Explora unam global tv
Explora unam global tv
explorar
Explora por categoría
regresar

¿Es posible que ocurra una gran erupción volcánica catastrófica?

Era la noche del 10 de abril de 1815. Después de cinco días de intensa actividad, el volcán Tambora hizo erupción. La explosión se escuchó a 2 mil 600 kilómetros de distancia (más o menos lo que se recorre de la CDMX a Tijuana en auto), la nube de material volcánico alcanzó más de 43 kilómetros de altura (llegó a la estratósfera) y los flujos piroclásticos que descendieron de las laderas del volcán crearon un tsunami de más de cuatro metros.

La isla de Sumbawa en Indonesia y los otros territorios circundantes se envolvieron en oscuridad. Destrucción, muerte y hambruna se hicieron rápidamente presentes en la zona y a nivel global. Las cosechas sufrieron grandes estragos y la temperatura media de la Tierra descendió medio grado centígrado, provocando intensas heladas en Estados Unidos. En China, en pleno verano, hizo frío y lluvias torrenciales destruyeron arrozales completos. Entonces 1816 fue bautizado el “año sin verano”. Por donde se viera, era un desastre sin precedentes que duraría mucho tiempo.

Sábado 15 de enero de 2022. Casi 207 años después de los eventos de Tambora, el volcán Hunga Tonga, ubicado en Tonga (Oceanía), entró en erupción. La explosión se escuchó en Nueva Zelanda y Australia; la nube de material volcánico, en un hecho sin precedentes, llegó hasta la mesósfera alcanzando una altura de 50km. Si bien los efectos de este evento geológico fueron menores (hasta el momento) en comparación con lo que sucedió en 1815, el fenómeno volcánico ocurrido en Tonga es una llamada de atención para la sociedad en general.

¿Estamos preparados para una gran erupción volcánica? De acuerdo con la publicación en Nature “Grandes erupciones volcánicas: hora de prepararnos”, la respuesta es: no. Esa percepción es compartida por el vulcanólogo Robin Campion, del Instituto de Geofísica de la UNAM, quien argumentó que, considerando lo que se deriva de una erupción de índice de explosividad volcánica (IEV) 7 (como la de Tambora), es difícil plantear un escenario alentador.
erupción volcánica catastróficaEl IEV es un índice elaborado para medir varios parámetros de una erupción. Comprende valores en una escala de 0 a 9 y “se basa en aspectos como la magnitud (que es el volumen material emitido), la intensidad (que es la tasa de emisión de material por unidad de tiempo), la altura de la columna eruptiva, la descripción visual de la erupción, la cantidad de material inyectado a la tropósfera o estratósfera”.

Aunque aún no hay un acuerdo entre la comunidad científica, la erupción de Hunga Tonga alcanzó una magnitud de entre 5 y 6 en el IEV. Por tanto, una erupción de nivel 7 es preocupante, ya que es entre 10 y 100 veces superior.

Con base en la publicación de Nature mencionada, la probabilidad de tener una erupción de nivel 7 o mayor en este siglo es de 1/6 (arriba del 15%). Basándonos en los datos obtenidos a partir de mil 113 muestras de erupciones en el hielo de Groenlandia, desde hace 60 mil años ha habido 97 eventos de este tipo. Cada uno de estos sucesos ocasionó distintos cambios climáticos en la Tierra, e incluso algunos de ellos, como la erupción del Monte Rinjani (Indonesia), provocaron pequeñas eras de hielo.

Como se mencionó anteriormente, los efectos de la erupción de Tambora repercutieron de gran forma sobre todo en el clima y la temperatura, por lo que se puede presumir que una erupción de características similares haría ahora un daño terrible. “Si algo demostraron la pandemia por COVID-19 y la guerra entre Ucrania y Rusia, es que se puede generar un gran desastre si los suministros escasean, ya que el mundo moderno depende del comercio de alimentos, combustible y otros recursos. Lo mismo sucedería con una gran erupción”, dice la publicación.

¿Qué efectos provoca una erupción volcánica de nivel 7?

Retomando la erupción de Tambora, las consecuencias fueron devastadoras tanto en lo económico como en lo social, sobre todo en la región de la explosión, pero también a nivel global.

