“La hazaña de convertirse en lo que se es exige rechazar los falsos espejos que la sociedad ofrece a las mujeres.”
Rosario Castellanos
En su centenario, en una conferencia se analiza cómo Rosario Castellanos usó el humor, la ironía y la autoficción para cuestionar los mitos del patriarcado.
Rosario Castellanos lanzó la piedra… y esquivó el golpe. Así describió la Dra. Laura Guerrero Guadarrama la estrategia literaria de una de las escritoras más lúcidas del siglo XX mexicano. Su conferencia, transmitida desde el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) de la UNAM como parte del ciclo conmemorativo por los 100 años de Castellanos, ofreció una lectura profunda de su obra como un ejercicio de ironía, subversión y disidencia.

Una escritura “disfraz”: decir sin ser censurada
Desde su primera tesis sobre cultura femenina, escrita en 1950, hasta su última pieza dramática El eterno femenino, Rosario Castellanos tejió una forma de escritura que la Dra. Guerrero define como “disfrazada”: una superficie aceptable para la poética patriarcal que esconde una crítica feroz en las profundidades del texto.
“Se trata de una especie de escritura disfraz que ofrece un rostro honorable, pero que se deforma a la luz de la subversión, la ironía y el doble sentido”, explicó.
Esta estrategia le permitió denunciar la injusticia hacia los pueblos indígenas y hacia las mujeres, sin ser rechazada de inmediato por la academia ni la crítica conservadora.
“Es como lanzar la piedra y esquivar el golpe de regreso”, añadió la conferencista
Autoficción y ruptura del orden: Rosario toma la escena
En El eterno femenino, Castellanos aparece como personaje dentro de la obra, rompiendo la cuarta pared. Las señoras burguesas que protagonizan la farsa exigen saber quién ha escrito ese texto “desestabilizador”. El coro exclama: “Nombres, nombres”, hasta que alguien responde: “Lupita, Rosario Castellanos”. El error en el nombre (confundiendo Balún Canán con “Chilam Balam”) refuerza la burla al escaso reconocimiento real que tenía la escritora, incluso entre su público.
Este uso del humor, la ironía y el juego intertextual no es una anécdota: es una postura política. Para Castellanos, la risa puede ser subversiva. Como dijo en su momento, escribía no solo por amor al arte, sino para “desenmascarar los mitos que nos gobiernan”.
Desacralizar los íconos: Eva, Sor Juana, la Malinche
Castellanos invierte los íconos históricos femeninos. En sus obras, Sor Juana aparece rebelde y enamorada de otra mujer; la Malinche, Eva, la Corregidora y otras figuras tradicionales son presentadas en clave carnavalesca, grotesca y profundamente irónica.
Estas inversiones permiten “romper con la narrativa histórica oficial” y desmontar el estereotipo de la mujer sumisa, mártir o inmaculada. “Castellanos revela el absurdo social del trato a la mujer, sin moralismos ni grandilocuencias
Dra. Laura Guerrero Guadarrama
Cocina, carne quemada y repudio a los roles tradicionales
Uno de los momentos más potentes de la conferencia fue el análisis de Lección de cocina, relato incluido en Álbum de familia. En él, una mujer recién casada se enfrenta al sinsentido de los mandatos de género. Al quemar la carne que intenta cocinar, se pregunta:
“¿Qué clase de mujer casada voy a ser?”
“Los modelos que le ofrece la sociedad no corresponden a su verdad interna”, explicó Guerrero. Esa carne quemada se convierte en símbolo de un rechazo más profundo: el de toda una estructura de expectativas que mutila la autenticidad femenina.
“Me repugna actuar así. Esta definición no me es aplicable”, dice la protagonista.
Ironía, especularidad, percepción reflexiva
Castellanos construyó personajes que se descubren a sí mismos actuando de forma inesperada. Este recurso —la percepción reflexiva— va de la mano con lo que la Dra. Guerrero llamó “especularidad”: la autorreflexión profunda y el deseo de autoconocimiento, negados históricamente a las mujeres.
Retomando las teorías de Lucy Irigaray, Julia Kristeva y Sandra Gilbert, la conferencista sostuvo que estas herramientas le permitieron a Castellanos subvertir el orden establecido desde dentro del lenguaje mismo.
“Quien se pierde la ironía, es ironizado por el texto”, advirtió.
Leer entre líneas: la vigencia de una crítica feroz
Rosario Castellanos escribió con astucia y valentía, desplazando los límites de lo decible en una época marcada por el autoritarismo, el racismo y la misoginia. Su obra, señaló Guerrero, no es una simple expresión estética, sino una forma de resistencia.
A cien años de su nacimiento, su escritura sigue interpelando los roles de género, los mitos fundacionales de la nación y las estructuras de poder. Como dijo la propia Rosario: “La hazaña de convertirse en lo que se es exige rechazar los falsos espejos que la sociedad ofrece a las mujeres”.