El reconocimiento del Premio Cervantes 2025 a Gonzalo Celorio confirma la vigencia de una de las voces más lúcidas, sensibles y complejas de la literatura mexicana contemporánea. Novelista, ensayista, editor y crítico, Celorio ha conjugado durante décadas la reflexión literaria con una prosa que transita entre la erudición y la emoción, entre el pensamiento y la experiencia.

Profesor de literatura hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, de la que fue director, ha formado generaciones de lectores y escritores que reconocen en su palabra una pedagogía de la claridad. Su obra se distingue por el diálogo constante entre la memoria, la historia cultural de México y una concepción profundamente humanista del lenguaje.
El galardón lo consagra dentro de la tradición literaria hispanoamericana y lo coloca junto a los autores mexicanos que lo precedieron: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Fernando del Paso. Su obra se distingue, a juicio de la crítica, por unir la reflexión literaria con una prosa de equilibrio y madurez excepcionales, donde pensamiento y emoción se entrelazan con natural elegancia.
La prosa como casa: Celorio en Material de Lectura
El volumen 112 de la serie Cuento Contemporáneo de Material de Lectura, publicado por la UNAM, ofrece una puerta de entrada privilegiada al universo narrativo de Gonzalo Celorio. La selección y la nota introductoria son de Eduardo Casar, quien destaca que la de Celorio es “una prosa con personalidad propia”, exacta como un mecanismo de relojería y, al mismo tiempo, cálida y orgánica, hecha de materia viva.
El cuadernillo reúne tres textos paradigmáticos: El velorio de mi casa, Tiempo cautivo y De amor propio. En ellos se advierte el tejido que define su escritura: el espacio doméstico como metáfora del alma, la historia como respiración del presente y la lengua como instrumento de revelación.
En “El velorio de mi casa”, perteneciente a El viaje sedentario, el narrador recrea la despedida de un espacio habitado, transfigurando el acto de la mudanza en una alegoría sobre la pérdida y la permanencia. El texto, de un lirismo contenido y una ternura sin sentimentalismo, convierte lo cotidiano en reflexión sobre la memoria y el tiempo.
“Tiempo cautivo”, fragmento de La Catedral de México, es una pieza ensayística que reconstruye la historia de la construcción del principal templo novohispano. En ella, el autor trasciende el dato histórico y convierte la piedra en símbolo: la catedral como organismo vivo y como testimonio de la obstinación humana frente al tiempo. Casar observa en este texto lo que llama una “metáfora amplia”, donde la narración y el pensamiento se entretejen hasta formar un discurso barroco y meditado.
Por su parte, “De amor propio”, capítulo inicial de la novela homónima, presenta el rito de iniciación de un adolescente que se descubre a sí mismo en un mundo de deseo, vergüenza y fascinación. Celorio combina la mirada compasiva con una ironía sutil y convierte el despertar erótico en un ejercicio de autoconocimiento.
El legado de una voz
A lo largo de su trayectoria, Celorio ha transitado con igual maestría por el ensayo y por la narrativa. Entre sus libros más notables figuran Tiempo cautivo. La Catedral de México, Los subrayados son míos, México, ciudad de papel, Amor propio, Y retiemble en sus centros la Tierra y El metal y la escoria. En todos ellos late una misma convicción: la literatura como forma de comprender la vida y de otorgarle permanencia.
En la nota introductoria al volumen, Eduardo Casar advierte que al leer a Celorio “sobran los adjetivos” y sólo queda internarse en la musicalidad de su lenguaje. Esa observación resume la paradoja esencial del autor: la precisión del filólogo que escribe con la respiración del poeta.
Material de Lectura, colección emblemática de la UNAM que ha acompañado por décadas la formación de lectores, conserva en este número una pieza indispensable para entender no sólo la evolución de Celorio, sino también la capacidad de la literatura mexicana para dialogar consigo misma entre la tradición y la intimidad.
Con el Premio Cervantes 2025, Gonzalo Celorio se inscribe definitivamente en la genealogía de las grandes voces hispanoamericanas que han sabido convertir la memoria en materia de arte. Su obra, en la que conviven el rigor académico y la emoción más pura, confirma que la literatura sigue siendo una forma de conocimiento y una celebración de la vida.
