‘Salarios de hambre’, arma de México para integrarse al mercado internacional
La política económica exterior de México ya no sólo es subordinada, sino que está abiertamente entregada a los intereses de Estados Unidos, señaló el doctor Miguel Santiago Reyes Hernández, investigador del Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Además, México sigue utilizando como ‘arma’ de integración competitiva al mercado internacional, no el desarrollo tecnológico ni de infraestructura, sino los bajos salarios, “a costa del bienestar del nivel de vida de los trabajadores mexicanos y de los niveles de migración de nuestra población hacia los Estados Unidos”.
Mientras que en México se mantienen ‘salarios de hambre’, de 4.6 dólares al día; en algunos estados de la Unión Americana, como Nueva York, el salario mínimo es de 11.50 dólares la hora, precisó el Dr. Reyes, quien también funge como director del Observatorio de Salarios de la IBERO.
Asimismo, en la República Mexicana hay una política monetaria de tipo de cambio flexible, que favorece la especulación, y deja ganancias extraordinarias al Banco de México “que van a ir a parar al gobierno federal”.
Además, México -y el resto del mundo- resulta afectado por las políticas económica y monetaria de EU, dirigidas por las transnacionales y por cinco zonas del capital financiero internacional, que son las representativas de cinco bancos de la Reserva Federal (FED), entre ellos el de Nueva York, el más importante.
“El alza a las tasas de interés en Estados Unidos, a partir de la recuperación de su economía, ha tenido un impacto negativo en México, pues nuestro país elevó sus tasas de interés (de 3% a más de 7%), porque está pensando en atraer u obtener una cierta estabilidad en la inversión financiera especulativa; pero sin tener un equilibrio con la inversión física o de infraestructura”.
En tanto que uno de los primeros éxitos de Donald Trump como Presidente de EU, la reforma tributaria, con la cual bajó los impuestos a los grandes corporativos de 35 a 20%, igualmente tuvo un impacto sobre México.
Al respecto, el investigador del EQUIDE explicó: “México tiene con Estados Unidos un acuerdo de no doble tributación, lo que significa que si una empresa norteamericana se establece en México le exige al gobierno mexicano no pagar impuestos, porque ya los pagó en Estados Unidos”.
“Esto genera que los inversionistas estadounidenses le digan al gobierno mexicano por qué me voy a quedar en tu país, si los impuestos que estoy pagando aquí son más altos, y la rentabilidad que puedo ganar al regresar a mi país es una ventaja”.
Empero, es una realidad que varias plantas armadoras de automotrices de EU se han establecido en México, lo que ha propiciado que en la Unión Americana algunas ciudades y condados “se queden como si fueran fantasmas”; es el caso de Detroit.
Lo anterior hizo que varios trabajadores norteamericanos perdieran su empleo en la industria automotriz y del acero, donde ganaban entre 80 y 90 dólares la hora; y tuvieran que verse obligados a aceptar trabajos en el sector de la comida rápida, donde apenas ganan entre 25 y 30 dólares la hora.
“Son trabajadores blancos y pobres que viven en los márgenes de sus ciudades, quienes están enojados con los migrantes y los mexicanos, porque asumen que ellos les está quitando los trabajos a los que tienen derecho. Lo que no ven los trabajadores estadounidenses es que fueron las propias empresas las que transfirieron los empleos de Estados Unidos a México, producto de los acuerdos de libre comercio”.
A esto se suma que los migrantes mexicanos en EU aceptan los trabajos que no quieren hacer los estadounidenses, así como un menor salario. “En Nueva York hemos encontrado casos en donde a los migrantes les pagan 8 dólares la hora, en lugar de los 11.50 que corresponden al salario mínimo; lo que deben aceptar bajo la amenaza de que si denuncian a sus empleadores éstos avisaran a migración para que los deporten por ser indocumentados”.