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¿Es necesaria la separación de mujeres en el transporte público?

 

 Actualmente, en el transporte público se ha establecido una sección destinada solo para mujeres para que no se sientan víctimas de acoso sexual. Sin embargo, se trata de una situación que ha causado controversia: algunas personas están de acuerdo y otras no.

Varios hombres piensan que se trata de una situación de discriminación o que se está actuando en su contra, cuando en realidad se trata de brindar a la población de mujeres las condiciones para que estén en igualdad, dijo Claudio Tzompantzi Miguel, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Desde los estudios de salud pública y estudios de violencia, se considera que es necesaria dicha separación, porque brinda a las mujeres un sentido de seguridad que no necesariamente se tiene cuando el transporte sólo ofrece la opción mixta, dijo Claudia Rafful Loera, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

De por sí, las mujeres ya tienen que lidiar con un transporte colectivo precario y deficiente para la enorme población de la Ciudad de México, y todavía tener que combatir con una forma de violencia sexual, es pesado, añadió Tzompantzi.

De hecho, esta medida abre a las mujeres la opción de viajar seguras sin que alguien se les acerque de forma indebida, añadió la académica universitaria.

La masculinidad reflejada en las políticas públicas

Esta política pública busca nivelar la balanza para que hombres y mujeres viajen en igualdad de condiciones, pero a algunas personas esto ha resultado algo molesto.

“Cuando le doy un beneficio a un grupo social que ha sido vulnerado por muchos años, el grupo de poder va a pensar, ¿por qué le dan a ellas y a mí no? Lo van a sentir como si fuera una pérdida”, añadió Tzompantzi Miguel.

La masculinidad es aprendida desde la familia, las instituciones, la escuela y hasta en la religión. “Regularmente nos enseñan que la idea de hombre está asociada a muchos factores, entre ellos la dominación a través de la violencia”, explicó el académico universitario.

Así, se ha deshumanizado a los hombres y los han puesto en un lugar similar a la violencia, como si fueran sinónimos. “Nos han enseñado a partir de esos aprendizajes culturales a ejercer tipos de violencia, no solamente contra las mujeres, sino contra otros hombres, niñas y niños, e incluso contra ellos mismos”, agregó.

Los hombres ejercen violencia hacia sí mismos cuando creen en los mandatos de la masculinidad, que siempre se relaciona con las potencialidades.

Por ejemplo, permanece la idea de separar a los hombres de las emociones y del cuerpo. “Los hombres y las mujeres no son iguales y tienen que negar desde su masculinidad todo lo relacionado con ellas, para formar una identidad de negación”.

Desde ese momento separan las emociones del cuerpo, es decir, no las pueden expresar porque entonces se sienten vulnerables. No pueden permitirse sentir miedo, alegría, tristeza y amor, pero el enojo si está permitido.

De hecho, un verdadero hombre compite para demostrar que lo es. Sí está con los amigos tomando, bebé más para demostrar que es hombre, pero en este proceso realiza conductas de riesgo y demuestra que no tiene miedo.

A decir de Claudio Tzompantzi los varones pueden aprender otras formas de ser hombres alejados de la masculinidad tradicional al cuestionarse ideas como que no pueden manifestar sus emociones, que son autosuficientes y que deben ser violentos.

“En el momento que dedicamos acompañarnos, ya sea de forma terapéutica con grupos de reflexión y lecturas que nos ayuden a pensar diferente, podremos cambiar”.

No sólo se trata de políticas públicas

De acuerdo con Claudia Rafful no sólo se trata de establecer políticas públicas de manera estructural, sino que también de trabajar en la educación desde edades muy tempranas para encontrar paz en la convivencia y al final puedan desaparecer las áreas exclusivas para mujeres.

Sin embargo, los espacios para las mujeres no deberían ser un tema que ofenda a los hombres, no es una agresión pedir un espacio especial para las mujeres. Se trata de una cuestión de respeto mutuo, concluyó la académica universitaria.