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La UNAM, cercana al Nobel de Química

Cuando la Real Academia Sueca anunció hoy, miércoles 8 de octubre, el Premio Nobel de Química 2025 para Susumu Kitagawa, Richard Robson y Omar M. Yaghi —por el desarrollo de los marcos metal-orgánicos (MOF)—, el doctor Ilich Argel Ibarra Alvarado, del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, recibió la noticia con especial emoción: años atrás había colaborado con Kitagawa en un artículo científico que unía a la ciencia mexicana con la japonesa a través de la química de materiales porosos.

Ilich Argel Ibarra Alvarado, del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM y el Dr. Susumu Kitagawa, Premio Nobel de Química 2025
Fotografía cortesía del Dr. Ibarra Alvarado

En 2014, recién incorporado a la UNAM, Ibarra asistó a un congreso en Japón. Allí conoció a Kitagawa, un investigador al que describe como “una persona súper sencilla y de trato fácil”. De ese encuentro surgió una colaboración que se concretó en 2019 con la publicación de un artículo en Journal of Materials Chemistry A, firmado por investigadores de la UNAM y de la Universidad de Kioto, sobre una versión fluorada del material MIL-101(Cr), diseñada para mejorar la captura de gases como CO₂ y H₂S. “Finalmente en 2019 publicamos un artículo de investigación con profesores e investigadores aquí en la UNAM y allá en Japón, y por supuesto con el profesor Kitagawa”, recordó. “Es una de las publicaciones más importantes que tenemos en el grupo por su contenido, y ahora, siendo él ganador del Nobel, tiene otro nivel”.

Aunque la noticia lo conmovió de manera personal, Ibarra subrayó que su participación se limitó a esa colaboración científica y que no formó parte del equipo directamente premiado. Destacó, sin embargo, que la experiencia refleja la capacidad de la UNAM para impulsar a sus investigadores a colaborar con figuras de alto nivel internacional y contribuir al desarrollo de campos de frontera como la química de materiales porosos. “Lo importante es que México esté presente y que nuestros estudiantes se formen y colaboren al nivel más alto”, dijo.

El sólido que guarda espacios invisibles

Para entender el hallazgo premiado, el doctor Alfonso Ramón García Márquez, académico de la Facultad de Química de la UNAM, explica que la genialidad de los laureados fue cambiar la forma en que se piensa la materia: ya no solo como átomos enlazados, sino como arquitectura con espacios internos controlados. “Eso abre la puerta a materiales con funciones específicas: catalizadores capaces de actuar selectivamente sobre ciertos compuestos, membranas que separan gases o estructuras que retienen agua del aire. Es un cambio de paradigma en la química moderna”, señaló.

Dr. Alfonso Ramón García Márquez, académico de la Facultad de Química de la UNAM
Fotografía: Alonso Vargas y Jonathan Martínez / Facultad de Química

Los MOF combinan nodos metálicos y ligandos orgánicos para formar redes cristalinas altamente porosas, con áreas superficiales que pueden ser diez o quince veces mayores que las zeolitas tradicionales. Esa estructura permite diseñar cavidades de distintos tamaños y propiedades químicas según la aplicación. En sus laboratorios de la Facultad de Química, el grupo de García Márquez trabaja en materiales híbridos y nanobidimensionales aplicados a la conversión de energía y catálisis ambiental, explorando también métodos de formado jerárquico para facilitar su escalabilidad y uso en dispositivos reales. Su trabajo forma parte de una comunidad global que transforma la química en ingeniería de espacios moleculares.

Un reconocimiento a toda una comunidad

García Márquez insiste en que el Nobel debe verse como un reconocimiento a un esfuerzo global: “Vale la pena que si se habla del tema no se quede uno solo con estos tres nombres, sino que se vea la amplitud de la comunidad”, subrayó. El académico recordó a investigadores que han marcado el desarrollo de este campo: “Omar Farha, Norbert Stock y Thomas Bein, que están en Alemania; Patricia Horcajada, en el IMDEA de Madrid; Jorge Gascón, en la King Abdullah University of Science and Technology; y Mohamed Eddaoudi quien trabajó en el dessarrollo de los zeolitic imidazolate frameworks que reporta Yaghi”. “Dependiendo de la aplicación o del grupo de trabajo, el avance de los MOF ha sido una construcción colectiva, y eso hay que reconocerlo”, añadió. Desde la UNAM, investigadores como García Márquez e Ibarra contribuyen a ese esfuerzo global que hoy es reconocido con el Nobel.

México en la conversación global

En 2023, Ibarra fue el único latinoamericano invitado al Nobel Symposium on MOFs, celebrado en Karlskoga (Suecia), donde expertos de todo el mundo analizaron el impacto del campo antes de que se otorgara el premio. “Fue una reunión muy emocionante, porque querían entender cómo era la comunidad, si se apoyaba, cómo trabajaba. Tuve la fortuna de estar ahí como representante simbólico de América Latina”, contó.

Esa experiencia reforzó su compromiso con abrir espacios para nuevas voces. Este noviembre la UNAM será sede de la Conferencia Internacional de Mujeres Investigadoras en MOFs, COFs y materiales afines, un encuentro que se desarrollará en dos sedes: Ciudad de México y Mérida, Yucatán. La primera parte servirá como foro de mentoría y colaboración; la segunda ofrecerá talleres, sesiones de carteles y mesas redondas sobre equidad de género en la ciencia. La reunión está abierta a mujeres cis y trans, personas no binarias, agénero, genderqueer y Two-Spirit. Además de las actividades científicas, habrá espacios dedicados a promover la diversidad y la equidad en STEM. El evento probablemente contará con la presencia de Omar M. Yaghi y Susumu Kitagawa. “Será un encuentro de gran relevancia internacional para la comunidad científica y para la promoción de la equidad en la ciencia”, afirmó Ibarra.

De los poros al planeta

García Márquez ve en estos materiales una herramienta poderosa frente a retos globales: “Son materiales con impacto potencial en los grandes retos del siglo XXI: cambio climático, energía, agua y medio ambiente”. La flexibilidad en algunos de ellos, explicó, permite diseñar sistemas para capturar CO₂, filtrar contaminantes, almacenar hidrógeno o incluso extraer agua de la atmósfera en zonas áridas. “El siguiente paso es integrar materiales híbridos inteligentes, que respondan a estímulos externos y combinen varias funciones en una sola estructura. Ya no se trata solo de hacer un material con poros; se trata de diseñar sistemas que se adapten al entorno”, añadió.

Para Ibarra, este Nobel confirma que México puede dialogar con la frontera del conocimiento. “Cuando uno de tus colaboradores recibe el Nobel, lo sientes un poco de la UNAM”, dijo. “Más allá del orgullo personal, lo que celebro es que este campo se ha vuelto diverso e incluyente: nuestras alumnas y alumnos se ven parte de una comunidad global que construye conocimiento y soluciones”.

García Márquez coincide: el premio, asegura, “no solo celebra la creatividad de tres pioneros, sino el trabajo de una comunidad que aprendió a construir con átomos como quien edifica espacios habitables”. En esa construcción —entre México, Japón, Europa y Estados Unidos—, la UNAM también tiene su lugar.