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¿En qué nos parecemos a las moscas de la fruta?

Las moscas de la fruta (cuyo nombre científico es Drosophila melanogaster, o también conocida como mosca del vinagre) tienen grandes ojos y son largas y delgadas, aman las bananas podridas y, siguiendo las órdenes de sus cerebros del tamaño de una cabeza de alfiler. Este insecto tiene un ciclo de vida de diez días y que una hembra puede poner hasta 500 huevos en una semana.

No requieren mucho espacio y hacen pocas demandas a su entorno: basta con un pequeño recipiente de plástico o vidrio y una nutrición adecuada. Si también se mantienen los niveles correctos de temperatura y humedad, se pueden mantener sin problemas y se multiplicarán.

Situaciones idóneas para mantenerlas en laboratorio.

Históricamente el genoma de una mosca fue uno de los primeros en ser descifrados por los científicos, una tarea que se completó en el año 2000. Drosophila posee alrededor de 15,000 genes, mientras que los humanos poseen 24,000.

Pareciera que las moscas de la fruta y los humanos tienen poco en común.

 

Con estas líneas, el poema The Fly, William Blake se planteó una pregunta inusual para un poeta que escribió hace 200 años. A primera vista, parece que hay pocas similitudes entre el Homo sapiens y los insectos. Sin embargo, Blake no estaba tan seguro. Podía ver conexiones. Y en los últimos años, la ciencia ha encontrado que probablemente tenía razón.

Ahora sabemos que:

  • la mosca de la fruta y el ser humano comparten más del 60% de los genes, lo que ha vuelto a este organismo perfecto para la investigación. Y de ese 60%
  • las moscas muestran alrededor de 75% de genes que se sabe que causan enfermedades en los humanos,
  • poseen más del 90% de genes que pueden desencadenar el cáncer en los seres humanos,
  • investigadores han visto cómo los humanos y las moscas de la fruta despliegan una proteína casi idéntica, que juega un papel crítico en la respuesta inmune contra bacterias invasoras.

Hasta en el espacio, la NASA durante un proyecto que inició en el 2015, envió junto con los astronautas una misión a la Estación Espacial Internacional (conocido como Fruit Fly Lab), para explorar los efectos que tienen los viajes espaciales a largo plazo sobre los seres humanos.

A la mosca no le otorgaron hasta ahora ningún premio, pero al menos seis trabajos que, utilizando como modelo a Drosophila, han ganado el Premio Nobel en Fisiología o Medicina.

Por todo ello, Drosophila ha sido uno de los modelos favoritos para la investigación y ha ayudado a desentrañar los secretos de la fisiología humana y la biología en general.

Este romance de amor con Drosophila comenzó a principios del siglo XX, cuando el biólogo estadounidense Thomas Morgan usó moscas de la fruta para confirmar que los genes se encuentran en los cromosomas, como las perlas de una cuerda, y que algunos genes están vinculados, en otras palabras, se heredan juntos. Al hacerlo, Morgan estableció la genética como una ciencia moderna.

Es casi como si estuvieran diseñados para ayudar a los científicos“, dice Steve Jones, investigador y miembro del Departamento de Genética, Evolución y Medio Ambiente, del Colegio Universitario de Londres. Como resultado, la mosca de la fruta ha desempeñado un papel clave en el desenlace de los procesos biológicos durante el último siglo.

Los investigadores pueden modificar el genoma de Drosophila con relativa facilidad. Durante mucho tiempo, esto se logró con la ayuda de sustancias o radiación que modificaron el código genético. Hoy en día, los científicos pueden utilizar la herramienta CRISPR-Cas9, por ejemplo, para cambiar o desactivar secciones específicas del genoma en una célula de mosca. Gracias a estos métodos rápidos y asequibles, ahora hay varias decenas de miles de cepas de Drosophila modificadas genéticamente en el mundo, muchas más que las de cualquier otro organismo.

Drosophila es ahora el organismo más conocido del planeta debido a todos estos trabajos“, dijo el profesor Andreas Prokop, de la Universidad de Manchester.

Fuente: The Guardian