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Verdecruz, una obra que expone el inhumano aislamiento de enfermos de lepra

¿Imaginas adquirir una enfermedad incurable, entrar a un centro de tratamiento y no salir jamás? Puede que en el contexto actual no parezca ajeno, sin embargo, hace décadas, las personas que enfermaban de lepra eran recluidos en un lazareto en el cual pasaban años aislados completamente… ¡hasta que su vida se extinguía!

Algunos testimonios de los últimos sobrevivientes de esos centros de aislamiento en Ecuador fueron recabados por Beatriz Miranda Galarza, quien los plasmó en el libro Nuestra historia no es mentira. Vivir con lepra en Ecuador, el cual fue retomado por el director del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, Mario Espinosa, con la dramaturgia de Ingrid Bravo, para llevarlo a escena en Verdecruz o los últimos lazaretos, la cual se estrenará el próximo 16 de marzo en el Teatro Santa Catarina.

Aunque la lepra no ha sido del todo masiva y se encontró su cura hace 40 años, desde el siglo XIX hasta después de la mitad del siglo XX se practicaba, como forma de tratamiento médico, confinar a la gente en lugares “especializados en los cuales estaban divididos hombres y mujeres, fuera de todos los derechos humanos porque perdían sus posesiones, no veían a sus familiares, y tenían prohibido enamorarse, tener pareja o hijos, lo cual fue cambiando”.

Mario Espinosa indicó que la práctica del tratamiento de esta enfermedad siempre separó a la gente, pero a partir del siglo XIX se hizo muy sistemáticamente y se crearon espacios clínicos donde se trataba “científicamente”, en los cuales era recluida la gente para el resto de su vida: “Ahora en tiempos de Covid-19 la gente se tiene que aislar 14 días, o siete días actualmente, pero esa gente era captada de niña y encerrada en los leprosarios o leprocomios para el resto de su vida…¡Una cosa tremenda!”.

Al descubrirse la cura todos estos lugares empezaron a cerrarse; sin embargo, quedó el vestigio, fue entonces que la investigadora ecuatoriana Beatriz Miranda realizó entrevistas a sobrevivientes de los leprosarios en Quito, Ecuador, e hizo un libro, el cual el director confesó que al principio no le interesó mucho por el tema del lepra, pero resultó ser un ejemplo de cómo a veces a los seres humanos, en nombre de la salud pública, cometen actos de confinamiento y castigo a poblaciones enteras, lo cual le pareció interesante y conmovedor, y que ahora se relaciona con nuestra vida y modo contemporáneo, porque incluso se trata con esa forma de apartheid, a los migrantes o poblaciones específicas.

Posteriormente, Mario Espinosa decidió contactar a la escritora Beatriz Miranda, quien le compartió las grabaciones de los últimos vestigios de lo que fueron los leprosarios en Ecuador; además, Mario Espinosa llevó a cabo otras entrevistas de la misma índole en la población Agua de Dios, en Brasil, la cual fue un enorme leprosario que con el tiempo se cerró y de la cual surgió una ciudad actualmente muy poblada.

“En México no fuimos recluidos con policías afuera, pero en Colombia los enfermos de lepra sí estaban vigilados con guardias afuera. La gente tenía que cruzar un río y pasar por ‘El puente de los suspiros’, el cual se denominaba así porque era donde dejaban a sus enfermos y no los volvían a ver. Nosotros vivimos una probadita durante estos años, entonces podemos conectarnos con esa experiencia y valorarla”, destacó.

La Técnica Verbatim

Al descubrimiento de dicho material para llevarlo a escena, Mario Espinosa quiso sumar la Técnica Verbatim que dos años antes había sido compartida en las aulas del Centro Universitario de Teatro de la UNAM: “una técnica del teatro documental que consiste en emplear las palabras exactas a las que uno entrevista. Lo documental es fiel a lo que dicen las personas y el actor funciona como un especie de médium”.

Mario Espinosa detalló que a través del sonido grabado el cual el público normalmente no escucha, el actor deja que entre por sus oídos y habla con la palabras exactas, incluso con muletillas y repeticiones, como se habla comúnmente; tomando en cuenta el ritmo y la entonación de las palabras grabadas. Esta interesante técnica se usa mucho desde hace varios años en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Dicha técnica, la cual es poco conocida en México, fue llevada al CUT mediante un Taller de Teatro Verbatim que impartió la especialista Alecky Blythe, del 25 al 29 de noviembre de 2019; así como la conferencia Decir lo real, el 26 de noviembre, actividades que fueron organizadas por la Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro, el CUT y Teatro UNAM, en colaboración con Anglo Arts.

Los testimonios de los enfermos de lepra son de gente mayor que rebasa los 80 años, incluso algunos murieron durante este lapso, y por el contrario, los actores que los interpretan son muy jóvenes, “me parecía muy interesante ese contraste porque finalmente todos somos seres humanos que podemos encarnar estas problemáticas y esta forma de vida”.

Al igual que los enfermos de lepra, los ciudadanos de la época actual han sido obligados, aunque por razones muy diferentes, a confinarse en casa, por lo cual, la primera versión de esta obra tuvo que ser realizada en video, desde la casa de cada actor y se presentó en el Festival Universitario de Arte y Ciencia, El Aleph 2020.

Ahora que será llevada al escenario del Teatro Santa Catarina, con la finalidad de hacerle justicia a quienes vivieron eso y compartieron sus testimonios, la obra no cuenta con una gran escenografía o de ficción, para así darle protagonismo a las voces y al juego escénico, además de generar un espacio en donde el público pueda conocerlos en la forma más aproximada.

El elenco está conformado por los egresados del Centro Universitario de Teatro: Sandra Cecilia, Sebastián Cobos, José Juan Sánchez, Andrés Tirado, María Kemp, quien alterna con Ingrid Bravo; y Sabrina Tenopala.

La producción corre a cargo del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, Cornamusa, 17 Instituto de Estudios Críticos y Teatro UNAM. El diseño de espacio, iluminación y vestuario es de Natalia Sedano; el diseño de movimiento de Marcela Aguilar; la música original de Cristóbal Maryan; la edición para Verbatim de Andrés Tirado; y la fotografía y multimedia, de Ernesto Madrigal. Ale Quezada es asistente de escenografía, iluminación y vestuario; José Juan Sánchez es asistente de dirección; y las asesoras fueron Beatriz Miranda Galarzas y Gloria Carrasco.

El cupo está limitado a 40 espectadores y el costo general de los boletos es de $150.00 pesos, los cuales se pueden adquirir directamente en la taquilla abierta dos horas antes de cada función. Hay 50% de descuento para alumnos, maestros con credencial actualizada, exalumnos de la UNAM e INAPAM; mientras que los Jueves de Teatro UNAM la entrada es de $30.00 pesos.

La temporada se realizará del 16 de marzo al 10 de abril con funciones los miércoles, jueves y viernes a las 20 horas, sábados 19 horas y domingos a las 18 horas en el Teatro Santa Catarina ubicado en Jardín Santa Catarina 10, Plaza de Santa Catarina en Coyoacán. Para más información consultar www.teatrounam.com.mx y a través de redes sociales @TeatroUNAM