Conocí a Julieta Fierro hace algunos años, en una entrevista sobre extraterrestres. Con entusiasmo, sencillez y una manera única de explicar, dijo que la ciencia no ha confirmado la existencia de estos seres, pero tampoco lo contrario. Ese día, todos sus seguidores soñaron con la posibilidad de vida en otros planetas.

Al final de la charla se puso una diadema con antenas verdes, como si fuera un ser de otro planeta. Así era ella para explicar la ciencia: divertida y abierta. Siempre lograba plantear escenarios fantásticos sobre la física y la astronomía.
Desde ese día otorgó varias entrevistas para UNAM Global. Entre estrellas, planetas, nebulosas y hasta arcoíris, se escuchaba la voz de Julieta Fierro en un viaje a través de la ciencia.
En una de esas charlas contó que, cuando se filmó la película Contacto, escrita por el divulgador de la ciencia Carl Sagan, la actriz Jodie Foster, que interpretó la historia, vino a México.
Julieta relató que Jodie la buscó para saber cómo eran los astrónomos, platicó y convivió con ella. De ahí se inspiró para interpretar a su personaje. Cuando uno ve esa película, pareciera ver a Julieta de joven.
Una historia de rebeldía
No fue sino hasta que la entrevisté para el Día de la Mujer que descubrí su historia personal. Julieta Fierro fue una mujer extraordinaria: desde joven mostró fuerza, rebeldía y un espíritu feminista al enfrentarse a su padre, que no la dejaba estudiar.
En aquella época, desafiar la autoridad masculina en el hogar no era común, lo que hace su historia aún más inspiradora. Sin duda, Julieta se convirtió en un ejemplo a seguir para todas las jóvenes.
Además de sobresalir en la carrera de Física, llegó al posgrado para ser astrónoma y después convertirse en una de las divulgadoras de la ciencia más carismáticas y queridas por varias generaciones.
No podía salir a la calle sin que las personas se acercaran para pedirle autógrafos o fotos. Todos, desde los más pequeños hasta los adultos, la seguían como una rockstar de las estrellas.
Arcoíris: la ciencia detrás de un fenómeno natural
De los últimos temas que otorgó para UNAM Global, teníamos este pequeño tema reservado: Arcoíris: la ciencia detrás de un fenómeno natural.
En diferentes culturas alrededor del mundo hay varias leyendas en torno al arcoíris. Por ejemplo, en Irlanda se dice que al final de un arcoíris se encuentra una vasija llena de oro, custodiada por un duende.
Los mayas creían que el arcoíris era una manifestación de la diosa Ix Chel, que traía lluvias y fertilidad, pero también la relacionaban con desastres naturales como las inundaciones.
Por su parte, los cristianos creen que Dios puso un arcoíris en el cielo como señal de su promesa a Noé de que nunca más destruiría la Tierra con un diluvio. Este arcoíris es visto como un símbolo de paz, esperanza y renovación.
Pero ¿qué nos dice la ciencia? Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, explicó que se trata de un fenómeno óptico y meteorológico.
El arcoíris se forma cuando en el cielo hay gotas de agua suspendidas en la atmósfera, el Sol se encuentra de frente y la luz solar se refracta, se refleja internamente y vuelve a refractarse al salir de las gotas.
Cada tipo de luz se separa en un color diferente, de manera que al emerger se produce la gama que observamos, como ocurre con un disco compacto al reflejar la luz.
El ojo humano percibe esa dispersión como una mezcla continua de colores, explicó Fierro Gossman.
Para la astronomía
Para la astronomía, este fenómeno es muy importante porque permite conocer la naturaleza de los astros. Por ejemplo, al medir la gama de colores de un arcoíris y compararla con la de un disco compacto, se puede observar que la gama es diferente, ya que depende de la temperatura, densidad, composición química de los objetos que producen esa luz e incluso de su campo magnético.
“La luz del Sol es muy importante porque es el estándar con el que se comparan el resto de los astros del Universo, en particular las estrellas”, añadió Fierro Gossman.

Además, un arcoíris no es solo un arco —como el que siempre vemos—, sino que en realidad es circular. “Lo que pasa es que, como el Sol está muy cerca del horizonte, la parte que no vemos queda debajo del horizonte”.
Sin embargo, si vamos en un avión, sí se puede ver el arcoíris completo que sigue la trayectoria circular, enfatizó la académica universitaria.
También mencionó que existen otros fenómenos luminosos en la atmósfera, como los halos solares, formados por cristales de hielo con forma hexagonal, que generan anillos de colores alrededor del Sol.
Así hablaba Julieta Fierro: entre ciencia y maravilla, entre estrellas y arcoíris.
