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Bomberos de la UNAM: pasión, valor y academia

Ser parte del Heroico Cuerpo de Bomberos de la UNAM es asumir un doble deber que implica enfrentarse al peligro y contribuir con una misión académica y preventiva. Desde los devastadores sismos del 19 de septiembre en México, la preparación de estos valientes ha cobrado una relevancia sin precedentes. No solo se trata de apagar fuegos; ser bombero en la UNAM es ser un “bombero prevencionista”. En colaboración con Protección Civil, estos profesionales realizan estudios y análisis para establecer protocolos de seguridad que disminuyan riesgos en el campus.

Desde 1973, el Cuerpo de Bomberos de la UNAM ha evolucionado en equipamiento y tecnología, pasando de cargar equipos personales de hasta 14 kilos a la mitad de ese peso, permitiendo mayor seguridad y movilidad. Pero su labor no se limita al campus. Están preparados para enfrentar desde incendios forestales en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel hasta inundaciones y emergencias en distintas alcaldías de la Ciudad de México.

Más allá de combatir fuego, atienden fugas de gas, accidentes automovilísticos, rescates de fauna y revisión de sistemas contra incendios. La educación y prevención son esenciales en su labor. Anualmente ofrecen capacitaciones sobre extintores, medidas ante emergencias y primeros auxilios. Cada uno tiene una historia que resalta su impacto, ya sea durante el sismo de 2017 o la explosión en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en 1998.

Ser bombero es más que una profesión; requiere valor, pasión y un espíritu de servicio inquebrantable. Aunque la capacitación es crucial, el corazón de un bombero radica en su pasión por ayudar a otros. Al celebrar el Día del Bombero, recordamos el invaluable servicio de estos héroes. Para ellos, el peligro es parte del trabajo, pero el verdadero honor radica en marcar la diferencia y ser reconocidos por ello.