Dormir en tierra es un volumen de cuentos que lleva el nombre de una de las historias que contiene. Publicado en 1960, este libro marca un punto de inflexión en la obra de José Revueltas: evita los temas dominantes en su narrativa —la militancia política y la cárcel— para adentrarse en una diversidad temática que alcanza aquí una de sus mejores expresiones.
Se trata del segundo volumen de cuentos del autor, publicado por la Universidad Veracruzana dentro de su serie Ficción. Para entonces, Revueltas ya había dado a la literatura mexicana obras fundamentales como Los muros de agua, El luto humano, Los días terrenales, Dios en la tierra y El apando. Su producción, sin embargo, no se limitó a la narrativa; abarcó también dramaturgia, ensayo político y filosófico, así como guion cinematográfico, siempre con un trasfondo crítico y materialista.
En 1953, Revueltas tenía casi completo el material que integraría Dormir en tierra; sólo faltaban “El lenguaje de nadie”, terminado en 1954, y el cuento homónimo, escrito hasta 1959. Durante ese periodo participó activamente en la vida política del país, pero los textos del volumen se alejan de sus preocupaciones militantes para explorar otros ambientes y personajes: los de la pequeña burguesía, como en “La palabra sagrada”, o de sectores marginados como en “El lenguaje de nadie”.
En el panorama literario mexicano de mediados del siglo XX, Dormir en tierra ocupa un lugar singular. Mientras autores como Agustín Yáñez, Juan Rulfo o Carlos Fuentes experimentaban con estructuras formales y visiones del México moderno, Revueltas mantuvo su fidelidad a un realismo crítico, de raíz moral y materialista. Su obra no buscaba la trascendencia cosmopolita del llamado “Boom”, sino una comprensión profunda del ser humano en contextos de injusticia y desolación.
Una de las virtudes del libro es su atmósfera densa, ambientada en el pueblo veracruzano de Minatitlán, donde el río Coatzacoalcos y el calor tropical conforman un escenario sofocante que refleja la tensión de los personajes. Con economía de recursos, Revueltas logra escenas de notable intensidad y dramatismo, marcadas por el conflicto entre la miseria, el deseo y una vaga posibilidad de redención.
Su estilo, depurado y contenido, combina descripciones de fuerte carga sensorial con silencios expresivos y diálogos secos. La prosa conserva ecos del realismo decimonónico, pero los transforma en una escritura de gran potencia simbólica y moral. En estos relatos, el lenguaje popular adquiere un peso propio: no es simple recurso de ambientación, sino una forma de conocimiento y resistencia.
El cuento que da título al volumen narra la tragedia del Tritón, un viejo remolcador enfrentado a un huracán, y el gesto extremo del contramaestre que arroja a un niño al mar para salvarlo. Ese acto brutal y compasivo a la vez sintetiza la visión revueltiana del ser humano: condenado por la realidad, pero todavía capaz de un instante de piedad en medio del desastre.
Dormir en tierra representa una etapa de madurez en la narrativa de Revueltas. En él, la crítica social se transforma en observación humana: una mirada que reconoce el sufrimiento sin idealizarlo. La precisión del lenguaje, la tensión moral y la sobriedad del tono revelan a un autor dueño de sus recursos expresivos y consciente de su tiempo.
Leído hoy, Dormir en tierra conserva una fuerza perturbadora. En sus páginas se advierte la sensibilidad que más tarde alcanzará su plenitud en El apando: la compasión hacia los marginados, la denuncia de la violencia estructural y la búsqueda de sentido en un mundo hostil.
Material de Lectura ofrece así la oportunidad de redescubrir este libro esencial, donde José Revueltas, despojado de dogmas, alcanza una de sus formas más puras, sobrias y perdurables de entender la condición humana.