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Evolución: responsable de la existencia de algunas disciplinas deportivas

Evolucionamos para movernos y hoy, tal vez, sea la época en la historia de la humanidad en la que menos nos movemos, dice la maestra en ciencias Alicia Castillo Martínez, académica de la UNAM.

El ser humano y el ejercicio físico evolucionaron muy diferente a la actividad física de nuestros primos los primates, apunta la coordinadora de evaluación de la licenciatura de Neurociencias de la Facultad de Medicina. 

A diferencia de los chimpancés, el ser humano se adaptó a cosas “raras” como caminar, correr, incluso nadar largas distancias.

Por ejemplo, los humanos, sobre todo los primigenios, pueden recorrer 30 kilómetros en un día; los chimpancés, máximo dos o tres kilómetros. Aunque estos son cuatro veces más fuertes que el Homo sapiens. 

Son más fuertes, pero menos resistentes a actividades que duran mucho tiempo. Esta adaptación del humano era para recorrer grandes distancias en busca de comida y para cansar a sus presas, que podrían correr rapidísimo, pero no durante mucho tiempo. Cansar a la presa causa hipertermia y al no poder disipar el calor, eran más fácil cazarlos.

Resistencia y conciencia

Estas adaptaciones a la actividad física —agrega Castillo Martínez— se reflejan en varios deportes olímpicos, como el triatlón, el maratón o las competencias de largas distancias en natación. 

Casi ningún animal está adaptado para esa movilidad que requiere no sólo resistencia, sino también conciencia para entrenar y llevar al máximo pruebas exhaustivas.

El cuerpo humano, en general, está mejor adaptado para la resistencia aeróbica que para deportes que involucran la fuerza y el contacto. 

Hay deportistas de resistencia o de potencia. Su anatomía es muy diferente. Quien corre grandes distancias, desarrolla un cuerpo magro. Músculos con poca grasa, muy alargados y resistentes. Los deportistas que son más de fuerza, de choque o de potencia, tienen masas musculares prominentes

En unos y otros se ven diferencias en la masa muscular y en el tipo de fibra. Metabólicamente, por el ciclo de la glucólisis, el ejercicio aeróbico consume oxígeno y desarrolla ‘fibras rojas’ debido a la presencia de citocromos en la célula. 

En los deportes de fuerza, de choque o de potencia ocurre más la glucólisis láctica. Como no hay los citocromos que se requieren para la cadena respiratoria, sus músculos desarrollan ‘fibras blancas”.  

Por eso, cuando uno hace ejercicio por primera vez, el ácido láctico irrita las terminales nerviosas y causa dolor muscular

Aún es un misterio para la neurobiología por qué nos hicimos menos fuertes que nuestros primos los chimpancés, por qué nuestro cráneo se fue haciendo más delgado.

No estamos bien adaptados para los deportes de choque. Y tenemos más riesgo de sufrir una lesión. Por eso se trata de evitar el golpe directo al cráneo, como en el fútbol americano. Los jugadores llevan un casco como protección

 Los súper atletas

A grosso modo, tenemos un grupo de atletas buenos para la resistencia, otro para deportes de potencia y uno más que combina resistencia y velocidad.

En atletismo, hay pruebas de distancias intermedias que son de velocidad: 100, 200, 400, 800 metros. Las de fondo: maratones, medios maratones y ultra maratones, son de “pura resistencia”.

En medio hay unas pruebas muy demandantes. Los mil 500 metros, incluso los cinco mil podrían entrar en ese rango. Se requieren capacidad física, potencia y resistencia

En gimnasia, salto de altura y salto triple, los cuerpos tienen que ser ligeros, porque van contra la gravedad. Se requiere velocidad y capacidad aeróbica para correr, así como potencia para poder saltar. 

Para Castillo Martínez, quien practica triatlón son super atletas. Involucra natación, ciclismo y carrera a pie. En este deporte combinado, difícilmente un atleta va a realizar bien las tres actividades. Hay quien es bueno nadando, pero no tanto corriendo o no tiene la misma destreza para la bicicleta.

Son superhombres y supermujeres porque van a tener la misma cantidad de fibras rojas y blancas. Es decir, velocidad, capacidad aeróbica y potencia.

El beneficio de moverse

Aunque diversificado en muchas actividades físicas, para unas estamos mejor adaptados y para otras, como los deportes olímpicos, se requiere entrenamiento constante, metódico, alimentación específica y sueño.

Sin embargo, practicar algún deporte nos trae no sólo un beneficio físico, sino también un beneficio altamente mental, cognitivo e incluso emocional.

El ejercicio aeróbico beneficia al cerebro, ya que promueve la neurogénesis (crecimiento de más neuronas), la sinaptogénesis (las neuronas se conectan con mayor eficiencia) y la angiogénesis  (vascularización).

Además, el ejercicio aeróbico, como programa de prevención, puede ayudar a retardar algunos efectos en enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson e incluso esclerosis múltiple.

Evolucionamos para movernos. Así qué —recomienda Castillo Martínez— hay que aprovechar el ímpetu, el entusiasmo que nos contagian las Olimpiadas, para recordar que todos nos podemos mover y tener los beneficios del ejercicio, independientemente de nuestra anatomía.