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Alumna de la FES Acatlán gana el Premio Estatal de la Juventud 2025 por labor social

Liliana Raquel Sarmina Valdez, estudiante de Sociología en la FES Acatlán de la UNAM, fue reconocida con el Premio Estatal de la Juventud 2025 en el Estado de México por su destacada labor social.
El galardón le fue otorgado por su trabajo con jóvenes en procesos de crecimiento personal y comunitario. Su compromiso, que inició desde la infancia, refleja una vocación transformadora arraigada en la justicia social y la salud mental.

Por acompañar a jóvenes en procesos de crecimiento personal y social, Liliana Raquel Sarmina Valdez, estudiante de Sociología en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, fue galardonada con el Premio Estatal de la Juventud 2025 en la categoría de Labor Social.
Su historia no sólo demuestra humanismo, sino también valores y experiencias de campo, signos de “una firme convicción por tener un propósito transformador en la vida, si así se lo propone”.

Una vocación que nació en la infancia

El interés de Liliana por lo social tiene raíces profundas y personales. Desde niña acompañaba a su padre a marchas y movilizaciones donde se discutían temas de justicia laboral, derechos y dignidad. Allí, entre discursos sindicales y conversaciones cotidianas, surgió su deseo por comprender fenómenos sociales complejos.

“No solo me interesaba repetir consignas o discursos. Me llamaba la atención entender por qué sucedían las cosas, por qué había familias en esa situación, cómo se construían esas realidades”, dijo.
Esas experiencias que se fueron acumulando la llevaron a decidirse por la carrera de Sociología.

De la teoría a la acción: primer contacto con la labor social

Durante su formación universitaria, Liliana decidió tomar un año sabático para hacer voluntariado. Se integró a una casa de acogida en Monterrey que recibía a mujeres migrantes, adolescentes y jóvenes, muchas de ellas de comunidades indígenas. Su expectativa era aplicar herramientas propias de su carrera, como intervención grupal o diagnóstico social.

Sin embargo, la realidad fue otra: las tareas eran más bien operativas —limpieza, mantenimiento, recepción—, pero esa experiencia transformó su visión del trabajo comunitario.
Ahí entendió que el servicio no siempre es espectacular o académico, que muchas veces el impacto se genera desde lo más básico. Pero también comprendió algo clave: “No se trata de llegar a salvar, sino de acompañar, porque ellas ya tienen saberes; nosotros no vamos a enseñarles algo nuevo, sino a caminar junto a ellas”.

La salud mental como eje de transformación

Si bien su experiencia incluye trabajo con población migrante, Liliana reconoce que el tema que ha marcado con más fuerza su trayectoria es la salud mental en adolescentes y juventudes.
Recientemente participó en un programa internacional promovido por la Alianza del Pacífico en Perú, titulado Agentes de Cambio para la Promoción de la Salud Mental de Adolescentes con Perspectiva Comunitaria. El objetivo era que los adolescentes fueran promotores de bienestar emocional en sus comunidades.

Sin embargo, ella y los agentes se enfrentaron con una dura realidad: “Muchos adolescentes no tenían acceso a tres comidas al día, a agua potable, a seguridad o a la presencia de sus padres. ¿Cómo pedirles ser agentes de cambio cuando ni siquiera sus necesidades básicas están cubiertas?”, reflexionó.

Esta experiencia reafirmó su convicción de que no se puede hablar de salud mental sin hablar de justicia social y condiciones estructurales.
Por otro lado, le permitió identificar varios problemas en el diseño e implementación de políticas públicas:

  • Estigmatización y poca conexión con la realidad: se diseñan programas para jóvenes a partir de estereotipos o sin considerar sus verdaderas necesidades.
  • Eventos sin continuidad: muchas políticas sólo son campañas aisladas, no sostenibles ni con visión de largo plazo.
  • Falta de recursos humanos y técnicos: hay una alarmante escasez de profesionales. En México, por ejemplo, sólo hay tres psiquiatras por cada cien mil personas.
  • Desaprovechamiento del talento multidisciplinario: existen sociólogos, pedagogos, psicólogos y trabajadores sociales bien preparados, pero no siempre se les incluye en el diseño de políticas públicas.

Reconocimientos que motivan, no que definen

Para Liliana, ganar el Premio Estatal de la Juventud 2025 fue una sorpresa. Ya había obtenido el Premio Municipal de la Juventud 2024, pero competir a nivel estatal le parecía casi inalcanzable.
“No es por hacerme pequeña, es que sé que en México hay muchísimo talento. En Atizapán, en la UNAM, en cada rincón del país”, comentó.

La UNAM: cuna de formación y esperanza

Liliana expresa profunda gratitud hacia su casa de estudios. “Si la UNAM no fuera gratuita, probablemente no habría estudiado”, confesó.


Reconoce que su formación en la FES Acatlán le dio herramientas teóricas sólidas, pero también una perspectiva humanista para aplicar ese conocimiento en campo. Agradece particularmente a sus profesores y profesoras que la motivaron, orientaron y le ayudaron con cartas de postulación.

Por ello, tiene claro que el cambio no se construye en solitario. Hace una invitación abierta a sus compañeros y compañeras universitarios:

“La UNAM nos da muchas herramientas, pero lo más importante es creer en nuestros talentos y ponerlos al servicio de la comunidad. No llegué sola a este premio. Fue gracias a colectivos, voluntariados y profesores”, concluyó.