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BUSCAN IDENTIDAD Y JUSTICIA EN LOS HUESOS

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  • Tras estudiar el posgrado en la UNAM, Mónica Morales se convirtió en la primera persona con esa especialidad dentro de la Comisión Nacional de Búsqueda
  • Hay más de 52 mil cuerpos sin identificar en territorio nacional, por lo que se requieren más especialistas en el área

“Observar un cuerpo sobre la plancha de la morgue equivale a escuchar su historia, pues a través de evidencias palpables el cadáver te dice: me golpearon, me cercenaron un pie, me cortaron la cara”, comparte Mónica Silvy Morales Ríos, directora de Análisis Post Mortem en el Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH) de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB).

El CNIH es una entidad —con sede en Morelos— especializada en identificar osamentas y restos de desaparecidos, labor que a decir de Morales Ríos siempre es dura. “A diario estoy en contacto con muchas familias y siempre me resulta difícil decirles: ‘señores, estos huesos son de su ser amado’. Desde hace años me dedico a esto y no me acostumbro a la violencia, me niego a normalizar la desaparición de personas”.

La experta recuerda que, cuando el desaparecieron a los 43 de Ayotzinapa, ella daba clases en la Universidad de San Luis Potosí y en todos lados se hablaba los normalistas y las discrepancias entre el relato oficial y los hechos. En este marco, una amiga que trabajaba en la Procuraduría General de la República (PGR) le platicó de lo necesarios que eran los antropólogos físicos para esclarecer este tipo de casos, por lo que se inscribió en el posgrado de Antropología Forense de la UNAM.

En 2019, Mónica Silvy se convirtió en la primera antropóloga forense de la CNB y, desde entonces, su misión ha sido apoyar en la identificación de desaparecidos en México (en México hay —oficialmente— más de 100 mil) mediante el diseño de búsquedas, revisión de carpetas y localización de elementos útiles para avanzar en la investigación.

“La mayoría de quienes trabajan en la CNB estudiaron en instituciones públicas y, en particular, en la UNAM, y es que la Universidad nos enseña a responder a la sociedad y sus demandas”, afirma por su parte Karla Quintana, comisionada Nacional de Búsqueda. “Al ayudar a localizar desaparecidos, los universitarios son un rayito de esperanza”.

Dar identidad a personas desaparecidas

En el país vivimos una crisis forense. En 2021, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (integrado por 74 colectivos) informó que hay más de 52 mil cuerpos sin identificar en territorio nacional. Se calcula que seis de cada 10 yacen en fosas comunes de cementerios públicos; el siete por ciento está en los servicios forenses, el cinco por ciento se localiza en universidades y el uno por ciento está en centros de resguardo forense.

“Desde 2015, la desaparición se incrementó y muchas familias tomaron picos o palas para hallar, por cuenta propia, a sus seres queridos. La sociedad cambió de manera importante y cada vez hay más grupos con estas características en el país”, agrega Morales Ríos.

Como antropóloga forense, la universitaria ha organizado caminatas de búsqueda en las que han hallado fragmentos de hueso a nivel superficie. Si el hallazgo es importante, lo notifican a la Fiscalía para comenzar el proceso pericial y asegurar el resguardo del elemento óseo, la preservación y el traslado al Servicio Médico Forense (donde se le estudia, identifica y se entrega a los deudos).

“El esqueleto es ‘muy chismoso’. Si entiendes su lenguaje te revela a detalle cómo era la persona a la que perteneció, pues te dice qué edad tenía, su sexo, qué comía, si era diestro o zurdo, si cargaba cosas e incluso si era sedentario o caminaba mucho”.

En ocasiones, añade, han localizado elementos óseos pertenecientes hasta a 18 individuos. Para llegar a tales conclusiones los expertos analizan y catalogan cada fragmento, por muy pequeño o degradado que esté, para darles una identidad.

“Consideramos ‘casos complejos’ cuando una persona no puede ser identificada por los métodos tradicionales, es decir, a través de reconocimiento facial o dactiloscopia, sobre todo cuando ya no tiene tejido orgánico, si está en estado de putrefacción avanzada o si fue sometida a algún procedimiento para evitar su reconocimiento”.

Por ello, para los forenses resulta crucial la información proporcionada por los familiares, como la descripción de características físicas, la ropa que portaba o sus señas particulares, como fracturas o restauración dental. Todos estos elementos se revisan y si a partir de ellos se logra una identificación, hay un acercamiento con las familias para darles la noticia y aclarar sus dudas. “Informar de esto no es sencillo y toca fibras muy sensibles, pero tenemos un compromiso enorme con la gente; somos universitarios en el campo de batalla”, concluye Morales Ríos.