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Laboratorio de Antropología Forense del Instituto de Investigaciones Antropológicas

El Laboratorio de Antropología Forense del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) surgió gracias al sistema CARAMEX, o la Cara del Mexicano, que a mediados de la década de 1990 fue diseñado por la doctora María Villanueva, el doctor Carlos Serrano y otros académicos del Instituto.

El objetivo de CARAMEX era elaborar retratos hablados a partir, por ejemplo, de la descripción de un testigo que fue agredido con violencia o que fue víctima de algún delito violento. A partir de su testimonio se podía elaborar un retrato hablado, que consistía en hacer un dibujo a mano alzada.

Villanueva y Serrano trabajaron con investigadores de las entonces procuradurías General de Justicia de la Nación y General de Justicia de la Ciudad de México.

“Esa investigación fue el antecedente del Laboratorio”, explica Lilia Escorcia Hernández, responsable del Laboratorio de Antropología Forense (LAF).

Población referente

“En el 2002, de la comunidad de Zimapán, Hidalgo, de donde soy originaria, solicitaron el apoyo del Instituto para exhumar un cementerio contemporáneo, el panteón de Santiago Apóstol”, recuerda la académica. “En el cementerio había muchas tumbas adosadas al atrio de una iglesia —que es un monumento muy pesado—, que con el tiempo se fue asentando, lo que ocasionó fracturas, filtraciones y humedad”.

La comunidad pidió apoyo al Instituto para que las tumbas no quedaran debajo del atrio; querían que se exhumaran los restos. El Instituto aceptó hacer la intervención, pero solicitó que los restos humanos que no fueran reclamados se quedaran en custodia.

“En esos años aún no se creaba el Laboratorio de Antropología Forense, por lo que se elaboró un proyecto para que pudiéramos conservar los restos para hacer investigación”, explica Lilia Escorcia. “Como se trata de una población contemporánea, de mediados del siglo XX, se han hecho investigaciones encaminadas a su aplicación en un contexto forense, particularmente en osteología, que es el estudio de los huesos”.

Creación del Laboratorio de Antropología Forense

Los investigadores propusieron un proyecto de investigación para determinar, por ejemplo, el sexo a través de mediciones del hueso. En lugar de utilizar una fórmula norteamericana, francesa o de una población extranjera, crearon una fórmula matemática para determinar el sexo, pero a partir de una población de referencia mexicana, que en este caso son los restos óseos que tienen en el Laboratorio.

“De algunos restos tenemos datos, como la edad, que rescatamos del epitafio, con los cuales se hizo trabajo de archivo civil. Pero no todos los restos óseos tenían datos; tampoco están completos todos ni bien conservados, algunos están muy deteriorados e incompletos. Pero aun así, de alguno, con estudios de la pelvis y del cráneo, podemos afirmar con certeza que es masculino o femenino.”

Ha sido muy útil tener estos restos óseos, agrega la investigadora, porque en algunas investigaciones, en lugar de que se utilice como referencia una población del extranjero, se emplea una población biológicamente cercana, lo cual reduce el margen de error y da mayor certeza en el resultado.

“Falta hacer investigación con poblaciones del norte del país. Cuando se propone el resultado de una investigación, siempre se tiene que informar de dónde son los datos de referencia, para que la persona que va a usar esa investigación en personas de Sinaloa, por ejemplo, asuma la responsabilidad de utilizar estas fórmulas que son de población del centro del país.”

La población de referencia, que es de Zimapán, tiene más en común con la población que está al sur y en el centro del país que con la población del norte. “En el caso de la estatura, es muy importante hacer investigación en el norte y luego comparar sus resultados con la población de referencia.”

En México, una vez que se identifica el origen biológico o ancestría de una persona, se pueden tener datos de su esqueleto que podrían mostrar rasgos cercanos a una población negra.

“¿De dónde podría venir esta persona? Esa información nos la da el contexto. Podría ser un migrante o una persona de la costa, donde hay más población afrodescendiente.”

Es importante mencionar que es muy distinto el origen biológico al origen geográfico, porque puede ser que una persona con rasgos negros viva en la Ciudad de México, ya que sus padres migrantes se establecieron aquí. La orientación biológica ofrece información del individuo en términos biológicos, pero el contexto es lo que nos va a ayudar a llegar a la identificación.

Objetivo del Laboratorio de Antropología Forense

El principal objetivo del LAF es hacer investigaciones para localizar personas a través de sus restos óseos. Estas investigaciones están encaminadas a su aplicación en el contexto forense y a ser una fuente de referencia para utilizar esos estudios también en las fiscalías.

