Desde un punto de vista ingenieril, económico y hasta práctico, la energía eólica es cada vez más viable y la tecnología para aprovecharla está muy avanzada, además de que los costos de su producción disminuyen progresivamente y esto la hace cada vez más competitiva. Aún falta camino por recorrer, pero si los precios del petróleo siguen aumentando, recurrir a ella se vuelve inevitable, señala Bernardo Figueroa Espinoza, quien estudia estos temas en la sede del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM en Yucatán.
“Estamos en Sisal, un pueblo pesquero asentado a 50 kilómetros de Mérida y lo más lejos posible de la Ciudad de México. Justo esta ubicación nos ha permitido avanzar con nuestras investigaciones, ya que el noroeste de la península es propicio en cuanto a lo eólico”.
El profesor Figueroa trabaja en Laboratorio de Ingeniería y Procesos Costeros (LIPC) del II, el cual posee una torre meteorológica adaptada con anemómetros sónicos y 3D, los cuales, al determinar la velocidad del viento, permiten calcular su capacidad para producir electricidad. Ello —a decir del académico— es relevante pues se trata de una fuente renovable sumamente viable y en la que más avances técnicos ha habido.
“Cada vez hay más interés en instalar este tipo de complejos en el país y el conocimiento generado en el instituto es crucial para ello, ya que resulta un gran apoyo para todo tipo de empresas, particulares y paraestatales. De hecho, ya hemos establecido colaboraciones”.
Una de ellas es Emergya Wind Technologies, la cual donó un anemómetro sónico 3D a fin de que el LIPC siga con sus investigaciones. “Realizamos un trabajo exhaustivo de colección de datos de 2011 a 2014 a fin de saber cuánta energía trae el viento y cuánta se le podría extraer. Esto ha llamado la atención de varias compañías interesadas no sólo en generar electricidad, sino en construir aerogeneradores, como EWT, la cual tiene proyectos con comunidades capaces de financiarse este tipo de aparatos”.
Las instalaciones de la UNAM en Sisal se encuentran a las afueras de este pequeño pueblo de mil 500 habitantes, justo a un lado del puerto de abrigo, es decir, donde los pescadores amarran sus lanchas. Para Figueroa éste es el lugar ideal para realizar sus observaciones, ya que el noroeste de Yucatán resulta atractivo para quienes están interesados en el potencial del viento.
“La geografía de la península nos ayuda, pues al no tener montañas las corrientes del norte pueden penetrar con profundidad, y hay otras zonas muy prometedoras, como La Ventosa, en Oaxaca, donde la velocidad promedio del aire en movimiento es de ocho a 10 metros por segundo, algo importante porque la energía disponible del viento depende de su cubo de la rapidez, o lo que es lo mismo: mientras más fuertes generan más electricidad. Por ello la CFE ya tiene presencia ahí”.
La energía del futuro
Debido a la crisis de los hidrocarburos, para Figueroa Espinoza es evidente que la humanidad deberá virar hacia las fuentes renovables de energía. “De ahí que el LIPC dedique parte de su infraestructura a ahondar en esto, pues aunque el nombre en sí no dé muchas pistas de ello, los procesos costeros son un área de trabajo muy amplia”.
“Yo me enfoco en la energía eólica y tengo colegas dedicados a la que podemos obtener directo del mar, como el doctor José López González, quien trabaja en un dispositivo de aprovechamiento de las corrientes marinas; además, otros compañeros han comenzado a experimentar con distintas alternativas en este renglón”.
Como parte de estos esfuerzos, el académico destacó la creación del Centro Mexicano de Innovación en Energías del Océano, proyecto liderado por la UNAM —y por el II en particular— donde se busca la mejor manera de explotar el oleaje, las corrientes y los gradientes térmicos y salinos; sin embargo, a esa tecnología le falta madurar.
Los habitantes de Sisal aseguran que en el pueblo hay dos vientos, el de las mañanas que corre de la tierra hacia el mar, y el de las tardes, que viene en sentido opuesto y es el más esperado, “pues es el que sirve para refrescar”. Hasta la fecha Figueroa Espinoza sigue investigando el cómo y el porqué de estos fenómenos, siempre con la mirada en el futuro, porque como él suele decir, “saber esto hoy nos puede dar la energía que mañana vamos a necesitar”.