A finales del año pasado en los estados de Oaxaca y Nayarit se presentaron algunos casos de rabia que preocuparon a la población.
A pesar de ello, Francisco Monroy López (académico del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM), señaló que “si bien no podemos ignorar estas situaciones, no hay razón para alarmarse, aunque debemos tomar medidas preventivas porque la rabia no está erradicada, como se cree”.
Monroy dijo que lo principal es seguir vacunando contra la rabia a nuestros animales de compañía, como perros y gatos, porque pueden contraer la infección y transmitirla.
Aunque reconoció que las campañas de vacunación están cada vez más presentes desde la creación de las Semanas nacionales y de reforzamiento, en 1990, de 2019 a 2020 hubo una disminución considerable en este proceso, “muy probablemente por la pandemia de covid-19”, dijo Monroy.
Recordó que el caso de rabia en Nayarit, que ocurrió el pasado 30 de diciembre, se presentó después de que una mujer fue mordida por un gato que no estaba vacunado contra el virus y que “los síntomas se presentaron cuatro semanas después del ataque. Es necesario cuidar a nuestras mascotas y debemos enfocarnos en vacunar, esterilizar y cuidarlas para que no nos transmitan enfermedades peligrosas”, destacó.
En el caso de Oaxaca, la niña sobreviviente recibió la agresión en la parte baja de la espalda, zona muy un poco inervada y con menor sensibilidad que otras partes del cuerpo, por lo que tuvo una mejor oportunidad de reaccionar al virus con la ayuda de medidas profilácticas”, indicó.
Es necesario que las personas de las zonas rurales vacunen a sus animales de granja durante la campaña nacional de vacunación anual contra la rabia paralítica bovina, que afecta principalmente al ganado vacuno, caballos, cabras, ovejas y cerdos. Y agregó que es importante también que el personal de salud esté capacitado para atender estos casos.
Destacó que en la asignatura de Medicina Productiva y Salud Pública los estudiantes de medicina veterinaria realizan jornadas de educación para la salud con el fin de concientizar al público en general sobre ésta y otras enfermedades.
“La rabia no está erradicada, ni en nuestro país ni en el mundo. Tenemos que pensar en esta enfermedad como un sistema complejo en el que es necesario que varias profesiones, no solo las de salud, se involucren en la solución de problemas y trabajen en estrecha colaboración para prevenir, controlar y erradicar enfermedades de esta naturaleza. Por ejemplo economía y política”, agregó.
Un virus peligroso
La rabia pertenece a un grupo de enfermedades a las cuales se les denomina zoonosis, que son transmitidas al ser humano por contagio directo con un animal enfermo mediante algún fluido corporal, como orina o saliva, o por algún intermediario.
Esta enfermedad afecta tanto al hombre como a los animales, ya sean salvajes (presentan rabia silvestre) o domésticos (presentan rabia urbana), y en la mayoría de los casos su desenlace es fatal.
De acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la rabia sigue presente en al menos 150 países, en los que causa unas 60 mil muertes humanas al año, de las cuales en la mayor parte de los casos el perro es la principal fuente de transmisión, aunque también otros animales, como gatos, ratas, ardillas, murciélagos, coyotes, mapaches y zorros.
Monroy López explicó que la rabia tiene distintas fases:
- Periodo prepatogénico: el virus está en los portadores, que son animales de sangre caliente, y se combate con la prevención primaria, que consiste principalmente en vacunar a los animales de compañía y a la población en general (y educarla sobre este problema), y poner atención en los focos rábicos.
- Periodo patogénico: etapa en la que el virus ya infectó a las personas. En esta fase el personal de salud realiza la prevención secundaria y terciaria.
En la prevención secundaria se busca detectar oportunamente al virus (lo cual es complicado, porque antes del inicio de la fase clínica es imposible debido a que se carece de herramientas diagnósticas) y limitar el daño al organismo del infectado. En la terciaria se induce el coma en la persona infectada, pero los resultados favorables son muy poco frecuentes.
En caso de no recibir atención oportuna durante este periodo, el infectado presenta al inicio
fiebre y dolor; después convulsiones y espasmos musculares; sigue la inflamación del
cerebro y la médula espinal, así como paro cardiorrespiratorio y finalmente un severo daño
neurológico que lleva a la muerte.
El docente explicó que la cadena epidemiológica de la rabia inicia con la presencia del virus en reservorios (perros, murciélagos u otros carnívoros silvestres) y sale a través de la saliva.
Después viene la etapa de incubación, que puede durar de 10 días a seis meses, según la zona de la mordida. “Si la agresión se dio en la cara o en el cuello, es más sencillo para el virus llegar al sistema nervioso central y comenzar el proceso de replicación.
Después de la incubación se presentan los primeros síntomas, que pueden ser muy similares a la gripe, como debilidad, malestar general, fiebre y dolor de cabeza.
La rabia también puede causar malestar o sensación de punzadas o picazón en el sitio de la infección. Estos síntomas pueden durar varios días. Luego, los síntomas progresan a
disfunción cerebral, ansiedad, confusión y agitación.
Monroy López explicó que “a medida que avanza la enfermedad, la persona puede presentar comportamiento anormal, delirios, alucinaciones, hidrofobia (temor al agua) e insomnio. Una vez que aparecen los signos clínicos de la rabia, la enfermedad es casi siempre mortal y el tratamiento sólo es de apoyo”.