La misión de la nave Boeing Starliner, lanzada el pasado 5 de junio desde Florida con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI), ha sido más complicada de lo esperado. La cápsula, que transportaba a los astronautas estadounidenses Suni Williams y Butch Wilmore, debía completar su vuelo experimental en unos ocho a diez días. Sin embargo, problemas técnicos en los propulsores y en el sistema de helio impidieron su regreso en el tiempo previsto. Los astronautas han permanecido en el espacio más de 90 días, mientras se llevaban a cabo pruebas y análisis para solucionar los inconvenientes.
Finalmente, la NASA y Boeing tomaron la decisión de no arriesgar la seguridad de los tripulantes y programaron el retorno de Williams y Wilmore a bordo de una nave SpaceX en febrero de 2025. Mientras tanto, la cápsula Starliner aterrizó de forma segura el pasado 6 de septiembre en el puerto espacial White Sands, en Nuevo México, sin su tripulación. El aterrizaje marcó el final de un vuelo de prueba de tres meses que, aunque no cumplió con el plan original, ofreció valiosa información técnica.
Lecciones aprendidas y efectos de la misión en la tripulación
El administrador adjunto de Operaciones Espaciales de la NASA, Ken Bowersox, afirmó que “aunque fue necesario devolver la nave sin los astronautas, hemos aprendido mucho sobre su comportamiento en condiciones extremas”. Esta misión es clave para la certificación de Starliner como un vehículo seguro para transportar tripulaciones a la EEI de manera regular, y ha proporcionado valiosos aprendizajes que permitirán mejorar futuras misiones.
A pesar del éxito técnico del retorno, la prolongada estancia en el espacio plantea preocupaciones sobre los efectos en la salud de Williams y Wilmore. Los estudios sobre la microgravedad han demostrado que el cuerpo humano sufre cambios significativos durante estancias largas en el espacio. Entre estos efectos, destacan la atrofia muscular y la descalcificación ósea, que pueden provocar una pérdida de hasta un 50% de la masa muscular en misiones de varios meses. Otros efectos, como la pérdida de masa ósea y la reducción del tamaño del corazón, también han sido observados en astronautas como Scott Kelly, quien pasó 340 días en la EEI.
Además de los problemas musculoesqueléticos, la exposición a la radiación cósmica fuera del escudo protector de la Tierra es una preocupación constante. La exposición prolongada puede dañar el ADN, tal como se observó en el caso de Kelly, y afectar al sistema inmunológico. Aunque algunos de estos efectos pueden revertirse al regresar a la Tierra, otros, como el síndrome neuroocular que afecta la visión, pueden ser permanentes.
Williams y Wilmore continuarán sus labores en la EEI hasta febrero de 2025, cuando se espera que regresen en la misión SpaceX Crew-9. Mientras tanto, la NASA continuará evaluando los datos de esta misión, que será determinante para el futuro de las operaciones comerciales tripuladas y los planes de la agencia para misiones más ambiciosas, como el regreso a la Luna y la exploración de Marte.
El futuro de la exploración espacial y las misiones tripuladas
El éxito del retorno de la cápsula Starliner representa un paso adelante para Boeing, aunque aún queda trabajo por hacer para garantizar que el sistema esté listo para misiones tripuladas. Steve Stich, director del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, señaló que esta prueba fue un hito importante para el futuro del transporte humano al espacio. La NASA espera que, una vez certificada, la cápsula Starliner pueda complementar los vuelos de SpaceX, proporcionando más flexibilidad y capacidad para misiones regulares a la EEI.
Este esfuerzo es clave no solo para mantener las operaciones en la EEI, sino también para preparar las futuras misiones a la Luna y más allá. A finales de 2024, la NASA planea el vuelo de prueba de la misión Artemisa 2, que llevará a cuatro astronautas a orbitar la Luna en preparación para el aterrizaje lunar con la misión Artemisa 3 en 2025. Los datos obtenidos de misiones como la de Starliner contribuirán a desarrollar tecnologías más seguras para los vuelos espaciales a largo plazo.
La colaboración entre la NASA y compañías privadas como Boeing y SpaceX es fundamental para el éxito del programa de exploración espacial, que busca no solo asegurar el transporte seguro de astronautas, sino también expandir las fronteras de la humanidad hacia la Luna y Marte. Aunque esta misión tuvo complicaciones, los aprendizajes derivados son fundamentales para el futuro de la exploración espacial y la colonización de nuevos territorios fuera de la Tierra.