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Hong Kong suspende temporalmente ley de extradición a China

El sábado pasado alrededor del 28 por ciento de la población de Hong Kong salió a las calles para manifestarse contra el controvertido proyecto de ley sobre extradición a China, una iniciativa que, aunque fue suspendida por la jefa del ejecutivo, Carrie Lam, no se ha hecho de manera definitiva.

“Anuncio ahora que el Gobierno ha decidido suspender el ejercicio de la enmienda legislativa, reiniciar nuestra comunicación con todos los sectores de la sociedad para explicar mejor nuestro trabajo y escuchar diferentes opiniones de la sociedad”, leyó Lam en su comparecencia, primero en cantonés y luego en inglés.

En el espacio radiofónico Prisma RU, conducido por Deyanira Morán,  Adolfo Laborde, doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, comentó que esta situación debe contextualizarse en torno a la autonomía territorial de Hong Kong.

“Con esto no se dice que China pretende homogenizar la forma de gobernar. Este territorio tiene un estatus diferente en términos no solamente jurídicos, sino económicos. Recordemos que Hong Kong fue transferido a China para que lo administrara en el 97, pero con ciertas relativas y con ciertas limitaciones. Por otro lado, en el 2014 se llevó a cabo el “movimiento de los paraguas” entre jóvenes que pedían más libertad”.

El dar marcha atrás al proyecto obedece a las presiones de la población, muestra de la existencia de una organización y una cultura política diferente a la China, lo que podría “ser el antecedente de una nueva relación política que daría energía a estos grupos con el propósito de retomar los derechos y las libertades democráticas”.

El doctor Laborde comentó que de entrar en vigor el proyecto de ley, se enviaría personas a China continental para ser juzgadas, lo que tendría que generalizarse a las cuestiones estatales, pues la estrategia de esta ley se enfoca en los presos políticos.

“No solamente ellos, sino también algunos disidentes que critican al gobierno de Pekín. Ellos podrían ser sujetos a encarcelamiento y posteriormente una transferencia a alguna cárcel de altísima seguridad, donde no hay un control de los derechos humanos y quién sabe que pasa ahí. Entonces, es por eso lo que les preocupa no solamente a los líderes que están encabezando este tipo de iniciativas, sino a toda la gente en Hong Kong. Salir de ahí significaría estar prácticamente aislada”.