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Hemorragia en el parto, un peligro de muerte a cualquier edad

Durante cualquier embarazo, independientemente de la edad, se puede padecer preeclampsia o diabetes, y la mujer se expone a un riesgo de hemorragia obstétrica al momento del parto, lo que que puede causar la muerte materna.

Ése es uno de los problemas que ha sido complicado de subsanar, dice la doctora Zarela Lizbeth Chinolla, médico obstetra con especialidad en Biología de la Reproducción.

¿Cuál es el sangrado esperado? “Menos de 500 ml, sea por parto natural o cesárea”.

Hemorragia obstétrica, apunta la académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, es cuando, durante el parto, la madre llega a sangrar más de un litro. Se considera hemorragia menor si el sangrado es de menos de un litro. “Es menor porque la mujer lo puede compensar perfectamente, siempre y cuando esté sana y sin anemia”.

Cualquier mujer o persona de 60 kg puede tener un promedio de cuatro y medio a cinco litros de sangre en su cuerpo normalmente. Por lo tanto, perder un litro de sangre es perder alrededor del 20% de la circulación sanguínea. Tal pérdida o cantidad de sangrado pone en riesgo la vida de la paciente (por alteraciones en la función circulatoria o en la función renal, o alteraciones cardiacas, entre otras).

Durante el parto natural o la cesárea, en unos cuantos minutos la madre puede tener pérdidas de hasta dos o tres litros. Y si no tiene una atención profesional y oportuna—advierte la doctora Chinolla—, puede perder la vida.

En muchas partes del país e incluso en grandes centros hospitalarios, “se siguen reportando muertes por hemorragia obstétrica”, porque hay pacientes que sangran “más de su propia capacidad”.

Si la embarazada tiene placenta previa, es decir, si la placenta se inserta o se instala en la parte de abajo, donde está la salida del cérvix, al momento del nacimiento ocurre algo que se llama acretismo. La placenta se adhiere más de lo usual a la pared del útero, y la madre tendrá un sangrado masivo.

Normalmente, la placenta tiene un “intercambio de vasos sanguíneos” con el producto. Cuando nace el bebé, esos vasos se cierran y desprenden la placenta. Luego se cierra y disminuye el útero. “Y se acaba el problema”.

Sin embargo, cuando hay placenta previa con acretismo, al nacer el bebé los vasos sanguíneos no se cierran, porque la placenta está incrustada en el útero o en la matriz.

La única manera de cerrarlos, señala la doctora Chinolla, es quitando el útero mediante una cirugía, en un centro hospitalario, con un banco de sangre y un equipo multidisciplinario.

Hemorragia en el partoCausas de sangrado

En el momento en que se detecta que la placenta está en inversión anómala —pero muchos hospitales no cuentan con ultrasonido básico—, el médico debe derivar a la paciente a un hospital de segundo nivel. Si aquí se confirma acretismo placentario, debe ser atendida e incluso hospitalizada dos o tres semanas antes del nacimiento en un centro de tercer nivel.

Además de la placenta previa, otras causas de sangrado en el trabajo de parto son: “embarazo gemelar”, miomatosis uterina, feto grande para la edad gestacional (macrosómico), anemia previa e incluso problemas de coagulación. Todo eso, dice la doctora Chinolla, aumenta el riesgo de que con cualquier sangrado se pueda descompensar.

Aunque la paciente esté sana, no padezca anemia ni hipertensión, al momento del nacimiento del bebé la placenta se puede desprender abruptamente. En ese caso hay que lograr la contracción de la matriz o útero.

“Es como inflar un globo. Al salir el bebé, se desinfla el globo, pero a veces queda como calcetín o no logra un tono; a esto se le llama atonía uterina. Cualquier mujer en cualquier embarazo puede presentarla, y sufrir una hemorragia obstétrica (sangrado masivo al nacimiento). Habitualmente, el útero regresa de forma natural a un tamaño menor cuando nace el bebé; cuando no es así, se utiliza medicamento (motivo por el cual es importante la atención médica profesional en un parto)”.

Hay técnicas y protocolos muy bien establecidos para que el útero se contraiga y se pueda evitar así una hemorragia.

Sin embargo, puntualiza la doctora Chinolla, muchas mujeres no quieren “ser invadidas”. Ése es su temor cuando se requiere aplicarles medicamentos vía “una vena permeable”, procedimiento que debe ser controlado y vigilado, para que “un momento de alegría” no se convierta en una tragedia.

Por lo tanto, para lograr una reducción de la mortalidad materna en México, advierte que toda gestante deberá recibir atención médica desde el inicio del embarazo. Además, es necesario regular y profesionalizar a todo aquel que atienda a las embarazadas, tanto a parteras, doulas y enfermeras como a los propios médicos, para lograr una atención integral y adecuada.