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Psicología en acción. Mi estancia en la Universidad de Sevilla

Mi proceso comenzó alrededor de mayo de 2019, uno de los años más importantes para mí, ya que significó una intensa carga de trabajo, pero también me permitió ver los resultados del esfuerzo constante de mis padres, maestros y, por supuesto, el mío. Solicité una estancia de investigación en el programa de la Dirección General de Cooperación e Internacionalización (DGECI), que se convertiría en una de las experiencias más impactantes de mi vida. Me he enfocado en la investigación aplicada y he crecido muchísimo como profesionista y aún más como persona.

Inicié el proceso como cualquier estudiante, un poco temerosa y nerviosa por la cantidad de papeleo (afortunadamente siempre me encontré acompañada y asesorada por mi facultad). Estaba emocionada: además de sentir una extraña sensación al intentarlo (independientemente del resultado), percibía que era la única oportunidad de lograrlo y me aventuré con el apoyo de mis familiares, amigos y profesores. Una de las cosas que siempre recuerdo fue solicitar la carta de recomendación a un investigador, pues significaba para mí la posibilidad de reunir mis deseos de aprendizaje, intereses y metas a largo plazo. Con esto podría definir mejor mis habilidades y aptitudes actuales.

Las semanas siguientes fueron una extraña mezcla de nervios, emoción, miedo, sorpresa y mucho más papeleo por realizar para cumplir en tiempo y forma con los trámites señalados. Aún recuerdo cuando vi los resultados; estaba tan nerviosa que las manos me temblaban; buscaba mi número de cuenta entre el resto de los números y tuve que leerlo varias veces porque no daba crédito al encontrar mis datos en la hoja de resultados, seguidos por el destino asignado: España. Lloré mucho, pero no eran lágrimas de tristeza sino de emoción, de triunfo. Celebré con mi familia y maestros el comienzo de esta nueva etapa.

Finalmente llegué a España. Hice una escala en Madrid y posteriormente llegué a Sevilla. La investigadora con la que trabajaría, la Dra. María Dolores Lanzarote Fernández, y la Dra. Merche Barbancho Morant, me recibieron con los brazos abiertos en la Facultad de Psicología; agendamos una cita con el equipo de trabajo, en la que me explicaron en qué consistiría mi participación en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos —aprendí a utilizar muchísimas herramientas relacionadas con la investigación cuantitativa y cualitativa, el uso de la estadística y metodología de la investigación—, además de darme indicaciones pertinentes para participar también en el área hospitalaria. Me asignaron tareas y lecturas, pero también se preocuparon por mi bienestar durante la estancia, brindándome su apoyo y aconsejándome que disfrutara de la experiencia de intercambio cultural que podía ofrecerme Sevilla. Ellas me aseguraron que me enamoraría de la ciudad. ¡Y vaya que tenían razón!

Dentro de mi experiencia en el hospital Virgen del Rocío, pude observar y acompañar el proceso de evaluación de niños de entre uno y tres años con una condición de nacimiento prematuro, a través de la escala Bayley de desarrollo infantil. Además de acercarme a conocer más la estructura de instrumentos, especificaciones y baremos, tuve un mayor entrenamiento con la selección, adecuación, aplicación y calificación de las escalas correspondientes a la edad y a la condición. La escala Bayley es un instrumento que nos permite evaluar el desarrollo motor, el lenguaje y los procesos cognitivos, detectando si existe alguna anormalidad en el desarrollo infantil, con la finalidad de generar una intervención oportuna, acompañada de un equipo multidisciplinario capaz de resolver de manera eficiente la situación y generando un acompañamiento para los pacientes y sus padres.

En cuanto a la investigación cuantitativa, el uso de herramientas como paquetes estadísticos y análisis de datos me permitió participar de una forma más activa en la construcción de la base de datos de trabajo, en la que recolectamos la información correspondiente mediante las evaluaciones realizadas. Dentro de la investigación cualitativa se me permitió trabajar con las entrevistas realizadas a las familias. Todo esto me llevó a consolidar el criterio de la psicología como ciencia de apoyo a jóvenes investigadores y también me sirvió para la redacción de artículos de investigación básica en torno a la construcción del conocimiento enfocado en la parte clínica y de trabajo.

Algo que también enriqueció enormemente mi experiencia (y con lo cual finalmente reafirmé mi vocación científica y de servicio) fue la participación en las jornadas de La Noche Europea de los Investigadores, en la que se realizan de manera simultánea actividades relacionadas con la investigación y divulgación de las ciencias en varias ciudades. Es una noche llena de color y luces, con charlas, demostraciones, recorridos y presentaciones a las que acude mucha gente. Yo tuve la fortuna de sumarme a recorridos, conferencias relacionadas con las neurociencias y otras actividades.
La Universidad de Sevilla cuenta con una gran cantidad de actividades pensadas para todas las edades, aficiones y temas, buscando generar espacios de diálogo respetuoso, cordialidad y, sobre todo, alegría y satisfacción. Vivir Sevilla fue para mí, más allá de una oportunidad de crecimiento profesional, una experiencia sanadora en la que me encontré a mí misma, en donde reafirmé creencias y me deshice de otras para dar paso al nuevo aprendizaje que recibía. Sevilla se convirtió en mi hogar y en mi familia. Esta ciudad y otros rincones de España me sanaron con su magia, su gente, su música, su exquisita cultura, arte e historias. Sevilla me hizo fuerte, me hizo madurar, me hizo más humana, empática, y no tengo forma de agradecer todo eso.

Las estancias tienen un gran impacto en quienes aspiramos un día a convertirnos en investigadores y combatir la desinformación que hoy en día ha permeado en muchos medios digitales. La investigación nos lleva a comprender que el conocimiento es un entramado social, dinámico y fluctuante; por ello, el saber se encuentra en un constante proceso de cambio en el que debemos intervenir especialistas capaces no solo de producir conocimiento, sino también de difundirlo de manera sencilla a todas las personas. Así, nos convertimos en un grupo de cambio capaz de generar un espacio seguro de diálogo y con un alto nivel de impacto en nuestras profesiones, entre nuestros compañeros y amigos. La ciencia no debe ser solo para un pequeño segmento; siempre debe procurar el beneficio de los demás, en pro de la sociedad y buscando alcanzar mejoras en todos los ámbitos.

Hoy más que nunca sé que la experiencia de internacionalización en la Universidad de Sevilla me ayudó a reafirmar mi vocación y deseo de convertirme en investigadora y científica, posicionando a la psicología como una ciencia en la que participo en actividades de creación, difusión y divulgación de contenido relacionado con mis intereses: las neurociencias, la neuropsicología clínica y la salud mental.

Asimismo, quiero invitar a todas aquellas personas que tienen un sueño en la investigación a no rendirse e intentarlo innumerables veces; a tocar puertas y aprender de todo, porque esos sueños se hacen realidad con esfuerzo, dedicación y el trabajo sólido que los sostiene. Si la investigación parece un campo complejo y aburrido, puedo asegurar que ese es un prejuicio equivocado: hacer ciencia es todo menos eso; es fascinante, esperanzador, divertido y muy satisfactorio.

Por último, quiero agradecer a todas aquellas personas y a la UNAM por darme una oportunidad como estudiante, como aprendiz y como persona. Gracias por abrirme las puertas de la investigación, pero, más que nada, gracias por abrirme las puertas del conocimiento. Ojalá el tiempo me permita recompensar todo el esfuerzo y dedicación que han puesto en mi formación profesional y humana.