una sociedad que tiene la idea de que lo masculino es superior, es más fuerte, es preponderante y que, por lo tanto, lo femenino es menos valorado y de alguna manera subordinado. Por ello, los padres necesitan identificar todas las formas en las que esto se manifiesta y tener el compromiso de contrarrestarlas.”

Después de que los padres asumen este compromiso, lo siguiente sería que busquen prepararse, es decir, se sugiere que ubiquen espacios en los que puedan aprender y reflexionar sobre sus formas de vida y de interacción con otras personas, para que identifiquen sus conductas machistas y analicen de qué manera pueden cambiarlas, puntualiza.

“Un ejemplo de ello son las microagresiones o machismos cotidianos, que son formas muy sutiles de ejercer control sobre lo femenino que, en la mayoría de los casos, suelen ser imperceptibles, pero que es importante que los padres los identifiquen para que traten de reducirlos y puedan transmitir estas prácticas a las infancias.”

Otro punto, detalla, es dejar de actuar de forma adultocéntrica con los hijos, porque justamente al erradicar el machismo se busca desarticular pensamientos como “yo soy el que enseña”, “yo soy el que tiene la razón”, “la otra persona no puede aportar nada, sólo debe obedecerme”, o “debe hacerlo por el hecho de que soy su padre”.

“Hay que recordar que los niños son personas que poseen su propia visión del mundo y que tienen mucho que aportar, por lo mismo es primordial entablar diálogos entre padres e hijos, en los que el conocimiento de este u otros temas se construya entre ambos. Además, esta es una manera de desarticular las formas machistas de la relación entre padres y sus descendientes.”

En este sentido, hay varones que buscan alejarse de la manera en la que presenciaron la paternidad, ya que refieren que sus papás eran distantes, poco cálidos y a veces muy autoritarios. Todas estas formas están vinculadas a la idea de que es el hombre quien predomina, y eso se relaciona con los mandatos que existen y se perpetúan desde que somos niños, asevera.

“Nos enseñan que los niños no lloran y que se tienen que aguantar, estas ideas son las que los padres deben desmantelar al demostrarles a sus hijos que está bien tener contacto con su sensibilidad, ternura y emocionalidad, y mostrarles que hay formas de expresar su tristeza, enojo, miedo, etcétera.”

Respecto al hogar, es donde existe la jerarquización de géneros, desde quién sirve la comida hasta quién se hace cargo de la limpieza; entonces, debemos enseñarles a los niños sobre la división de las tareas del hogar y que todos los miembros de la familia tienen la responsabilidad de contribuir. Este tipo de mensajes suelen ser de los más poderosos en cuestiones de machismo, destaca.

En conclusión, afirma, es necesario que los padres tengan presente que todos cometemos errores y nos equivocamos; por ello deben mostrar a las infancias esta educación sin machismo, sin reprimirlas, sin hacerlo de forma violenta y sin que menosprecien a sus hijos.

Además, asevera, es importante reconocer que el machismo afecta a todos, pero principalmente a las mujeres y niñas, así como a personas con otras identidades de género e incluso a los propios varones. De esta manera, una crianza activa y comprometidamente antimachista puede redundar en formas de vida más armónicas e igualitarias, en beneficio de todas las personas.

Testimonios

Gaceta UNAM entrevistó a tres hombres que nos contaron cómo educan a sus hijos sin machismo. Señalaron que, pese a que los infantes son pequeños, sí han considerado una crianza sin estas conductas que dejan en vulnerabilidad y desigualdad a las mujeres.

Antonio Hernández, de 35 años, es periodista y padre de dos hijos mellizos: Ixhchel e Itzae de 3 años y medio. Refiere que ha identificado que tiene conductas machistas como interrumpir a su esposa cuando está hablando, además de que la mayor carga de las labores domésticas recaen en ella, y que él se asume como la “mano dura” en su hogar.

“Trato de no repetir estereotipos de cómo tiene que ser cada uno de mis hijos. Por ejemplo, con el niño, que no debe ser rudo obligatoriamente, que puede llorar o usar juguetes como muñecas o colores asignados por tradición a las mujeres, que el uso del cabello corto no es a fuerza, que participe en las tareas de la casa; mostrarle que sus decisiones no son las últimas, pues su hermana es autónoma y no estará con él todo el tiempo si ella no quiere, y que las cosas no se arreglan a la fuerza”, comenta.

Brayan Reyes, de 29 años, trabaja en la Fuerza Aérea Mexicana y es papá de Darío Leonardo, su hijo de 4 años, a quien cuida sólo en sus periodos vacacionales por cuestiones de empleo.

“Soy de la idea de que a los niños no se les puede educar si no se predica con el ejemplo; por tanto, a mi hijo desde muy pequeño le he enseñado el respeto por todos. Pero conforme crezca le explicaré que el hecho de ser hombre no significa que tiene que ser fuerte o poder con todo, y si es necesario debe mostrar sus emociones, y al hacerlo no significa que pierda valor. En el momento que decida tener novia, le hablaré sobre la libertad que ella posee al vestirse como le agrade y que no le prohíba nada”, expresa.

Guillermo Hernández, de 29 años, es técnico de trabajos verticales, se dedica a servicios de mantenimiento y limpieza en alturas, es papá soltero de su hijo, Guillermo Santiago, de 6 años. “Considero que sería complicado explicar a mi hijo qué es el machismo; no obstante, sí le he inculcado que tiene que ser autosuficiente, para que no dependa de que su mamá le haga todo. Le pongo el ejemplo de que recoja sus platos cuando termine de comer, que haga su cama, así como otras tareas del hogar que pueda realizar y no sean complicadas para él. Además, me gustaría enseñarle la tolerancia y otras cosas que a mí no me inculcaron de pequeño”, finaliza.