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El confinamiento incrementó la violencia intrafamiliar, ¿por qué?

En tiempos de crisis es probable que la violencia intrafamiliar aumente, pues la tensión y el estrés se incrementan al no poder controlar ciertos factores, ya sean económicos, de salud, de seguridad, sociales, de desempleo, etcétera. Ahora bien, si a esta situación le sumamos el confinamiento, medida adoptada por los países ante el aumento de casos de la COVID-19 a escala mundial, estas cifras son aún más alarmantes para los gobiernos. Sin embargo, el índice de denuncias, aunque se ha incrementado (en Colombia, un 91 %; en México, un 40 %, y Perú registra 207 denuncias), no refleja la verdadera situación para algunos gobiernos como el de Chile, donde este porcentaje ha bajado un 18 %, y Ecuador, donde se redujo un 37 %. «En relación con las mujeres, es posible que no estén denunciando más porque ahora mismo esta no es su prioridad: saben que ahora lo más importante es cuidar a sus hijos, cuidar a sus familiares, cuidar su unión familiar y no ponerla en vulnerabilidad», indica Maria Olivella Quintana, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La violencia intrafamiliar no solamente es el maltrato hacia la mujer: es el tipo de abuso que pasa dentro del hogar, es decir, se conceptualiza por el lugar donde sucede y no por la razón de la violencia, por quién es la víctima o quién es el agresor. Por lo tanto, el agresor también puede ser un padre, una madre, un abuelo, una abuela, un hijo o una hija; asimismo, la víctima puede ser cualquiera de estos miembros. Con el confinamiento, esto puede convertirse en una bomba de tiempo para las familias, sobre todo y especialmente para aquellas que antes del confinamiento tenían problemas tanto de maltrato psicológico como físico. «El hecho de que las familias deban permanecer juntas las 24 horas del día, los 7 días de la semana, impide poder salir, poder abandonar la situación o parar los conflictos; muchas veces las escaladas de conflictos en las parejas se solucionan con un tiempo fuera, cada uno por su lado, lo cual ayuda a rebajar las tensiones que se ocasionan», afirma Adrián Montesano, experto en relaciones interpersonales y terapia familiar de la UOC.

Para los expertos, el confinamiento nos hace pasar de tener un rol en casa a un multirol, es decir, ahora en casa los padres son maestros, cuidadores, compañeros de actividades, policías, psicólogos, y todo esto a la vez hace que incluso las parejas que pueden estar más sensibilizadas con el tema se vean también enfrentadas a estos supuestos machistas interiorizados en la convivencia del día a día. Pero ¿por qué las mujeres son las personas más afectadas por la violencia?

Las mujeres, las menos infectadas por el coronavirus pero las más afectadas en estos tiempos

Hemos creado un sistema que legitima este tipo de violencia social y hasta económico, partiendo de la idea de dominación del hombre hacia la mujer y la desvalorización de esta en la sociedad. Es por eso que las crisis magnifican la desigualdad, convirtiendo a las mujeres en las más afectadas, pues además están en primera línea como soporte fundamental de sostenimiento de la vida; es decir, en situaciones como las que estamos viviendo, la mayoría desarrollan actividades relacionadas con la salud, la limpieza o trabajan de cajeras; adicionalmente, en la mayoría de los casos, el peso de los cuidados, del trabajo no remunerado invisible y las tareas domésticas recaen sobre las mujeres. «Veamos los trabajos tradicionalmente asociados a las mujeres, por ejemplo los de cuidados, que están o no remunerados en el mercado laboral o mucho menos valorados», afirma Olivella.

En este contexto, los expertos afirman que los motivos por los que las mujeres no están denunciando son tres: el primero es el desconocimiento ante dicha violencia, es decir, está justificada o normalizada por su entorno y por ellas mismas, y muchas veces no son conscientes de que viven una situación de violencia. Por otro lado, desconocen los derechos que tienen y los recursos que la ley dispone para ellas, dónde acudir, mecanismos de activación y proceso a seguir para denunciar. Para finalizar, el tercer motivo por el que no denuncian es porque precisamente conocen estos recursos y mecanismos para denunciar y, sin embargo, saben que hay un peligro, y es lo que los expertos llaman «victimización secundaria o revictimización». Para muchas mujeres, acudir a las entidades pertinentes a denunciar es ponerse en riesgo: «saben muchas veces que no las van a ayudar, que pasar por un juicio dentro del sistema penal es muy duro, pues no las creerán o las pondrán en entredicho; tendrán que declarar y esto significa volver a recordar», indica Olivella. Adicionalmente, el sistema penal basa la carga en pruebas, y en muchas de las situaciones las cosas pasan en un contexto íntimo, sin pruebas ni testimonios.

Para Olivella y Montesano, los gobiernos juegan un papel fundamental, ya sea en la violencia intrafamiliar o hacia la mujer: cada país cuenta con leyes, mecanismos, programas y recursos distintos para denunciar este tipo de maltrato. Sin embargo, no siempre la población los conoce, por eso es importante que durante el confinamiento y después del mismo los gobiernos dispongan de espacios educativos; además, cada país debe evaluar los canales para denunciar de manera anónima y segura durante el aislamiento y crear, asimismo, protocolos de respuestas sostenibles para la unidad familiar, pues, ante estos casos, los hijos son generalmente testigos de la violencia, por lo que también requieren atención y asistencia.

Los siguientes gobiernos han dispuesto líneas de atención para atender estos casos:

Colombia Línea: 155

México Línea: 800 108 40 53

Ecuador Línea: 911

Perú Línea: 100

Chile Línea: 149 o 147