La isla en su totalidad fue destruida. Las partículas gruesas de ceniza cayeron hasta de una a dos semanas después de la erupción, mientras que las finas permanecieron en el aire por al menos 27 meses. El número de personas que murieron directa o indirectamente por la explosión de Tambora oscila entre 50 y 70 mil: 11 mil murieron por los flujos piroclásticos; 4 mil 600 por el tsunami de 4 metros que golpeó a las Indias Orientales Neerlandesas; y entre 48 y 52 mil sucumbieron por hambre o por las enfermedades pandémicas que surgieron (el cólera, que solo existía en la región de Bengala, ubicada entre la India y Bangladés, mutó y se extendió por Asia. Dos años después del cataclismo volcánico, se expandió por todo el mundo).

“Este tipo de erupciones dan señales previamente, como la sismicidad. Además, el terreno se hincha por el magma que se está inyectando en la corteza o hay pequeñas explosiones antes de la más grande. El problema es predecir cuándo ocurrirán. Por ejemplo, en Hunga Tonga hubo pequeñas erupciones que antecedieron la más fuerte y éstas afectan la labor de los vulcanológos, porque aún la ciencia no cuenta con el material suficiente para predecir la explosión más fuerte. De aquí surge una situación complicada: mantienes a la gente o la evacuas, que es un problema porque a veces no quieren irse de sus casas. Después, si el volcán hace erupción, existiría una zona inhabitable de 20 o 30 kilómetros cuadrados, y reubicar a las personas que perdieron sus hogares es otro gran problema”, comentó Campion.

Tambora no solo sumergió en la oscuridad a la isla de Sumbawa, en Indonesia. En Yunnan, China, el frío llegó a niveles muy altos y hubo diversas pérdidas en las cosechas de arroz por los fuertes vientos o las lluvias torrenciales. La situación fue tan extrema que los habitantes de las ciudades en la región —se dice— cambiaban a sus hijos por comida en los mercados. Ante ese escenario, y después de tres años de crisis humanitaria, los agricultores de Yunnan cambiaron el arroz por el opio para asegurar la supervivencia en caso de futuros desastres.

“Las erupciones con IEV 7 son muy intensas y afectan el clima, ya que inyectan en la estratósfera gases y partículas que reflejan hasta el espacio una parte de la radiación solar. Y esto resulta en que la tropósfera se enfríe y la estratósfera se caliente, porque el material va a estar ahí por varios años. Hay cambios de circulación porque la convección atmosférica se encuentra alterada y cambia el patrón de circulación de las masas de aire y el clima regional en todo el mundo”, explicó el investigador universitario.

Estados Unidos no fue ajeno a esta situación e incluso vivió años grises. En 1815, en pleno junio llegaron los climas fríos. Tal imprevisto trajo como consecuencia la temporada de cultivo más corta en la historia de este país y, posteriormente, una gran hambruna entre los pobladores de Maine y Vermont. Si bien la erupción de Tambora no fue el factor principal, sí tuvo parte de responsabilidad en el “Pánico de 1819”, la primera crisis financiera del mercado norteamericano.

Tomando en cuenta todos los problemas que una erupción con IEV 7 ocasiona, Robin Campion no cree que la humanidad esté lista para enfrentar un desastre natural de tales proporciones.erupción volcánica catastrófica

Focos de atención

En los últimos años, tanto Chile como Italia han estado en la mira de los vulcanólogos.

La Laguna del Maule, ubicada en San Clemente, Chile, ha presentado en las últimas décadas una actividad volcánica que hace prever que en algún momento podría darse una erupción en este lugar.

“Se están detectando con frecuencia enjambres de pequeños sismos y una tendencia de varios años de inflación del terreno. Y es una zona que ya ha producido erupciones de nivel 7 anteriormente. Entonces, es posible que se esté dando un proceso, una acumulación de magma que pueda culminar en una erupción de muy alta magnitud”, comentó Campion.

El complejo volcánico de la Laguna del Maule actualmente se encuentra en semáforo de alerta verde, pero constantemente es analizado por expertos de la Universidad de Wisconsin.

Por otro lado, el investigador mencionó que la caldera volcánica de Campi Flegrei (Campos Flégreos), que está al noroeste de la ciudad de Nápoles, en Italia, lleva tres décadas de inflación progresiva. “De momento no está determinado si será una erupción de IEV 7 o menor, pero la posibilidad está allí”.

A lo largo de la historia, Campos Flégreos ha tenido tres lapsos eruptivos de gran importancia.

Como hemos podido observar, una gran explosión volcánica de magnitud 7 trae catástrofes, y sus efectos no se limitan al lugar en donde ocurrió, sino que también tienen un impacto a nivel global. Lo que sucedió el pasado 15 de enero en Tonga fue una llamada de atención que no debemos hacer de menos.

erupción volcánica catastrófica