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Edmundo Valadés: el arte del cuento breve

Buena parte de quienes pasamos por el bachillerato de la UNAM nos asomamos a La muerte tiene permiso, una colección de cuentos de Edmundo Valadés que apareció en 1955. Dieciocho historias de uno de los maestros del género en México que nos acercó al disfrute de textos breves.

La diversidad de los temas abordados y, sobre todo, el estilo que desarrolló con la escritura cotidiana —ya fuera en el ejercicio periodístico o literario— lo convirtieron en uno de los creadores más importantes de la narrativa breve de nuestro país.

Material de Lectura nos ofrece El cuento de Edmundo Valadés, cinco cuentos seleccionados por José Emilio Pacheco, quien también hace la presentación. En “El compa”, señala JEP, Valadés emplea con toda libertad las llamadas malas palabras y se refiere explícitamente a la sexualidad; destaca también la extrema brevedad de “La incrédula”, la intensidad de “Rock”, una de las primeras expresiones de la violencia urbana, y el trazo inquietante de “Raíces irritadas”.

Pacheco nos recuerda que gran parte del tiempo de Valadés lo dedicó a compartir su entusiasmo por la literatura de otros escritores y a difundir sus obras, ya fueran del pasado o de los nuevos creadores. Su labor como editor de la revista El Cuento fue, en este sentido, un proyecto fundacional.

Una muestra de ese espíritu es El libro de la imaginación, una antología que propone al lector, en palabras del propio Valadés, “un viaje a portentos y prodigios imaginativos”. En ese volumen se incluyen varios centenares de textos breves en los que sus autores, de todos los tiempos, concretaron —con precisión y brevedad— agudezas, minificciones, epigramas y fantasías que conforman un todo fascinante y amenísimo.

De la siguiente reflexión de Edmundo Valadés: “El hombre necesita contar lo que cree, sueña o ve, porque desde hace milenios somos la misma ansia de capturar en un testimonio perdurable la realidad o el sueño que nos rodea”, pueden hacerse muchas interpretaciones, pero todas señalan nuestra urgencia de comunicar a los demás lo que llevamos dentro. En esa necesidad, el cuento breve encuentra su fuerza más pura.