Explora unam global tv
Explora unam global tv
explorar
Explora por categoría
regresar

El cuidado de los suelos y los espacios verdes del sur de la CDMX

El establecimiento de la Ciudad Universitaria en 1954 marcó el inicio de un acelerado proceso de urbanización del pedregal que destruyó y fragmentó el ecosistema. En 1984 surgió un movimiento estudiantil que se opuso a su avance y detuvo un plan de rectoría que pretendía construir edificios para rentar y generar ingresos. Este movimiento fue el origen de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, explicó Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología, durante el desarrollo del tercer seminario del proyecto “Identificación y priorización de áreas para incrementar la conectividad social y ecológica como detonadores de la sustentabilidad urbana en el sur de la Ciudad de México”, de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoUS) y la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, bajo el auspicio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y la Red Internacional de Campus sustentables (ISCN, por sus siglas en inglés).

En la sesión, presidida por María del Coro Arizmendi, directora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Verónica Solares Rojas, integrante de la CoUS, explicó que los patrones de expansión desordenada de las ciudades provocan diversos impactos negativos, como la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos.

Actualmente, considerando el área de la reserva, los jardines y campos deportivos, en Ciudad Universitaria no queda mucho espacio para crecer. Por ello, el resguardo de la REPSA es importante dado que alberga una alta biodiversidad, mencionó Zambrano, con especies carismáticas como la zorra gris, y otras no tanto, como las tres especies de víbora de cascabel que existen en ella. Sin embargo, el valor ecológico de este ecosistema ha sido pasado por alto.

Áreas verdes urbanas

Las áreas verdes urbanas cobran cada vez más importancia ante esta problemática, ya que ayudan a mitigar estos impactos e incrementan la calidad de vida de la población. La conectividad entre estos espacios resulta fundamental para atacar la problemática de fragmentación, especialmente aguda en contextos urbanos en los que se amenaza la supervivencia de muchas especies al impedir su movimiento a través del paisaje. En este contexto, el equipo multidisciplinario a cargo del proyecto busca identificar áreas prioritarias para incrementar y mantener la conectividad entre los espacios verdes del sur de la Ciudad de México.

Para evaluar el esquema de conservación planteado para la REPSA, Zambrano y sus colaboradores organizaron una serie de talleres con la comunidad universitaria, en los que se identificaron las principales amenazas que enfrenta: el crecimiento de la población universitaria y del tráfico vehicular, así como crímenes, uso de drogas y otros relacionados con la gobernanza del sitio. Esto evidenció la falta de diálogo y cooperación entre el sector académico y las personas tomadoras de decisiones. Zambrano señaló que se requiere vincular a los distintos sectores en una red para el manejo de la reserva, bajo la perspectiva de trabajo transdisciplinario.

Manejo de suelos

Por otra parte, la integrante del grupo de estudio multidisciplinario de suelos, que elabora recomendaciones de manejo para las áreas verdes de la universidad, Christina Siebe Grabach, expuso la importancia de considerar el suelo en los espacios verdes urbanos, pues este constituye el sustrato para la vegetación, regula el ciclo hidrológico, la escorrentía y la calidad del agua, almacena carbono y es hábitat de la biodiversidad. Además, es utilizado como soporte de infraestructura, materia prima para la construcción y depósito de desechos por los seres humanos. Frecuentemente, el aprovechamiento de uno de estos potenciales compromete o destruye otros, como ocurre cuando un edificio cancela la capacidad de infiltración del suelo que lo soporta.

Silke Cram Heydrich, del Instituto de Geografía, insistió en que las iniciativas de política ambiental necesitan voltear a ver las funciones de los suelos. Recalcó la necesidad de frenar el crecimiento urbano y conservar los suelos agrícolas y aquellos que permiten la recarga del acuífero de la ciudad; además de modificar la forma de construir para permitir la infiltración y fomentar la construcción de tecnosuelos.

En este sentido, Blanca Lucía Prado, integrante del mismo grupo, describió la relevancia del suelo para la agricultura urbana. Señaló ejemplos exitosos, como los de las chinampas de Xochimilco, que son espacios muy productivos, a pesar de los problemas por la disminución del nivel de agua y el aumento de la contaminación de este recurso.

Otra opción de agricultura urbana que está ganando terreno en la ciudad son las azoteas verdes, las cuales proveen hábitat para algunas especies, ayudan a mitigar el calor y el ruido, y retienen contaminantes. Actualmente, en la Ciudad de México hay 35,000 m2 de azoteas verdes en empresas públicas y privadas, corporativos, museos, escuelas y hospitales; además de los jardines verticales o muros verdes que se han instalado en vialidades importantes, como el anillo periférico.

La especialista de la CoUS, Verónica Solares, insistió en que es fundamental que las comunidades plasmen sus necesidades e intereses en los esfuerzos de investigación en temas socioambientales, por lo que, desde las primeras fases de la investigación para el proyecto de conectividad, es crucial el desarrollo de talleres participativos.