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El movimiento de 1968 hizo posible el avance de la democracia en México

Hablar del movimiento estudiantil de 1968 hoy día, permite aseverar que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador no se habría dado de no haber existido un antecedente como el ocurrido hace 50 años. Este movimiento dio inicio a una serie de avances en materia de democracia que han permitido, al paso del tiempo, mostrar que si fue una utopía, los hechos la volvieron realidad.

En ese contexto, México cuenta con mayor apertura y nuevas formas de organización política. Su esquema pluripartidista hizo posible que, a través de un proceso limpio y democrático, una opción de izquierda ganara.

Con estas palabras, el doctor Juan Ramón de la Fuente inauguró el ciclo de conferencias 50 años, Tlatelolco, el 68 visto en el 2018 en las instalaciones de la Fundación Elena Poniatowska. Sostuvo que entre el movimiento de 1968 y el del Consejo General de Huelga de 1999, no existe una línea de continuidad.

El exrector de la UNAM apuntó que 1968 era la época de los conciertos de la OFUNAM a cargo de Eduardo Mata, de los estudiantes lectores de José Agustín y Gustavo Sainz. Helen Escobedo, Vicente Rojo, Armando Cohen, José Luis Cuevas, Francisco Toledo, entre otros, eran los artistas de la época y la voz de Carlos Monsiváis se escuchaba en Radio Universidad. Quizá esto contribuyó a generar el ambiente propicio para lo que ocurrió.

Hace 50 años el blanco de la protesta no sólo fue el sistema político antidemocrático y demagogo imperante en México, sino la estructura autoritaria que compartían tanto el gobierno en turno como los diferentes sectores de la sociedad.

“El autoritarismo se hallaba en muchas familias y en muchas instituciones públicas y privadas. Evitaba el desarrollo genuino e integral de las personas y la autogestión de espacios como la Universidad. Por tanto, el movimiento del 68 tenía un espíritu liberador que asumió la idea de un futuro abierto que pensó que era posible transformar el mundo”.

Ante más de 150 asistentes y la presencia de Elena Poniatowska, De la Fuente mencionó que intelectuales como Heberto Castillo, José Revueltas y Javier Barros Sierra legitimaron y dieron contenido ideológico al movimiento estudiantil.

Dijo que así como lo hizo en su momento el dramaturgo y primer presidente de la República Checa, Václav Havel, Barros Sierra antepuso la inteligencia a la violencia. “Supo darle dignidad al movimiento debido al mensaje que dio a la sociedad al defender al movimiento desde una perspectiva institucional. Hizo posible que los diferentes sectores sociales que no simpatizaban con el movimiento terminaran por solidarizarse con él”.

El exrector de la Máxima Casa de Estudios aseguró que el movimiento no fue una lucha de clases, sino un encuentro generacional contra esas estructuras rígidas y contra la represión sexual, de ahí el impulso que tomó la lucha de las mujeres por la igualdad y su derecho a decidir sobre su cuerpo.

Si bien hubo elementos que han permitido la transición a la democracia, el movimiento estudiantil dejó huellas permanentes en aquellos que vivieron de cerca la violencia.

“El elemento bárbaro fue y sigue siendo la represión, la matanza, no la protesta. Eso no tiene justificación. Y si a todo eso le agregamos que hoy México vive una crisis de derechos humanos, nos damos cuenta que el movimiento del 68 está inconcluso”.

Para De la Fuente, nombrado embajador de México ante la ONU por López Obrador, el gobierno y la sociedad en su conjunto tienen un compromiso importante que acatar: darle continuidad a algunos de los puntos que se plantearon en el 68, como el reconocimiento a quienes “son diferentes”, que en muchos casos siguen siendo minoría.

“Yo creo que hay que seguir con la utopía, esa utopía actualizada del 68; la promesa social que no se ha cumplido, la promesa cultural y educativa que tampoco se ha cumplido. Yo suscribo como planteamiento que hay que llevar la imaginación al poder”, concluyó.