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La Sinfónica de Minería, primera vez en Las Islas

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La UNAM celebró 114 años de haber obtenido su carácter de Universidad Nacional con un magno concierto, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), la cual se presentó por primera vez en Las Islas, en Ciudad Universitaria (CU), ante miles de asistentes.

Raúl Aquiles Delgado, director musical de una de las orquestas más dinámicas y prestigiosas de Latinoamérica, dirigió a los 85 elementos de la OSM, quienes interpretaron obras de Blas Galindo, Silvestre Revueltas, Arturo Márquez y José Pablo Moncayo; además de John Williams y Dámaso Pérez Prado, en el encore.

El maestro Aquiles Delgado, al dar la bienvenida, explicó que para el grupo era motivo de gran satisfacción participar en el festejo de la Universidad Nacional, considerada el proyecto educativo, científico, cultural y social más importante del país.

Con los primeros acordes del Himno Deportivo de la UNAM, de Federico Guadarrama, comenzó la gala musical en azul y oro, que deleitó a las más de 6 mil personas que llegaron al jardín central de CU. Los tenores Alfonso Navarrete y José Luis Ordóñez tuvieron a su cargo el canto que tradicionalmente acompaña a los equipos representativos de esta casa de estudios.

En el escenario, enmarcado por la Torre de Rectoría y la Biblioteca Central –emblemáticos edificios del antiguo casco de la Ciudad Universitaria–, la Orquesta completa emocionó al público con un programa dedicado por entero, en su primera parte, a la música mexicana.

Con cada pieza, la calidad interpretativa de la Orquesta conectaba más con los asistentes: Sones de mariachi, Redes (suite de la película); Danzón número 2, “la obra mexicana más interpretada en todo el mundo, no sólo por orquestas nacionales, sino internacionales”, detalló Aquiles Delgado.

También Huapango, considerado como el segundo himno nacional de México. Todos resonaron y arrebataron la ovación del público, la mayoría sentado sobre la piedra volcánica y el pasto.

Como una sorpresa para el público, la Orquesta interpretó el Tema de Hedwig y Marcha imperial, de las películas de Harry Potter y Star Wars, respectivamente, ambas de la autoría del estadunidense John Williams, así como un popurrí de mambos, entre ellos el número 8 y El ruletero, que pusieron a bailar a los asistentes.

Rafael Ancheta, trompetista de la OSM, manifestó su deseo de que el concierto haya servido para que toda la comunidad se divirtiera. “Esta presentación es una forma de agradecimiento de nuestra Orquesta a la Universidad en su cumpleaños”, y una manera de invitar al público a que se acerque a las salas de concierto.

Las piezas elegidas fueron festivas en concordancia con el festejo universitario; Redes fue la de mayor exigencia musical; la acústica también fue un reto en un espacio abierto, como Las Islas, subrayó.

Kevin Tiboche, oboísta, consideró que el programa fue divertido y variado, con música nacional e internacional, acorde con el ambiente y en un espacio emblemático. “Esperamos que a la gente le haya gustado de verdad”.

Obra inmensa de cultura

El 22 de septiembre de 1910, dos meses antes de inicio de la Revolución mexicana, el entonces secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra Méndez, encabezó uno de los actos más importantes dentro de la conmemoración del centenario de la Independencia: la inauguración de la Universidad Nacional de México.

En su discurso, el fundador calificó a la Universidad Nacional como una “obra inmensa de cultura”; hoy, a 114 años de aquel acontecimiento trascendental para nuestro país, la Universidad sigue siendo el alma de la nación, espacio de reflexión y pluralidad, fortaleza y plataforma para el futuro de México. El concierto culminó con un “Gooya” que cimbró el campus central, Patrimonio de la Humanidad. Los asistentes, integrantes de la comunidad universitaria y público en general, se retiraron, unos orgullosos de pertenecer a esta institución, y otros satisfechos por la labor que durante más de un siglo ha realizado su Universidad, la de la Nación, la de todos los mexicanos.