Para apoyar a brigadistas y jóvenes que han estado apoyando en labores de rescate y atención a los damnificados del sismo, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM —a través de la Coordinación de Atención a Estudiantes— impartió el curso Capacitación en Intervención de Primer Contacto en crisis de Estrés Traumático Agudo.
Ante un grupo de 60 alumnos de la entidad, se subrayó la importancia de entender la sintomatología presentada por diversas personas tras la catástrofe a fin de poder ayudar mejor, y sobre todo de saber las fases por las que podrían estar pasando los voluntarios a fin de darles también respaldo psicológico, como parte de algo que se conoce como “cuidado al cuidador”.
Al respecto se explicó que todos estamos viviendo un síndrome de estrés —y no estrés postraumático— el cual puede ser experimentado de diferentes formas por cada sujeto, las cuales se pueden manifestar en llanto, desmayos o sentimientos de culpa, aunque un factor común suelen ser la angustia y la preocupación.
Un aspecto que se pidió cuidar a quienes participan en brigadas y labores de rescate en cuanto a la sintomatología del estrés agudo fueron las molestias musculares como dolor de espalda, cabeza o tensión muscular, pues ello permite dormir, mas no descansar; condición agravada si el individuo comienza a recordar lo acontecido en el día, pues ello lleva a una sobreactivación del cerebro que impide conciliar el sueño.
Por ello, en el curso se recomendó establecer relevos regulares entre quienes participan en estas labores y se les pidió retirarse periódicamente a descansar con sus familias, pues con frecuencia al implicarse en este tipo de trabajos, los sujetos suelen entrar en una inercia en la que se les olvida dormir, tomarse un respiro e incluso comer.
A esto se suma una fase de resistencia debido al bombardeo de información de quienes participan en estas acciones, ya sea desde la televisión o las redes sociales, donde se les informa que se necesita su presencia en tal o cual lugar y ello los obliga a moverse en aras de querer estar presentes en todos los sitios.
Esto, se advirtió, hace que los brigadistas caigan en un punto en el que no se dan cuenta de que su cuerpo está decayendo, lo que representa un riesgo no sólo para ellos, sino para la agilidad de las labores en las que buscan colaborar.
Para finalizar, los ponentes pidieron imaginar qué puede pasar con un brigadista que lleva días sin comer o dormir y el escenario más probable es que éste se desmaye, entre en crisis y que las ambulancias deban emplearse para llevarse al hospital a alguien que debería estar moviendo escombros y no a las posibles víctimas que están debajo de éstos.
Por todo esto, es imprescindible tomar estas precauciones y estar al cuidado del bienestar físico y emocional de quienes apoyan en estas labores, se concluyó.