La escritura a mano activa funciones cerebrales esenciales que fortalecen la memoria, la atención y el aprendizaje. La Dra. Catalina Alatorre Cruz, investigadora del Instituto de Neurobiología de la UNAM, nos habla sobre por qué este hábito sigue siendo vital hoy, ante la digitalización acelerada.
¿Recuerdas la última vez que escribiste una carta a mano? ¿O que hiciste una lista del supermercado con lápiz y papel? Probablemente te cueste encontrar ese momento. En esta era digital, tomar notas se ha vuelto sinónimo de teclear en dispositivos móviles, tabletas o computadoras.

Hoy en día, gran parte de nuestros pensamientos y tareas quedan registrados en aplicaciones y plataformas digitales. Es rápido, práctico y accesible desde casi cualquier lugar del mundo. Sin embargo, al depender tanto de la tecnología, hemos ido desplazando la experiencia táctil y personal que ofrece la escritura manual.
Aunque pueda parecer un acto simple, escribir a mano activa procesos complejos en nuestro cerebro y fortalece habilidades fundamentales para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo. Por ello, es fundamental comprender que esta práctica no debe ser reemplazada completamente por la tecnología.
De la mano de la Dra. Catalina Alatorre Cruz, investigadora del Instituto de Neurobiología de la UNAM (INB), y a partir de estudios neurobiológicos recientes, exploraremos cómo un gesto tan cotidiano como trazar letras sobre papel puede moldear nuestra mente y potenciar nuestras capacidades cognitivas.
¿Qué sucede en el cerebro al escribir a mano?
La Dra. Alatorre señaló que escribir a mano implica una mayor actividad cerebral que teclear, ya que activa más redes neuronales. Explicó que:
“Cuando nosotros escribimos a mano, necesitamos codificar o decodificar la información en tres niveles: el fonológico, que consiste en pasar de lo que hablamos a lo que escribimos; la grafémica, que es el proceso de transformar los sonidos del lenguaje en letras o símbolos escritos; y el motor, que corresponde al acto físico de escribir.”
— Dra. Catalina Alatorre Cruz, investigadora, Instituto de Neurobiología, UNAM
En contraste, al escribir en un dispositivo electrónico, solo se activan dos de estos niveles, lo que reduce la implicación cognitiva y hace que el cerebro trabaje de forma menos activa.
Esta diferencia tiene consecuencias directas en la consolidación de la memoria y en la eficacia del aprendizaje.
“La escritura a mano es una forma de memorizar, ya que la información se consolida más rápidamente. Por tanto, actividades como tomar fotos de los apuntes o copiar y pegar información digital no tienen el mismo impacto cognitivo, ya que no muchas áreas de nuestro cerebro están involucradas.”
— Dra. Catalina Alatorre Cruz, investigadora, Instituto de Neurobiología, UNAM
Lo dicho por la Dra. Alatorre está respaldado por una investigación de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, la cual concluyó que escribir a mano genera patrones de conectividad cerebral mucho más complejos que el tecleo, especialmente en las frecuencias Theta/Alpha y en regiones centro-parietales, asociadas a la memoria, la atención y la integración sensoriomotora.
Fortalecimiento de otras capacidades cognitivas
Además de beneficiar la memoria, la escritura a mano fortalece habilidades cognitivas esenciales como el control motor fino, la coordinación óculo-manual, la planificación y la autorregulación.
La Dra. Alatorre destacó que, en estudios con niños con factores de riesgo de daño cerebral, aquellos que demostraban mayor habilidad motora fina también presentaban mejores capacidades cognitivas. Esto se debe a que la escritura no solo implica el uso de músculos, sino también procesos mentales complejos relacionados con la atención, la memoria de trabajo y la organización del pensamiento.
“La motricidad y la planificación motora están estrechamente asociadas al desarrollo de la cognición infantil”, afirmó.
