“Todos estamos heridos, pero podemos conectarnos a través de la herida que nos ha alejado de los demás”, escribía la poeta chicana Gloria Anzaldúa y bajo una idea afín se concibió el foro nacional Hablemos de las Heridas, coordinado por la organización Médicos sin Fronteras (MSF) y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRF), con apoyo de las facultades de Medicina (FM) y de Psicología (FP) de la UNAM, en donde más de 30 expertos abordaron temas de salud mental e intervenciones psicosociales en contextos de violencia, mientras que decenas de sobrevivientes compartieron cómo es vivir en ambientes que agreden.
“Sobre estos asuntos se suele debatir desde la estadística y las cifras, por ello creímos necesario mostrar el tema desde un prisma menos despersonalizado, es decir, desde un terreno con rostro donde se diera voz a especialistas y también a las víctimas, pues eso es visibilizar un problema y, por ende, evidenciar que debemos hacer algo e impulsar acciones”, expuso Carmen Rodríguez, responsable regional del área de Salud Mental de MSF.
Por ello, la charla del exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, fue contrastada con el relato de una artesana mexiquense que padeció la represión y tortura ejercida por las autoridades contra los habitantes de San Salvador Atenco en mayo de 2006, y la ponencia del exsecretario general de la CIDH, Emilio Álvarez Icaza, tuvo como contrapunto los testimonios colectados por el grupo Ciencia Forense de quienes buscan a sus familiares en fosas clandestinas.
Para Rodríguez, uno de los objetivos y aciertos del foro —realizado del 14 y 16 de junio en el INPRF— fue el dar espacio a las palabras de las víctimas y luego enriquecerlas con los puntos de vista de académicos y expertos “a fin de contextualizar y destacar el impacto de la violencia en la salud mental y psicosocial”.
Por esta razón, la licenciada en Piscología por la Universidad de Granada señaló como una labor trunca la realizada por algunos medios de comunicación que se limitaron a reportar las declaraciones de académicos y autoridades sin dar cabida a los testimonios de los afectados por la violencia. “Difundir lo que dicen personajes de relevancia está bien, pero ello no debería ser un obstáculo a la hora de dar visibilidad a los otros, en especial si son aquellos a los que tradicionalmente no se les da voz”.
En busca del momento justo
MSF es una organización médico-humanitaria que en 1999 recibió el Premio Nobel de la Paz y que desde 2008 tiene presencia en México. “Debido a esta actividad de casi una década y a la experiencia acumulada, consideramos que 2017 era el momento ideal para organizar un foro de estas características, pues ya tenemos madurez en cuanto a las intervenciones realizadas y un recorrido interesante qué mostrar”, expuso Carmen Rodríguez.
Un ejemplo —citó la experta en atención psicosocial— es la labor realizada con migrantes a través de médicos, psicólogos y trabajadores sociales en albergues de Tenosique (Tabasco) y en Guadalajara; con población urbana afectada por violencia en Acapulco, y la que en breve emprenderán en la CDMX, cuando abran una clínica para sobrevivientes de tortura y tratos inhumanos.
“Por ello la clave es siempre escuchar a las víctimas —como sugiere el foro desde su nombre, pues son ellas quienes hablan desde las heridas— a fin de adaptar las intervenciones a las necesidades de cada grupo y, para ello, nos parece crucial un mayor involucramiento de la UNAM a través de su Facultad de Psicología”.
¿Por qué? Por sus profesionales tan capacitados y el semillero de ideas que es ese lugar. Se trata de una relación que apenas se está construyendo y que hasta el momento cae más en el ámbito de lo moral; deseamos que se vuelva más involucrada y activa, subrayó.
Y a decir verdad, ése el objetivo de este foro, pues algo que ha notado Rodríguez en su paso por México —también ha estado de misión en Kosovo y Palestina— es la notoria desarticulación entre actores que pueden impulsar cambios. “Por ello decidimos juntarlos y hacer de este encuentro un punto de partida a fin de que los participantes establezcan relaciones no sólo con MSF, sino entre ellos. Al menos en este punto estamos observando resultados”.
Un grano de arena
“Ver lo que pasa en el país me reabre las heridas de forma constante”, compartió en el foro una de las sobrevivientes de Atenco, palabras que para Carmen Rodríguez son un crudo retrato del panorama nacional, pues la violencia en México no es algo que pueda ocultarse, sino un tajo en carne viva.
“La situación pinta difícil y para modificarla se necesita la articulación, la acción y la buena voluntad de mucha gente; desafortunadamente abundan los intereses para que esta situación se perpetúe”, advirtió.
Como ejemplo de su aseveración citó la ponencia de Artemisa López, de El Colegio de la Frontera Norte, en la que se analizó cómo en Tamaulipas la violencia del narco provoca un miedo paralizante entre la población, y en especial entre aquellos que podrían hacer un frente colectivo para ponerle un alto; esto ha generado que de 2010 a la fecha se observe una serie de agresiones que sube en espiral.
“Estamos conscientes de que foros como éste son un grano de arena en un vasto mar y que el escenario no se resolverá con sólo reunirnos y sentarnos a platicar, pero también sabemos que estos ejercicios ponen el reflector en el sufrimiento de miles de personas y una vez que has visto esto sería difícil girar el rostro y pretender que no pasa nada. Por esta vía podemos generar conciencia y eso, en sí, es un logro”.
Planteaba Eduardo Galeano que toda herida a nivel social es una acusación y este foro sirvió para acusar las múltiples facetas que adopta lo violento, para dar cabida a instituciones tan diversas como la UNAM, el Instituto Aspen de México, Tech Palewi o la Secretaría de Salud y, lo más importante, funcionó como una caja de resonancia para aquello que las víctimas tenían por decir.
Sobre si habrá una segunda edición, Rodríguez confesó no estar segura. “Dependerá de la evaluación que hagamos y de si creemos que tiene sentido o no repetirlo. Antes debemos establecer para qué, hasta dónde queremos ir y qué deseamos conseguir con esto”.
Cuando la herida forma cicatriz, ésta puede convertirse en un puente que una a la gente que ha sido separada, remataba la poeta Gloria Anzaldúa; no obstante, para Carmen Rodríguez este proceso de sanación aún está lejos. “No hay visos de cambio en el corto o mediano plazos. Lo que sí podemos ver es que hay muchas personas aportando para modificar las cosas. A partir de esta complementariedad, del insistir en tocar puertas y en el dar voz a quienes tienen algo que decir es como vamos avanzando en este camino”.