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Aprender a hacer medicina con el corazón

Kyme A. Juárez Aburto: “Sangre azul y piel dorada” en La Habana

Kyme Aramis Juárez Aburto es uno de los rostros más conocidos de los mexicanos que vivimos en La Habana. No hay fiesta, celebración o acto oficial de la Embajada de México o de nuestra sede en el que no esté presente. Tampoco hay momento en que no esté dispuesto a dar una mano si alguien tiene un problema médico o de cualquier otro tipo. Con su sonrisa franca y su festiva mirada jarocha, este joven nacido en Xalapa es un personaje infaltable en el paisaje habanero.

Es médico cirujano general por la UNAM, donde además se desempeñó como coordinador de la Incubadora y como vinculador en la Facultad de Medicina. Realizó, por otra parte, la maestría en Gestión Directiva en Instituciones de Salud y el doctorado en Alta Dirección y Organización en Sistemas de Salud. Actualmente cursa el tercer año de la residencia médica en Cirugía General en el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana. ¡Es uno de los 2,000 estudiantes mexicanos de medicina en Cuba!

Con él hicimos esta entrevista frente al Malecón, donde sale a correr cada tarde.

¿Por qué elegiste hacer la especialidad en Cuba?

Elegí hacer la especialidad en La Habana, Cuba, para tener la oportunidad de conocer una cultura distinta. El prepararme en el ámbito profesional en el extranjero y poder compartirlo  a futuro con mi país me emociona. Y me mantiene día día contento el saber que en el mundo existen diferentes formas de mantener una relación medico-paciente exitosa. Más en el ámbito quirúrgico, que es fundamental.

¿Que fue lo que más te sorprendió al llegar a Cuba? ¿Cómo te has sentido aquí?

Tengo tantas experiencias que no sabría por cuál empezar. Lo que más me sorprendió al llegar a Cuba fue el gran choque visual, social y cultural. En lo visual es como viajar en el tiempo, me hizo recordar nuestros orígenes, nuestras bases culturales. En lo social, su gente mostrando alta empatía por querer conocer más de uno como extranjero, y en lo cultural ver que Cuba tiene muchísima gente con un alto nivel de lectura y preparada académicamente, tanto en lo literario, en las artes plásticas, danza, pintura, cine, música y, sin duda alguna, en el ámbito médico.

En lo personal, los cubanos me han recibido con los brazos abiertos; me he sentido feliz, contento, alegre,  con ganas de compartir todas mis experiencias con mi país para poder mejorar aspectos que no se visualizan estando en México.  Mexicanos y cubanos tenemos tantos temas de qué hablar, compartimos tanto, como la música, por ejemplo. Los boleros, Armando Manzanero, Luis Miguel…, podríamos hacer una lista larguísima.

¿Consideras que has tenido ventajas por haberte formado en la UNAM?

Esta es una pregunta muy importante porque soy de sangre azul y piel dorada.

Entre las ventajas que la UNAM me ha dado está la posibilidad de relacionarme con distintas personas de todo el país. En la Universidad tenía amigos del norte, centro y sur de México, y el conocer las distintas formas de interactuar para llegar a un mismo objetivo, que es el bien del paciente, me hizo comprender que no es necesario a veces ni siquiera hablar el mimo idioma, si no saber identificar las necesidades que cada uno tiene, para poder brindarle una mejor atención. La observación, el acercarme a las personas que rodean su padecimiento, la exploración física, los estudios complementarios y el seguimiento y vigilancia de su evolución… La formación de la UNAM  me enseñó que todo es multidisciplinario para llegar a un bien común.

¿Tuviste algunos problemas al instalarte en Cuba?

Uno, la comunicación: el tener contacto con mi familia fue complicado; es un gran reto poder mantener una comunicación fluida.

Dos, la vivienda: encontrar una zona donde haya luz, agua y gas las 24 hrs es un reto de vida.

Tres, el transporte: la movilidad es muy complicada, por la escasez de combustible.

¿Qué es lo que más te gusta de vivir aquí?

Lo que más me gusta es la oportunidad de poder formarme como un buen medico quirúrgico, competente ante al mundo. Tener buena técnica quirúrgica y la práctica que me brindan este país han sido fundamentales para mi formación académica. Por supuesto, entre lo que más me gusta no podrían faltar sus hermosas ciudades de provincia, sus atardeceres, su gente tan amable, empática y humilde, con un alto grado de resiliencia personal. Ver a la gente bailando en las calles bajo la lluvia me hace pensar que sólo se vive una vez, y que hay que aprovechar todo lo que se nos presenta.

¿Cómo es tu vinculo con los otros estudiantes de México que están en la isla?

Mi vinculo es cercano y solidario. Desde que llegamos nos hemos dado cuenta de que compartir las mismas raíces y el hecho de estar lejos de casa nos une mucho. Nos apoyamos en varias situaciones: en lo académico, intercambiamos apuntes, discutimos casos clínicos y a veces repasamos juntos antes de las guardias o de los exámenes; pero también en lo personal, porque la vida en un país diferente puede ser retadora, y la comunidad mexicana se convierte en una especie de familia extendida.

¿Qué has aprendido en Cuba que sientes que no hubieras aprendido quizás en otro país? ¿Qué te hubieras perdido en al ámbito personal y profesional?

En lo profesional, he adquirido una formación quirúrgica muy práctica, con un contacto directo y continuo con los pacientes. En lo personal, Cuba me ha dejado un aprendizaje invaluable: la solidaridad entre colegas, el trato humano con los pacientes y la humildad de valorar las cosas simples. Aquí es donde se aprende a valorar más.  He aprendido a vivir con menos, a disfrutar más de la convivencia, y a sentirme parte de una comunidad que -aunque no es la mía de origen- me ha recibido con los brazos abiertos.

Esa experiencia de compartir con estudiantes y médicos de distintas partes del mundo, en un entorno con tantas limitaciones, pero con tanta riqueza humana, me ha dado una visión más amplia de lo que significa ser médico y ser persona.

Si hubiera elegido otro país, probablemente habría tenido acceso a más tecnología, pero me habría perdido esta esencia: aprender a hacer medicina con el corazón, con la mente abierta y con el valor de la solidaridad como parte del día a día, aquí es donde de puede aprender todo esto que, desde mi punto vista, es fundamental en la rama a la que me dedico.