Explora unam global tv
Explora unam global tv
explorar
Explora por categoría
regresar

Itzel Cruz: vocación docente en Fisioterapia UNAM

Mi nombre es Rocío Itzel Cruz Álvarez y, desde que era estudiante, supe que quería estar algún día frente a un grupo, compartiendo conocimientos. La docencia no fue una casualidad en mi vida, sino un deseo sembrado desde mucho antes, pues vengo de una familia de docentes. Mi papá dio clases, mi mamá lo hace actualmente, mis abuelos también lo hicieron. Desde pequeña los acompañaba y observaba cómo se encendía una chispa especial cuando enseñaban. Me enamoré de esa capacidad de transmitir algo valioso a otros, y cuando descubrí la Fisioterapia, supe que quería unir esas dos pasiones.

Hoy tengo el privilegio de impartir las materias de Educación Somática, Fisioterapia en Pediatría y próximamente Diagnóstico Funcional y Análisis de Casos Clínicos, todas para estudiantes de tercer año de la Licenciatura en Fisioterapia. Cada clase es una oportunidad para encender en mis alumnos la misma pasión que yo siento por esta hermosa profesión. Creo profundamente que enseñar Fisioterapia no sólo es compartir teoría y práctica, sino formar personas empáticas, sensibles y comprometidas con el bienestar de otros.

Lo que más me motiva es ver cómo las y los estudiantes se transforman. La docencia no es estática; con cada generación cambian los retos, las formas de aprender, incluso las maneras de comunicarnos. Me encanta aprender de ellas y ellos también. Escuchar sus puntos de vista, adaptarme a sus necesidades, entender cómo piensan, todo eso me enriquece como docente y como persona.

Equilibrar la práctica profesional con la docencia no es fácil, pero sí posible. Para mí, la clave está en la organización, el amor por lo que hago y en seguir atendiendo pacientes. La Fisioterapia es profundamente práctica, y mantenerme actualizada en el campo me permite traer ejemplos reales al aula, compartir experiencias vivas y no quedarme sólo en lo teórico.

Como mujer en este campo, sí me he enfrentado a ciertas barreras. En ocasiones, los pacientes dudan de nuestras capacidades físicas por nuestra complexión o simplemente por ser mujeres. A veces, incluso en entornos administrativos, se asume que necesitamos la aprobación de un “jefe”. Son estigmas que persisten, pero que poco a poco vamos rompiendo con trabajo, preparación y confianza en nosotras mismas.

A las y los estudiantes que se sienten llamados a la docencia, les diría que comiencen desde ahora. Observen a sus maestros, tomen cursos, atrévanse a explicar temas a sus compañeros, busquen retroalimentación. Enseñar no es sólo pararse frente a un grupo: es aprender a conectar, a inspirar, a transformar.

Hoy, cada vez que entro al aula, recuerdo por qué empecé este camino. Enseñar lo que más amo y ver cómo otras personas descubren su propia vocación es, sin duda, uno de los logros más gratificantes.