“Contamos con una colección de restos humanos contemporáneos, de los cuales de algunos tenemos datos como la edad, el sexo, la fecha aproximada de su muerte y las causas de su fallecimiento”, explica Lilia Escorcia. “Esta colección es un referente para hacer investigaciones que se pudieran aplicar en la identificación de otros restos humanos.”

También hay otros elementos, como el contexto —el espacio o lugar en el que fueron hallados los restos—. Otra información adicional importante para la identificación de una persona son los objetos asociados a los restos humanos, como una identificación personal, el tipo de ropa o los accesorios, lo que permite conocer la temporalidad y el entorno cultural.

El término forense deriva del vocablo latino forum, que hace alusión a las reuniones en las plazas públicas de la antigua Roma, en las que se dirimían las querellas de los ciudadanos.

Pero “forense también tiene que ver con lo legal o jurídico. En la Antropología Física Forense se utilizan métodos y técnicas de la antropología para identificar a una persona, ya sea viva o fallecida”, explica Escorcia Hernández.

En personas fallecidas se utilizan métodos osteológicos; si se trata del cadáver de una persona recién fallecida, se pueden emplear radiografías de los dientes o del esqueleto en general para estimar la edad, el sexo o el origen biológico.

Qué métodos se utilizan para identificar a una persona viva

En años recientes han desaparecido muchas personas que estuvieron de paso como migrantes, pero otras se quedaron en el país; de éstas, muchas están en situación de calle o de drogadicción, y sus familias no las reconocen.

En la migración no documentada, normalmente las personas no cuentan con una identificación, por lo que en ocasiones, cuando las van a deportar por algún delito, se desconoce su edad; lo mismo sucede con personas en condición de calle que no tienen identificación, por lo que es necesario elaborar un peritaje para saber cuál es la edad de esa persona.

En México, aunque ahora ya no se da con frecuencia, todavía existen personas de edad muy avanzada que no tienen su acta de nacimiento porque sus padres no las registraron al nacer, al vivir en comunidades muy alejadas de los centros urbanos. Creen que tienen alrededor de 80 años, por ejemplo, y les interesa recibir la pensión universal.

Para que alguien acceda a un programa social necesita una identificación, pero si no tiene acta de nacimiento, no puede tramitar la credencial del INE, que es el documento de identificación oficial más común, explica la investigadora.

En estos casos se realiza un peritaje para corroborar científicamente que la persona que dice tener cierta edad, en efecto la tenga. Se llama a un antropólogo físico para que estime su edad a través de radiografías o de observación morfoscópica, de tal manera que pueda obtener una identificación oficial.

“Como antropólogos físicos, en el contexto forense aplicamos nuestros métodos y técnicas de antropología física con propósitos de identificación, y también para identificar lesiones cuando se trata de violaciones de los derechos humanos.”

La tortura a una persona por agentes del Estado es una violación de sus derechos humanos. “Nuestro propósito en ese contexto es identificar, ya sea a personas vivas o a personas fallecidas que han sido torturadas.”

“Volviendo al objetivo central, nuestro propósito es generar investigación enfocada a la identificación en el contexto forense. Nuestro propósito secundario también es generar investigación de los restos de la población que tenemos en custodia; el tercer propósito son las colaboraciones con otras áreas del Instituto, de la UNAM y también del exterior de la Universidad.”

En el caso de colaboraciones externas, en ocasiones se hacen aproximaciones faciales escultóricas, que se utilizan principalmente con fines museográficos. “Con fines forenses se utiliza muy poco porque no es un método que esté considerado en México como una prueba para llevar a una corte.”

Identificación de algunos restos de los jóvenes de Ayotzinapa

“Básicamente colaboré en un equipo en el que había varios investigadores por parte de la CNDH. Trabajamos en particular en responder algunas preguntas muy peculiares del caso del basurero de Cocula”, dice la investigadora.

En esencia, uno de los propósitos de ese equipo fue verificar qué restos humanos había ahí y cuáles eran viables para obtener el ADN. “Hicimos nuestro dictamen y establecimos cuáles restos humanos eran más viables y cuáles ya no. No podíamos afirmar si esos restos humanos eran de personas jóvenes o de adultas, porque sólo teníamos fragmentos.”

“Nosotros no podíamos afirmar si se trataba de los jóvenes o no; nuestro encargo era investigar si de esos restos humanos podían enviarse para obtener el ADN”, finalizó la académica.