Durante la infancia, el cerebro se encuentra en una etapa activa de neuroplasticidad. Escribir a mano fortalece estas conexiones al integrar diversas áreas cerebrales —sensoriales, motoras, visuales y lingüísticas—, lo que facilita el paso del pensamiento concreto al abstracto.
Un estudio reciente de las universidades del País Vasco y de Valencia, realizado este año, evaluó a 50 niños de entre 5 y 6 años. Quienes escribieron a mano activaron más áreas cerebrales vinculadas al reconocimiento visual, la memoria y el lenguaje. Además, aquellos que escribieron sin guías mostraron mejor retención que quienes usaron teclado, incluso con tipografías variadas.
La importancia de la escritura en cursiva
Dentro del contexto de la escritura a mano, la cursiva merece una mención especial. Aunque en algunos países su enseñanza ha perdido prioridad, otros —como Noruega— están retomándola en sus sistemas escolares.
La investigadora del INB indicó que la letra cursiva aporta un valor particular, ya que:
“Al requerir fluidez, continuidad y precisión en los trazos, la letra cursiva fortalece la inhibición cognitiva. Las y los menores deben concentrarse en completar la palabra sin interrupciones ni distracciones. Este tipo de escritura exige coordinación y planificación, lo que contribuye significativamente al desarrollo de funciones ejecutivas.”
Investigaciones como La importancia de la escritura cursiva frente a la mecanografía para el aprendizaje en el aula (Askvik et al., 2020) y Escribir a mano mejora la conectividad cerebral (Van der Weel & Van der Meer, 2024) refuerzan esta idea: la cursiva demanda movimientos continuos y precisos que estimulan la coordinación motriz fina y la integración sensoriomotriz de una manera que el tecleo no logra replicar.
Ayuda contra el deterioro mental
Los beneficios de escribir a mano también se extienden a la adultez y la vejez. La escritura manual fortalece la reserva cognitiva, un conjunto de habilidades y redes neuronales que ayudan a resistir los efectos del envejecimiento cerebral.
Las personas que realizan actividades que exigen esfuerzo mental —como leer, escribir, resolver problemas o aprender nuevas habilidades— tienen menos riesgo de desarrollar deterioro cognitivo severo. Escribir a mano, al activar múltiples áreas del cerebro, se convierte en una herramienta accesible y efectiva para mantener la mente activa y saludable.
Un elemento clave en la cultura
Además de sus beneficios neurológicos, la escritura a mano es una forma de expresión profundamente humana. Cada trazo es único, refleja nuestra personalidad, emociones e incluso nuestra salud. Cambios notorios en la caligrafía pueden ser indicadores tempranos de enfermedades neurológicas, como el deterioro cognitivo progresivo.

La disminución del uso de la escritura manual no solo empobrece nuestras capacidades cognitivas, sino que también representa una pérdida cultural. Diarios, cartas y manuscritos son testigos de la historia, la intimidad y las emociones de generaciones. Abandonar esta práctica es renunciar, en parte, a nuestra identidad colectiva.
¡A ponerla en práctica!
La escritura a mano no es una simple técnica para registrar ideas; es una herramienta poderosa que activa el cerebro, potencia el aprendizaje, fortalece habilidades cognitivas y preserva nuestra historia y cultura.
En un mundo cada vez más digital, no se trata de rechazar la tecnología, sino de encontrar un equilibrio. Es crucial que en escuelas y hogares se fomenten prácticas que mantengan viva la escritura manual: desde tomar apuntes en clase hasta escribir cartas, diarios o simplemente hacer listas a mano.
“No debemos dejar de lado la escritura manual. En las escuelas hay que implementar estrategias sencillas, como realizar tareas escritas a mano o incentivar la redacción de cartas y diarios personales. También es importante cambiar la percepción de que lo manuscrito es informal o anticuado; por el contrario, debe ser visto como una forma de arte, de pensamiento y de desarrollo humano.”
— Dra. Catalina Alatorre Cruz, investigadora, Instituto de Neurobiología, UNAM
