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Nudo Mixteco, cine hecho en comunidad

https://youtu.be/AO6gMWPxcCY

Tres historias se cruzan en el primer largometraje de ficción de Ángeles Cruz:

“María, vuelve para enterrar a su madre, su padre la confronta y corre del velorio, en la incertidumbre y el dolor, le propone a Piedad, su amor de infancia con quien recién se reencontró, irse con ella a la Ciudad de México. Esteban regresa después de tres años y se encuentra con que, en su ausencia, Chabela, su mujer, se juntó con otro hombre; molesto la somete a juicio ante la Asamblea comunitaria. Por su parte, Toña revive su propio dolor ante el abuso del que fue víctima en el pasado y ahora es la realidad que vive su hija, para protegerla tendrá que enfrentar a su familia”.

La película, parte de la competencia Ahora México de la décimo segunda edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM, propone tres relatos que se cruzan en un pueblo de la mixteca oaxaqueña (Villa Guadalupe Victoria), regido por usos y costumbres.

¿Qué significó ser seleccionada en FICUNAM?

Ángeles Cruz (AC): Fue una sorpresa tremenda, porque, para mí, es uno de los festivales más importantes de este país y el más importante de la Ciudad de México. Tienen mucho rigor a la hora de escoger los proyectos que se presentarán. Está increíble, o sea, es un regalazo, un honor y un privilegio estar con nuestra película acá en la Ciudad de México.

¿Cuál fue el reto más grande al saltar de tus cortometrajes a tu primer largometraje?

AC: Creo que lo más complicado fue a la hora de hacer el guión. Pensé que no, que no podía hacer un trabajo más allá de los cortos. Es el mi primer largo que escribo y era esa parte también de cómo entender la película, cómo, digamos, pasar de un primer aliento que siempre se me acababa como a los diez minutos al tratar de conectar una historia. Evidentemente implica otro tipo de esfuerzo, otro tipo de trabajo, de preparación mucho más largo para conseguir recursos. Es mucho más complicado de trabajar que los cortos.

¿Cómo se involucró e influyó en el proyecto la comunidad de Villa Guadalupe Victoria?

AC: Influye en todos los sentidos, es la comunidad donde nací, crecí y vivo la mitad del tiempo de mi vida. Finalmente este pedir permiso para accesos, lugares y poder filmar es una regla, debes pedir permiso ante la asamblea. Son dinámicas de comunidad y espacios comunitarios en los que habitará la película. En ese sentido, siempre digo que mi primer pitching es ante la asamblea de mi pueblo y es el más importante, porque si no se aprueba, no se hace.

Esa primera exposición me ha servido para sentirme más arropada. Desde que hicimos La tiricia o cómo curar la tristeza, enfrentarte a la a la asamblea y explicar de qué va tu proyecto, qué implica para la comunidad el aceptarlo. Implica una participación activa, desde seguridad y espacios públicos, que las dinámicas comunitarias se modifiquen de alguna manera. Al tener ahí una película, es una comunidad muy pequeña de doscientas familias, evidentemente que se transforma el cotidiano.

No hubo problema con la semana en la que hacíamos los cortos. Ahora, les dijimos, vamos a estar aquí metidos un mes con toda la parafernalia cinematográfica y necesitamos nuestro silencio, porque es una comunidad que tiene altoparlantes y todo se comunica por ahí. Entonces tienen que avisar para que haya silencio durante la grabación. Todo lo que implica la filmación hay que explicarlo y estar conscientes de que si en algún momento me dicen que no, pues tendré que buscar otro lugar. Por ahora, siempre han dicho que sí y eso te da validez. La ventaja que he tenido es que me han dado toda la libertad respecto a los temas y cómo los trato, no se han metido para nada.

Simplemente es estar en los espacios de la comunidad y hacerlos partícipes tanto atrás como al frente de la cámara. Han sido muy generosos al confiar en lo que estamos haciendo.

Esos elementos que mencionas (los parlantes, las asambleas) se vuelven parte de la narrativa de la película…

AC: Narro desde mi realidad, desde mi cotidiano: qué es lo que estoy viendo, qué estoy escuchando, cómo me despierto o cómo son nuestras pequeñas fiestas. Recuerdo en algún festival que nos preguntaron si así no son las fiestas de Oaxaca, que no las habían visto así. O sea, pensamos que cada comunidad es igual, que no somos diversas y tenemos muchas maneras de festejar. Mi comunidad es muy pequeña, no es lo mismo que una comunidad grande o que el centro de Oaxaca, no hacemos la Guelaguetza. No es lo mismo, tenemos distintos parámetros y nos movemos de manera distinta, eso es lo que hace rico a este país, esa diversidad que escala cada parte de la comunidad y nos alimenta a todas las personas. Nos llena de muchas cosas, también por la gente que participa alrededor de la de la película, la banda de música, los extras, todo mundo está aportando, todo el mundo está generando una dinámica propia y eso enriquece a la película.

Al nombrarte como cineasta oaxaqueña, ¿un sector del público te encasilla?

AC: Muchas veces las comunidades hemos sido retratadas por ojos externos y ese retrato no regresa como si fuera nuestro propio reflejo. Entonces la gente espera algo, piensan que les van a traer la Guelaguetza al cine y no es así. Espero que sean las menos y que hablemos de un país tan diverso como es México, que cada quien pueda ser a partir de lo que conoce. También, yo no hago un documental, hago una ficción, tomo muchas referencias de la realidad de mi vida cotidiana. Me gusta trenzar mis historias dentro de esta misma realidad, pero estoy consciente de que es ficción y eso me da mucha libertad. Está esta raya tan diminuta entre el respeto y el cómo abordar una historia que no la traspase y mantengas tu ojo crítico. Por eso, en este momento, prefiero la ficción.

Los personajes constantemente tienen que decidir entre salir o quedarse en la comunidad, además de enfrentar las consecuencias inesperadas de esa decisión…

AC: Lo que tenemos las comunidades indígenas es, evidentemente, una terrible desigualdad social, en todos los sentidos. Estamos metidos en situaciones de pobreza y en desventaja a nivel de desarrollo humano. La necesidad de salir parte de ahí o porque quieres mejorar tus condiciones económicas, seguir estudiando o porque estás en una situación de violencia y necesitas moverte de ese lugar.

Yo salí muy chica de mi comunidad, a los 15 años, para poder seguir estudiando, para irme a la prepa a Oaxaca y luego a la carrera en la Ciudad de México. Siento que hacerte migrante tan pequeño y dejar todo tu contexto, te hace dudar de dónde estás y quién eres. Esta nostalgia y esta añoranza de donde naciste tampoco te deja acomodarte a donde llegas. Esta sensación es parte de todas las personas que hemos pasado por eso. Más si sales de un lugar cómodo y llegas a otro en el que no eres bien recibido.

Todos los personajes tienen esa vibración de añoranza, de no saber a dónde pertenecemos, si estamos afuera o adentro, ya no nos entendemos. Eso que creíamos que sigue ya pasó y quedó en el pasado. ¿Cómo vas a enfrentar tu presente? ¿Cómo vas a enfrentar tu futuro? ¿Tienes algún futuro en esa comunidad? Eso nos preguntamos en Nudo Mixteco, qué está pasando con nosotras y qué está pasando con las decisiones respecto a quien amamos y a nuestro territorio.