• El macho se sacrifica para aumentar el éxito reproductivo y tener muchos hijos
• Al devorarlo, la hembra queda satisfecha y se apaga su receptividad sexual
• Las arañas son depredadoras que ayudan a controlar las poblaciones de insectos
• Entre ellos algunos vectores de virus de enfermedades como el dengue y el chikungunya
¿Cómo es la vida sexual de las arañas? ¿Te imaginas un macho sin pene? Dejemos las respuestas a un especialista de la UNAM en ecología de insectos; entre otros, los artrópodos como las arañas.
Las arañas macho no tienen pene, pero sí pedipalpos, que son —explica el doctor Alejandro Córdoba Aguilar— como unos tentáculos delanteros cortitos, más chiquitos que las patas y que en los extremos tienen unos bulbos rellenos de espermatozoides. Los machos meten los pedipalpos en la vagina (u opérculo genital) de las hembras para inseminar sus óvulos, agrega el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.
Otra diferencia de algunas arañas con otros insectos en general y con otros artrópodos es que, por su instinto depredador, durante o después de la cópula devoran al macho.
En la telaraña, las hembras ya inseminadas cargan en la espalda un saco de huevos (es como una bolsita blanca), hasta que las arañitas (50, 150, 200, dependiendo del tamaño de la hembra) nacen y se van.
La capulina en su telaraña
El caso más emblemático o popular de la voracidad después de copular es el de la araña capulina, cuyo nombre científico es Latrodectus mactans.
Córdoba Aguilar abunda sobre la temida, por venenosa, viuda negra. Las hembras, dice, tejen la telaraña y los machos (tres o cuatro veces más pequeños) andan a la deriva, en busca de presas.
En época de reproducción, el macho va en busca de una hembra, tratando de detectar “los olores” que ésta deja en la telaraña. Cuando detecta tal estímulo químico sensorial hay un cortejo o ritual: el macho toca la telaraña, poco a poco, suavemente, como “si fueran las cuerdas de una guitarra”. Así sabe la hembra que se trata de un macho que quiere copular. En cambio: una mosca atrapada en la telaraña, al tratar de liberarse, se “mueve un motón” y la capulina hembra sabe que se trata de una presa.
El macho sigue tocando los hilos de la telaraña hasta que entra en contacto con la hembra. Se acerca por abajo (por la parte ventral) e introduce los pedipalpos en la vagina. La cópula dura de 20 a 25 minutos, lo cual tiene tres objetivos:
- Durante ese lapso, si la hembra tiene hambre, se come al macho.
- Al durar más, pasan más espermatozoides para fecundar más óvulos.
- La hembra queda saciada o satisfecha, sin ganas de copular con otro macho.
¿Sacrificio por la vida?
No se trata de ningún sacrificio. El macho no parece sufrir e incluso al final de la cópula se ofrece para ser comido ya que, al devorarlo, la hembra se satisface y pierde su receptividad sexual. Cuando ésta se apaga, la hembra utilizará los espermatozoides del macho devorado y no los de otros machos. El “sacrificio”, paradójicamente se ofrece para la sobrevivencia de la descendencia del macho.
Para el macho, la clave del éxito reproductivo -explica Córdoba Aguilar- es tener muchos hijos. Y eso lo logra sacrificándose. Si la hembra no se lo come y no queda satisfecha, buscará otros machos y los espermatozoides del último macho fertilizarán a la capulina hembra.
Ésa es la razón evolutiva del canibalismo arácnido, donde la selección sexual es clave para la sobrevivencia de la mayor descendencia de una araña macho.
El canibalismo se da en otras especies parientes de la viuda negra, algunas europeas y otras australianas. También en la violinista y en unas arañas enormes y coloridas del género Argiope: son color naranja y negro, viven en bosques e incluso en las zonas donde hay mucha vegetación, como los Viveros de Coyoacán.
En algunos grillos, en la mantis religiosa y en otros insectos también se da el canibalismo durante la cópula.
A la araña capulina se le conoce también como viuda negra. “Viuda”, precisamente porque al comerse al macho queda viuda. “Negra”, porque ése es el color predominante en ella, con una manchita roja en forma de reloj de arena en el abdomen.
En su vida, una capulina puede copular unas 10 veces y unas 10 veces ser viuda, si se come al macho para satisfacerse.
La temporada de reproducción de las arañas (y de la capulina en especial), es el periodo de transición hacia las lluvias, ya que hay abundante comida para ellas: a mayor vegetación, más polinizadores para comer.
Las arañitas no tejen telarañas para atrapar presas. Cazan microartrópodos o pequeños insectos para alimentarse y sobrevivir, señala el investigador del Instituto de Ecología.
¿Cuál es la importancia ecológica de las arañas?
A pesar de que algunas arañas son peligrosas por su veneno, como depredadoras cumplen una función esencial en todos los ecosistemas. Son reguladoras de las poblaciones de moscas, mosquitos y hormigas.
Cuando estos insectos quedan atrapados en una telaraña, las arañas, )entre ellas las viudas negras) se los comen y tenemos menos insectos y artrópodos “dándonos lata” o infectándonos, ya que algunos son vectores de enfermedades, como los mosquitos que trasmiten los virus del dengue y el chikungunya.