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La tiroides: ¿cambio de peso, cansancio y depresión?

Cansancio extremo, caída de cabello, cambios inexplicables de peso o incluso depresión pueden ser señales de que un órgano diminuto no funciona como debería: la tiroides.

Esta glándula, ubicada en la parte anterior del cuello, participa en funciones vitales que van desde el sistema cardiovascular y óseo hasta la piel y el aparato digestivo.

Prácticamente controla todo el cuerpo”, explicó en entrevista Elizabeth Pérez Cruz, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Cuando la tiroides falla, aparecen diversas enfermedades, principalmente aquellas que se originan porque el organismo produce menos o más hormonas de las necesarias, añadió la también encargada de la Unidad de Apoyo Nutritivo y Metabólico y coordinadora de la Clínica de Obesidad, ambos en el Hospital Juárez de México.

Patologías más frecuentes

Hipotiroidismo
Se presenta cuando las hormonas tiroideas se producen en menor cantidad de lo necesario. Los síntomas pueden incluir tristeza, depresión, cambios de humor, caída del cabello, piel seca, uñas quebradizas, estreñimiento, cansancio intenso e hinchazón en párpados, manos y piernas.
El aumento de peso suele ser ligero, entre 2 y 5 kilos, principalmente por retención de líquidos y no por grasa. Con tratamiento hormonal, los síntomas suelen revertirse.

Hipertiroidismo
En este caso, la glándula produce demasiadas hormonas. Los afectados pueden hablar y pensar muy rápido, tener nerviosismo, temblores, dolores musculares y articulares, pérdida de peso de hasta 10–15 kg, metabolismo acelerado, taquicardia, presión arterial elevada y, con frecuencia, evacuaciones más frecuentes o diarrea.

Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo son situaciones de riesgo, y si no son tratadas pueden llevar a hospitalización o incluso a la muerte”, advirtió Pérez Cruz.

Otras patologías incluyen la tiroiditis y el cáncer de tiroides, principalmente el carcinoma papilar, que es el tipo más frecuente.

¿Cómo saber si tengo un problema de tiroides?

  • Hipotiroidismo: aumento de peso leve, hinchazón, depresión, caída del cabello, piel seca, dolores musculares, estreñimiento, sensibilidad al frío.
  • Hipertiroidismo: pérdida de peso acelerada, taquicardia, ansiedad, insomnio, evacuaciones frecuentes, intolerancia al calor, nerviosismo.

El diagnóstico se confirma con estudios de laboratorio: primero se mide la TSH (hormona estimulante de la tiroides), que indica cómo responde la hipófisis al funcionamiento de la glándula. Según el caso se complementa con T4 libre (tiroxina), la principal hormona producida por la tiroides, y con anticuerpos específicos que ayudan a identificar si se trata de una enfermedad autoinmune.

Es importante recordar que estos síntomas son compartidos con otras enfermedades comunes, por lo que la valoración médica es indispensable para confirmar si realmente se trata de un problema de tiroides.

Factores de riesgo

Las personas con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes tienen mayor riesgo, especialmente por la línea materna.

Si la mamá o abuela tuvieron un problema de tiroides, la posibilidad de que la enfermedad se presente es mayor”, explicó la especialista.

Otros factores incluyen:

  • Infecciones virales como el COVID-19.
  • Exposición a microorganismos.
  • Contacto con disruptores endocrinos, contaminantes ambientales que alteran el sistema hormonal.
  • Ser mujer y tener más de 50 años: los trastornos tiroideos son más frecuentes en este grupo, y se estima que 1 de cada 8 mujeres desarrollará alguno a lo largo de su vida.
  • El periodo posparto: la tiroiditis posparto puede afectar hasta a 1 de cada 10 mujeres después del embarazo.

Recomendaciones

Si presentas síntomas relacionados, acude al médico para una valoración completa y estudios de laboratorio, como el perfil tiroideo (TSH y T4 libre).

Si no se acude, los síntomas pueden exacerbarse y ocasionar hospitalización o incluso la muerte”, concluyó Pérez Cruz.

La detección temprana y el tratamiento adecuado permiten mantener una buena calidad de vida y prevenir complicaciones graves. El hipotiroidismo suele tratarse con levotiroxina para normalizar la TSH, mientras que el hipertiroidismo puede requerir betabloqueadores, fármacos antitiroideos, yodo radiactivo o cirugía, según la causa y la valoración médica.

Con la atención médica indicada, la gran mayoría de los pacientes logra controlar la enfermedad y llevar una vida plena, lo que hace indispensable no ignorar las señales de alerta.