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Cómo mis prácticas en UNAM Los Ángeles cambiaron mi forma de enseñar

Realizar el servicio social o las prácticas profesionales fuera de México puede parecer un sueño lejano. Sin embargo, programas como el Programa para el Impulso a la Titulación por Actividades Académicas en el Extranjero (PITAAE) permiten a estudiantes y recién egresados vivir experiencias académicas en sedes internacionales de la UNAM. Esta es mi historia: cómo llegué a UNAM Los Ángeles, enfrenté retos inesperados y descubrí una nueva forma de enseñar español.

“A ver, a ver… Relaja los brazos, sonríe, no tenses el cuerpo, no hables acerca de la gramática, muéstrala; enfócate en su uso en el contexto real”.
Recuerdo los consejos del profesor Fernando Pérez, coordinador de UNAM Los Ángeles, a quien conocí en 2020 cuando tuve la oportunidad de impartir talleres de español como parte de mi servicio social. Fue tan gratificante su enseñanza que decidí embarcarme en el PITAAE para titularme y desarrollarme como docente en esa sede. Las prácticas profesionales me dieron conocimientos y confianza gracias a quien hoy considero no solo un mentor, sino un amigo.

Las prácticas preprofesionales son, como señalan especialistas, un puente hacia la vida laboral real: permiten experimentar, observar y analizar el quehacer docente bajo la guía de un tutor. En mi caso, significaron enfrentar análisis de casos, observación de clases, toma de notas críticas, diseño y adaptación de materiales, y la puesta en marcha de mi proyecto de investigación. Este proceso me brindó seguridad ante el grupo, algo que no se aprende solo en la universidad, sino en la experiencia viva.

Adaptarse y reinventarse

“¿Y ahora qué hago?”, pensé la primera vez que impartí una clase presencial en Los Ángeles. Mi proyecto —Game over, el juego de evasión digital en clase de ELE— estaba pensado para enseñanza en línea, pero el contexto era diferente. Me sentí cuestionado en cada detalle: mi lenguaje corporal, mi discurso, mi planeación. Tenía dos opciones: rendirme o adaptarme.

Opté por la segunda. Rediseñé mi propuesta en menos de 24 horas para ajustarla a la modalidad presencial con apoyo digital. Aprendí que las planeaciones de clase son guías, pero la realidad docente siempre cambia. Escuchar, observar y adaptarse fueron claves para superar ese primer reto.

Innovar para enseñar mejor

Durante mis prácticas confirmé que la enseñanza de lenguas no debe limitarse a explicar reglas, sino a generar experiencias. Convertí el aula en una sala de escape para aprender gramática de forma dinámica; los estudiantes se volvieron protagonistas y yo, un facilitador más flexible y empático.

Aplicación del “Desafío 6” en UNAM Los Ángeles (2024)

El profesor Fernando Pérez nos recordó: “El propósito de las prácticas profesionales no es solo transmitir conocimiento teórico, sino comprender cómo se forja la docencia para formar nuevas generaciones de maestros”. Esa reflexión cobró sentido cuando vi a mis estudiantes disfrutar y aprender con mis actividades.

Crecer con una comunidad que apoya

Asumir el rol de profesor-tutor es clave: no se trata de delegar tareas administrativas, sino de acompañar y retroalimentar. Gracias a las observaciones, capacitaciones y críticas constructivas recibidas en UNAM Los Ángeles, desarrollé habilidades como el manejo del espacio, la modulación de la voz, el lenguaje corporal, la pedagogía de la empatía y la competencia interactiva.

A pesar de los trámites y los desafíos en el aula, si pudiera repetir mi servicio social, volvería a elegir UNAM Los Ángeles. Ahí encontré apoyo, crecimiento profesional y la certeza de que la docencia se aprende enfrentando lo imprevisible, reflexionando y adaptándose. Esa experiencia me hizo sentir parte de una comunidad internacional de docentes que comparten y se acompañan para crecer.

Para quien sueña con enseñar en el extranjero

Si eres estudiante y te interesa vivir una experiencia académica internacional, programas como el PITAAE pueden abrirte puertas. No todo será fácil, pero cada reto vale la pena: se aprende más allá de la teoría, se construye confianza y se forma una identidad docente sólida.