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Pies veloces, raíces profundas: tarahumaras resistentes ancestrales

Su capacidad atlética y su resistencia para recorrer grandes distancias han llamado la atención de propios y extraños. Dicta un viejo principio tarahumara que “quien no aguanta, no vale”, y cada uno de ellos tiene muy marcado ese ideal, ya que para obtener los recursos mínimos para subsistir, son necesarios los recorridos de ida y vuelta donde el desgaste físico es brutal.

Ese estilo de vida, que usualmente es impuesto por las condiciones adversas, ha tenido como resultado que los tarahumaras desarrollen una gran resistencia para las carreras pedestres. Aunque en los últimos años ha sido frecuente leer sobre sus hazañas deportivas, como la reciente de un grupo de mujeres tarahumaras que ganó el tercer lugar en la carrera The Speed Project de Las Vegas, lo cierto es que recorrer grandes distancias tiene un contexto diferente para ellos.

Dedicada al estudio de la cultura tarahumara, la Dra. Ana Paula Pintado Cortina, investigadora indepediente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, contribuye de manera significativa a entender el comportamiento de esta comunidad indígena y responder algunas interrogantes en torno a ellos; entre otras: ¿cómo cubren largas distancias y no se cansan?, ¿qué papel desempeña la carrera en su vida?, ¿cómo desarrollan esa habilidad?

“Para entender el motivo que hace a los tarahumaras tan buenos corredores debemos enfocarnos en su estilo de vida. Se desplazan de un lado a otro porque sus sembradíos no los ponen al lado de sus casas. Entonces, han generado esa habilidad a partir de una necesidad. No obstante, el hecho de que sean tan buenos corredores no quiere decir que se destaquen por ser veloces, sino que tienen una mayor resistencia física que los demás y en parte eso les permite cansarse menos al recorrer grandes distancias”, indicó Pintado Cortina.

Los tarahumaras se asientan, junto con otros grupos indígenas, en la sierra Tarahumara, ubicada al suroeste del estado de Chihuahua y dividida geográficamente en Alta y Baja Tarahumara. La zona alta es de clima frío y la baja es calurosa. Esa variabilidad entre ambas zonas provoca que la época de siembra sea sólo de abril a mayo para que todo octubre sea época de cosecha. Aunque los tarahumaras recolectan en ambos territorios, la producción alimentaria que obtienen es únicamente de autoconsumo; por tanto, el tiempo es vital.

“La distancia entre uno y otro punto no es demasiada, pero sí deben recorrerla constantemente. Si cosecharan en un solo lugar, el alimento no les alcanzaría, y por tanto deben poner atención a ambos sembradíos. Por otro lado, el hecho de dedicarse a actividades ganaderas —principalmente, pastorear chivos durante seis horas— les ha permitido desarrollar esa fortaleza física. En contraste con las poblaciones citadinas, ellos viven en un terreno muy irregular, y las subidas que a veces tienen que andar están muy empinadas y requieren de mucho esfuerzo”, añadió la experta universitaria.

Aunque algunos trabajos de investigación se han enfocado en averiguar si los tarahumaras tienen alguna variable genética que les permita recorrer grandes distancias, Pintado Cortina descartó esa hipótesis y manifestó que lo que les ayuda es la fortaleza muscular que adquieren al desarrollar su vida en terrenos irregulares, entre otras cosas.

¿Cómo se preparan?

Los tarahumaras, que se llaman a sí mismos rarámuris (‘corredores a pie’), no se preparan para correr como lo hacen los atletas. No obstante, realizan dos eventos al año que podrían tomarse como tal, aunque tienen un sentido más ritual: el rarajípari o carrera de bola, para los hombres, y rowera o carrera de ariweta, para las mujeres.

Ambas carreras, de acuerdo con la especialista de la FCPyS de la UNAM, se realizan usualmente durante el lapso de diciembre a febrero, aunque también se pueden realizar en cualquier época del año. Sin embargo, que se lleven a cabo durante el periodo antes mencionado tiene un carácter simbólico, porque la realización de estas carreras tiene como fin pedir que el sol vuelva, ya que se efectúan durante el solsticio de invierno. “Más allá de ser una competición, es un ritual”.

En la rarajípari y la rowera participan dos equipos de aproximadamente 10 a 20 integrantes. La rarajípari es una carrera en la que los hombres se van pasando una pelota, que representa al Sol, en circuitos que pueden ser cortos o largos, sobre terrenos de subidas o bajadas. La competencia concluye cuando solo queda un tarahumara en pie.

La rowera es una carrera exclusiva para mujeres. Su fin es similar al de la rarajípari, pero en este caso las participantes usan un palo con el cual se van pasando un aro y así van corriendo. Ambas carreras, más allá de ser una competición y tener un ganador o una ganadora, permiten a todos ir desarrollando fuerza y resistencia. Aunque no participan, los menores presencian la competencia y poco a poco van aprendiendo de qué se trata, para que alrededor de los 17 o 18 años puedan ser parte de ella.

¿Por qué no se vuelven atletas?

Debido a los numerosos éxitos que han tenido al participar en los maratones, uno podría preguntarse por qué los tarahumaras no se dedican a ser atletas profesionales. Al respecto, Pintado Cortina indicó que para ellos el vínculo social tiene mayor relevancia.

Un pueblo asombroso

Más allá de su sorprendente habilidad para recorrer largas distancias sin cansarse, los tarahumaras han desarrollado otras grandes aptitudes, algunas de las cuales permiten entender por qué su comunidad es tan estable.

Pintado Cortina, quien ha convivido con ellos, apuntó otras características que distinguen a esta comunidad indígena:

  • Su habilidad para la lectura de huellas de animales. “A partir de las huellas, ellos detectan si un animal está cansado o si está cerca o lejos de la zona”.
  • El valor que le dan a la mujer es primordial. “Los tarahumaras hombres consideran que las mujeres son superiores, por la labor que realizan (tejer, criar a los hijos, hacer la comida) y por dar vida. De igual manera, manifiestan que las mujeres tienen cuatro alewá, los hombres tres y los chabochi dos.
  • Buscan que el miedo no los paralice. “Creen que el miedo viene de los malos pensamientos, que es uno de los grandes enemigos que tenemos los seres humanos y que afecta al alma, incluso al grado de provocarnos enfermedades”.
  • Resuelven conflictos por sueños. “Si estoy peleado con alguna persona o vecino, lejos de confrontarla, sueño con ella y resuelvo el conflicto, llegando a un estado de tranquilidad.

Ideas destacadas

  • La importancia simbólica de realizar las carreras durante el solsticio de invierno.
  • El papel central del vínculo social para los tarahumaras, más allá del éxito en competencias.
  • Las habilidades y valores únicos de la comunidad tarahumara que contribuyen a su cohesión y resiliencia.