Después de más de 57 años de contribuir en la realización de importantes investigaciones científicas, descubrimientos de estrellas de neutrones, observación de planetas y detección de peligrosos asteroides en trayectoria cercana a la Tierra, es una enorme pérdida para la comunidad científica lo que sucedió con el Telescopio de Arecibo.
Construido en la década de los sesenta con fondos del Departamento de Defensa de Estados Unidos, el radiotelescopio de Arecibo fue inaugurado en 1963. Dio seguimiento a objetos cercanos a la Tierra, permitió descubrimientos como el del periodo orbital de Mercurio, que es de 59 días y no de 88 como se pensaba, se hicieron investigaciones que condujeron a un premio Nobel y determinar si un planeta es potencialmente habitable.
De acuerdo con Gloria Delgado Inglada, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, el diámetro del telescopio ubicado en Puerto Rico era equivalente a la altura de la Torre Eiffel acostada y se le consideraba como el “monumento mundial a la astronomía”. Gracias a las investigaciones hechas en este lugar se descubrió hielo en los polos sur y norte.
En agosto de 2020 una parte del telescopio colapsó y se derrumbó, estrellándose desde 120 metros de altura hacia el fondo del plato cóncavo de 305 metros de largo de radio. En noviembre de 2020 otro cable más se dañó y provocó daños a su estructura. Se anunció que el telescopio sería desmantelado por motivos de seguridad. Pero el 1 de diciembre los otros cables que lo sostenían desde 3 pilares terrestres no soportaron más su peso de 900 kilos y el radiotelescopio se precipitó al vacío.