Con el fin de promover la urbanización y la cooperación entre países, así como aprovechar los beneficios y resolver los problemas que plantea el crecimiento urbano, el 27 de diciembre de 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó que el 31 de octubre de cada año sería el Día Mundial de las Ciudades. La primera celebración se llevó a cabo el 31 de octubre de 2014.

En esta ocasión, con el lema Ciudades inteligentes centradas en las personas, las celebraciones del Día Mundial de las Ciudades tienen lugar en Bogotá, Colombia. Con este tema se busca mostrar que las decisiones basadas en datos, tecnología e inteligencia artificial pueden utilizarse para mejorar la vida urbana y afrontar las crisis actuales. Otro de sus objetivos es promover ciudades inteligentes que coloquen a las personas en el centro de sus políticas y acciones.
“El tema de ciudades inteligentes, que ya es una realidad en México, se refiere a cómo utilizo las tecnologías digitales, la gobernanza y la participación ciudadana para encontrar soluciones sostenibles para la ciudad”, explica Miguel Ángel Juárez Merino, especialista en ciudades inteligentes del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM). “Sostenibles significa que no solo no impacten al medio ambiente, sino que ayuden a mejorar el ecosistema urbano”.
Entre las soluciones que pueden encontrarse están las relacionadas con la seguridad pública, el transporte, la movilidad, la gestión de residuos y los temas energéticos, entre otros, señala el investigador. “Son problemas que le interesan a la ciudadanía que sus gobiernos resuelvan, y los gobiernos deben hacerlo integrando a la ciudadanía, a la academia, a la iniciativa privada, a todos los actores que sea necesario sumar para encontrar la mejor solución”.
Entre los desafíos que enfrentan la Ciudad de México y, en general, las ciudades de nuestro país, está la brecha tecnológica, que agudiza las desigualdades existentes. En la inclusión tecnológica, los barrios con menor desarrollo suelen quedarse atrás respecto a los de mayor nivel económico, donde se privilegia la tecnología de punta.
Otro desafío es la desconfianza, dice Juárez Merino. “La ciudadanía necesita voltear a ver a su gobierno y confiar en que las innovaciones tecnológicas serán para su beneficio. Para ello, el gobierno tiene que trabajar mucho en recuperar esa confianza ciudadana”.
Finalmente, menciona la educación digital, necesaria para que el gobierno divulgue los beneficios de la inclusión tecnológica, pero también enseñe a la población a utilizar estas herramientas en su favor y a evitar los posibles riesgos derivados de su uso. “La educación digital nos toca a todos. Obviamente, el gobierno es el primero que debe difundirla, pero a mis alumnos y a los jóvenes en general les digo que deben sumar a las personas que se quedan atrás en los temas tecnológicos”, expresa el académico.
“El término ciudades inteligentes es muy reciente, tendrá algunos años, y hace referencia a la etapa en la que una ciudad no solo aplica infraestructura tecnológica, sino que también integra los avances de las tecnologías digitales, sobre todo la inteligencia artificial, y dos elementos fundamentales: la gobernanza y la participación ciudadana”.
Con estos tres componentes se busca encontrar soluciones a los problemas característicos de una urbe —seguridad, movilidad, agua potable, transporte, medio ambiente—, todo desde la perspectiva de la sostenibilidad. “Esto quiere decir que el enfoque hará que las tecnologías se usen a favor de encontrar soluciones amigables con el medio ambiente”, puntualiza el investigador.
La movilidad en las ciudades
Aunque hay muchos ejemplos en los que se utiliza inteligencia artificial, hablamos de un tipo de tecnología que está más apegada a lo digital y al uso de datos masivos.
“Pensemos en una urbe, un espacio urbano en el que hay un problema de movilidad, por ejemplo. Yo conozco de manera empírica, sin hacer estudios, que en ciertas vialidades a determinadas horas se presenta lo que se conoce como ‘hora pico’. En ese momento, el tránsito se comporta de manera diferente a como lo haría en horarios escalonados”, explica Juárez Merino.
¿Cómo se utilizan estas tecnologías o los datos que se generan para hacer que el tránsito en esa vialidad sea más sostenible e inteligente? Por ejemplo, mediante el control de semáforos adaptativos, ya que la movilidad está estrechamente relacionada con ellos.
“Podemos integrar la interpretación de datos masivos para entrenar al sistema de semáforos de una vialidad, de modo que ‘lea’ en tiempo real cuál es la carga de vehículos y organice el cambio de luces de una manera más específica”, detalla.
Entre más coches pasen a determinada hora, el semáforo se comportará de cierta forma; si la carga vehicular disminuye o se traslada a otro crucero, el semáforo modificará su secuencia para adaptarse.
“Este sería un ejemplo de cómo se aplica la inteligencia artificial en un problema tan común como un crucero y un semáforo. Ese es el tipo de soluciones que se buscan.”
Para medir la carga vehicular en una vía determinada se requiere un sensor específico que registre el tránsito, conectado al semáforo, el cual a su vez está enlazado a una red, a una base de datos y a un algoritmo entrenado para tomar decisiones en tiempo real. “Así es como debe funcionar, y así funciona en otras partes del mundo”, concluye el especialista.
